Capítulo 31: La Caída del Maldito

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Capítulo 31: La Caída del Maldito

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El caos en el campo de batalla alcanzaba su clímax. Kenjaku y Uraume desataban sus técnicas malditas, transformando el entorno en un terreno lleno de energía maldita, sombras y hielo. Pikachu, debilitado y apenas consciente, observaba desde el suelo, sintiendo el peso de la batalla en cada fibra de su ser. Los cuerpos congelados de Jin Murasame, Tsubaki Gojo, Angel, y Takako Uro yacían inmóviles, atrapados en la helada ira de Uraume, mientras Tengen, cada vez más débil, miraba con angustia la lucha entre estos titanes del mal.

El dragón de hielo de Uraume seguía su curso, rugiendo con una fuerza implacable, pero Kenjaku no era fácil de derrotar. Con un gesto rápido, invocó su Expansión de Dominio, envolviendo el espacio en una esfera sombría que se extendió más allá del hielo de Uraume. Las sombras surgieron de la nada, danzando con una velocidad vertiginosa, destruyendo el hielo y neutralizando la influencia del dragón blanco.

—"Este es mi reino," —gruñó Kenjaku, su voz resonando como un eco profundo en el vacío que había creado—. "Sukuna ya no está, y ahora, su legado caerá bajo mi control. Todo lo que has hecho, Uraume, será en vano."

Pero Uraume, lejos de amedrentarse, solo apretó los puños, intensificando su técnica maldita. El dragón de hielo comenzó a reformarse, más feroz que nunca, y el aire a su alrededor se volvió tan frío que incluso las sombras de Kenjaku parecían perder su forma, congelándose poco a poco.

—"Sukuna no caerá jamás," —susurró Uraume con una furia helada—. "Aunque esté muerto, su voluntad vive a través de mí. Y mientras tenga fuerzas, destruiré a cualquiera que amenace su nombre."

El choque entre la energía de Uraume y la de Kenjaku era titánico. El campo de batalla, una vez claro y abierto, ahora se había convertido en un vórtice de energía maldita, hielo y sombras. Cada golpe que intercambiaban hacía temblar el mismo espacio.

Pikachu, desde el suelo, intentaba reunir fuerzas. Sabía que si no hacía algo pronto, todo estaría perdido. Aun agotado, su voluntad de proteger a sus amigos y detener el caos era lo único que lo mantenía consciente. Tengen intentó mover sus labios para hablarle, pero apenas pudo emitir un susurro débil, llamando su atención.

—"Pikachu... no podemos perder..." —murmuró Tengen, su cuerpo colapsando cada vez más bajo el dominio de Kenjaku y la tensión de la energía maldita que la rodeaba.

Con su último aliento, Pikachu sintió una chispa de poder dentro de sí mismo. Se levantó, tambaleándose, y sus ojos se llenaron de determinación. No podía permitir que el sacrificio de sus amigos fuera en vano. Con un grito desgarrador, lanzó un Rayo al cielo, invocando el último vestigio de energía que le quedaba.

—"¡No dejaré que destruyas todo lo que hemos protegido!" —gritó Pikachu mientras su cuerpo brillaba con una intensidad cegadora.

El rayo impactó directamente en el núcleo de la Expansión de Dominio de Kenjaku, creando una grieta en la barrera sombría que lo rodeaba. Uraume, viendo la oportunidad, liberó todo su poder restante en un ataque final, dirigiendo al dragón de hielo hacia el corazón del dominio.

—"¡Ahora!" —gritó Uraume, y el dragón rugió, atravesando las sombras y el hielo que había mantenido el dominio de Kenjaku.

Kenjaku, sorprendido por la fuerza combinada de Pikachu y Uraume, intentó retroceder, pero era demasiado tarde. El dragón de hielo atravesó su pecho, congelando su cuerpo en un instante. La sombra de su dominio colapsó, desmoronándose a su alrededor como una onda de energía descontrolada.

Kenjaku, atrapado en el hielo, sonrió débilmente, su rostro congelado en una mezcla de incredulidad y resignación.

—"Tú... maldito traidor... Uraume..." —susurró mientras su cuerpo se desintegraba en fragmentos de hielo y energía maldita—. "Esto... no ha terminado..."

Con un último crujido, el cuerpo de Kenjaku se desmoronó por completo, dejando solo un rastro de polvo maldito que se desvaneció en el aire.

El silencio cayó sobre el campo de batalla. El cuerpo de Uraume, tras liberar todo su poder, comenzó a desmoronarse también, exhausto por la batalla y por el sacrificio que había hecho. Tengen, debilitada, observó en silencio cómo la fiel seguidora de Sukuna caía de rodillas, con los ojos fijos en el cielo.

—"Sukuna-sama... he cumplido mi promesa..." —susurró Uraume, su rostro mostrando una extraña mezcla de paz y resignación. Y con esas palabras, su cuerpo se convirtió en hielo puro, fragmentándose lentamente hasta desaparecer por completo.

Pikachu cayó al suelo, jadeando, su cuerpo casi incapaz de moverse. La victoria había sido obtenida, pero a un alto costo. La figura imponente de Kenjaku y la lealtad inquebrantable de Uraume habían sido derrotadas, pero la batalla dejó cicatrices profundas en el alma de Pikachu .

Mientras la luz del amanecer comenzaba a iluminar el cielo, Pikachu cerró los ojos, agotado, sabiendo que aunque habían ganado una gran batalla, la verdadera guerra contra las maldiciones  en el futuro apenas estaba comenzando puesto todo quedaría en manos de la siguiente generación.

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Fin del capítulo.

Pikachu en Jujutsu KaisenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora