I LOVE YOU, BOY | YOONMIN

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Capítulo 44: Despedida interrumpida

Antes de la llegada de Yoongi

Jimin bajó las escaleras con la maleta rodando tras él, cada ruido del equipaje rebotando contra los escalones hacía eco en la silenciosa casa. El omega llevaba horas preparándose mentalmente para este momento, despidiéndose de los rincones que guardaban tantos recuerdos. La cocina, donde Yena le hacía compañía mientras horneaba; el sofá, donde Jihoo daba sus primeros balbuceos mientras él lo abrazaba. Ahora todo parecía pesarle como una losa en el pecho. 

Había dejado a los niños profundamente dormidos después de una tarde llena de juegos, risas y besos. Los últimos. Había intentado grabar cada instante en su memoria, sus risas, sus caritas felices, todo aquello que ahora le dolía abandonar. 

Min Rae se había retirado hacía un rato, ya que empezaba su día libre. Jimin sabía que, de alguna forma, esa soledad le permitía huir sin tener que enfrentarse a nadie. Había planeado hablarle a Woonyoung, rogándole que cuidara de los niños, aunque su corazón se encogía al imaginar no volver a verlos nunca más. 

Suspiró, tratando de calmar los nervios que lo traicionaban. Sabía que Yoongi podría llegar en cualquier momento. No quería verlo. No porque le guardara rencor, sino porque temía que con una sola palabra o mirada, su resolución se quebrara. 

El sonido del timbre interrumpió sus pensamientos. El corazón de Jimin dio un vuelco violento.

¿Sería Yoongi?

Con un nudo en la garganta, dejó la maleta junto a la puerta y avanzó lentamente. A pesar de todo, su omega deseaba que fuera él, que llegara para detenerlo. 

Sin embargo, cuando abrió la puerta, lo que encontró no fue el rostro familiar del alfa, sino algo que heló su sangre. 

Seung-hyun estaba allí.

El hombre, con el rostro aún marcado por cortes y moretones, sostenía un arma que apuntaba directamente a él. Jimin se quedó petrificado, su respiración atrapada en sus pulmones. 

—Apaga las cámaras —ordenó Seung-hyun con voz fría. 

Jimin no se movió, sus manos temblaban. No entendía qué estaba ocurriendo. ¿Cómo había llegado hasta allí? ¿Qué estaba buscando? 

La impaciencia de Seung-hyun aumentó. Alzó el arma, apuntándole a la cabeza. 

—¡Te dije que las apagues!

La amenaza lo sacó de su parálisis. Jimin alzó una mano temblorosa y presionó el botón de seguridad junto a la puerta, desactivando las cámaras de la casa. Apenas terminó de hacerlo, Seung-hyun lo empujó contra la pared con violencia, el cañón del arma ahora presionando contra su sien. 

—¿Quién más está en la casa? —preguntó el hombre, su tono cargado de peligro. 

Jimin intentó mantener la calma, aunque sentía que el miedo lo consumía. 

—Los niños… y la señorita Woonyoung. Por favor, no les haga daño. 

Seung-hyun sonrió, pero era una sonrisa torcida, cruel. Sus ojos brillaban con una locura que aterrorizó aún más a Jimin. 

—Qué tierno… Pero no estoy aquí por ellos. 

Seung-hyun lo arrastró sin ceremonias hacia la oficina de Yoongi. La mano que lo sostenía era firme, sus dedos clavándose en su brazo como garras. Jimin no podía dejar de temblar. 

Una vez dentro, el hombre comenzó a registrar el lugar con movimientos frenéticos. Tiraba libros al suelo, abría cajones con brusquedad, incluso arrancaba cuadros de las paredes en busca de algo.