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Capítulo 31: Primitivo

Jimin tomó asiento bajo la sombra de una palmera, dejando que la brisa fresca del mar acariciara su piel. El sonido rítmico de las olas chocando contra las rocas llenaba el ambiente con una calma apacible que le ofrecía un momento de paz. Cerró los ojos y respiró profundamente, intentando dejar que ese instante lo envolviera por completo, alejando el cansancio y el torbellino de pensamientos que lo habían acompañado durante días. El contraste entre el fresco viento marino y el calor interno de su cuerpo le resultaba reconfortante, casi hipnótico. En ese breve momento, Jimin sintió el deseo de quedarse allí para siempre, inmóvil en la serenidad, lejos de cualquier problema.

Pero la realidad pesaba en su mente como una piedra que no lograba quitarse de encima. Volver era inevitable, y con el regreso venía la incertidumbre, los miedos. Suspiró profundamente, intentando despejar los pensamientos oscuros que amenazaban con romper su tranquilidad. No quería pensar en Seungri. No quería que la imagen del hombre arruinara el momento de calma que tanto necesitaba, pero la idea de contarle todo a Yoongi le rondaba constantemente. Sabía que debía hacerlo, pero había algo en su interior que lo detenía.

¿Qué tan peligroso era Seungri realmente?

La respuesta era clara. Seungri era un hombre poderoso, alguien que no necesitaba más que un chasquido de dedos para desatar el caos. Si se enteraba de que Jimin había hablado... El miedo lo paralizaba. ¿Qué pasaría si lastimaba a Yoongi? ¿Si los ponía a ambos en peligro? Jimin apretó los puños sobre su regazo. Quería confiar en Yoongi, contarle todo, pero sabía que no sería tan sencillo.

Unos pasos ligeros sobre la arena rompieron el hilo de sus pensamientos. Levantó la mirada y vio a Yoongi acercándose. Sin decir una palabra, el alfa tomó asiento a su lado, estirando las piernas y dejando que la brisa le despeinara el cabello oscuro. Ninguno de los dos habló de inmediato; ambos se quedaron contemplando el horizonte, donde el sol empezaba a ascender sobre el mar, bañando el agua en tonos dorados y plateados. El silencio entre ellos era cómodo, pero Jimin podía sentir que había algo más bajo la superficie.

Finalmente, Yoongi rompió la calma con voz baja y suave: 
—¿Te sientes bien? —le preguntó, girando ligeramente la cabeza para mirarlo. —Puedo sentir que algo pasa.

El corazón de Jimin se aceleró ligeramente. ¿Cómo era posible? Solo los destinados podían percibir los estados emocionales de su pareja sin la marca. ¿Podía ser eso? Negó internamente, sacudiendo la idea de su mente. No, no podía ser posible. La luna no iba a hacer algo tan generoso como unirlos así. Esa clase de suerte no era para él. Miró de reojo a Yoongi, tratando de descifrar qué significaba esa intuición del alfa, pero su mente seguía dando vueltas a la posibilidad improbable.

—¡Estoy bien!—respondió, forzando una sonrisa para no alarmarlo.—De verdad.

Yoongi lo miró durante un instante más, con la intensidad característica de su mirada, pero no insistió. Sin embargo, Jimin notó algo extraño. El aroma del alfa era más denso de lo habitual, casi intoxicante, como si el calor lo estuviera afectando más de lo normal. Entonces, sus ojos captaron otro detalle: las mejillas de Yoongi estaban sonrojadas y sus párpados caídos, como si luchara por mantenerse despierto.

Una alarma interna se activó en el cuerpo de Jimin.

—Yoongi... —murmuró, poniéndose de rodillas frente a él. Llevó su mano al rostro del alfa, notando que su piel estaba anormalmente caliente al tacto. Jimin se inclinó hacia él y dejó un suave beso en su frente, buscando confirmar lo que ya sospechaba.

Una punzada de preocupación atravesó su pecho.
—Tienes fiebre.—Lo miró con el ceño fruncido, sus ojos llenos de preocupación. —Esto no es normal.

I LOVE YOU, BOY | YOONMIN Donde viven las historias. Descúbrelo ahora