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Capítulo 20: Cumpleaños (pt 2)


La risa y los gritos de alegría de Yena y sus  amigos se desvanecieron cuando Jimin ingresó nuevamente a la casa, sintiendo el cansancio en cada parte de su cuerpo. Se detuvo un momento para observar el interior, notando cómo Yoongi se encontraba en la sala charlando despreocupadamente con un par de mujeres, posiblemente amigas o familiares que habían llegado para la celebración. La luz cálida de las lámparas de la casa reflejaba un ambiente acogedor, uno que contrastaba con el frío nudo que de repente se había instalado en su estómago.

Después de asegurarse de que todo estaba en su lugar en la sala y la cocina, Jimin decidió subir para verificar a Jihoo. El pequeño había dormido durante todo el evento, y aunque no esperaba que hubiera despertado, prefería estar seguro. Subió las escaleras con calma, sintiendo el suave crujir de la madera bajo sus pies. La casa estaba tranquila, y el eco de las voces y risas de la planta baja se escuchaban en la distancia.

Al abrir la puerta de la habitación del cachorro, el aire se tornó más denso, y una sensación incómoda lo invadió. Fue entonces cuando lo vio. La figura del hombre que estaba de pie junto a la cuna de Jihoo, dándole la espalda, una figura que no pertenecía a ese espacio. El corazón de Jimin se detuvo por un instante, el aire abandonando sus pulmones de golpe. Su primera reacción fue quedarse petrificado, incapaz de procesar lo que veía, y el aroma familiar que sentía.

El extraño giró lentamente, y cuando su rostro quedó al descubierto, Jimin sintió un escalofrío recorrer su columna. El hombre le sonrió, un gesto que, lejos de ser amigable, resultaba perturbador. Jihoo estaba en sus brazos, todavía adormilado y ajeno a la tensión que llenaba el cuarto.

El corazón de Jimin comenzó a latir tan rápido y fuerte que casi dolía. Cada recuerdo que había intentado enterrar, cada momento oscuro que había pasado tratando de olvidar, de repente se arremolinaba en su mente, golpeándolo con la misma fuerza que los golpes que Seungri le había dado tiempo atrás. Sintió el sudor frío recorrer su espalda, la respiración atascándose en su garganta como si hubiera olvidado cómo inhalar y exhalar.

—Vaya, pero si no es el pequeño Jiminie —dijo Seungri con un tono burlón, su voz era suave, casi amable, esa misma voz que había usado muchas veces antes, en sus encuentros anteriores, cuando lo había tratado como si no fuera nada más que un objeto, una pertenencia suya. Para Jimin era como escuchar un trueno en medio de una tormenta—. ¿Qué pasa? ¿Te comieron la lengua los ratones?

Jimin sintió como su garganta se cerraba, las palabras atrapadas en un torbellino de recuerdos dolorosos. Los ojos de Seungri eran fríos, calculadores, llenos de la misma maldad que Jimin había llegado a conocer tan bien en su pasado. En un instante, los años retrocedieron, y se vio a sí mismo en su la pequeña casa, en manos de Sungwoon y sus clientes, siendo usado, golpeado y abusado sin misericordia.

Su cuerpo comenzó a temblar, y la realidad se desmoronaba a su alrededor. Seungri lo había golpeado una y otra vez, siempre con una sonrisa en el rostro, como si disfrutara del dolor que infligía. Había sido uno de los peores, uno de los que Jimin había temido más, y ahora estaba allí, en la casa de los Min, en la habitación de Jihoo, sosteniendo al niño en sus brazos como si tuviera derecho a estar ahí.

Las manos de Jimin comenzaron a sudar, y se llevó una mano a la boca para cubrir el temblor de sus labios, que se movían sin emitir sonido alguno. El miedo lo tenía paralizado, pero el pequeño quejido de Jihoo lo sacó de su estado de shock. El bebé se retorció ligeramente en los brazos de Seungri, molesto por la falta de familiaridad de su entorno.

I LOVE YOU, BOY | YOONMIN Donde viven las historias. Descúbrelo ahora