Capítulo 26: El Último Confrontamiento

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Capítulo 26: El Último Confrontamiento

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Pikachu abrió los ojos de golpe, regresando al mundo físico tras la intensa batalla por su alma. Su pequeño cuerpo aún temblaba por el desgaste, pero algo en su interior brillaba con una nueva fuerza. La influencia maldita de Sukuna había desaparecido por completo, liberando su mente y cuerpo. Sin embargo, el aire que lo rodeaba era pesado, cargado de una ominosa presencia.

Frente a él, Kenjaku lo observaba desde lo alto de una colina. Su rostro mostraba una mezcla de satisfacción y arrogancia. El plan había funcionado, hasta cierto punto. Sukuna había caído, pero Pikachu seguía de pie. Kenjaku, el maestro titiritero, había estado manipulando cada pieza desde las sombras. Con Sukuna fuera del tablero, era su turno de enfrentarse a la rata eléctrica.

—"Impresionante, Pikachu. Jamás pensé que podrías derrotar al Rey de las Maldiciones," —dijo Kenjaku con una voz calmada, pero afilada como un cuchillo. —"Sin embargo, no cambiará nada. Yo seré quien te someta."

Pikachu, agotado pero decidido, dio un paso adelante. El sol ya había comenzado a ponerse, tiñendo el horizonte de rojo. La energía maldita de Kenjaku era sofocante, rodeándolo como una niebla negra que se cernía sobre él.

—"No importa lo que tengas planeado," —pensó Pikachu, sus mejillas chispeando con electricidad. —"¡No te dejaré ganar!"

Kenjaku hizo un gesto con la mano, y al instante, el suelo comenzó a temblar. Maldiciones gigantescas emergieron de las sombras, criaturas deformes y monstruosas que parecían estar compuestas de odio puro. Con su técnica de Manipulación de las Sombras, Kenjaku podía controlar a decenas de ellas a la vez, y ahora las dirigía todas hacia Pikachu.

—"¿Ves? No hay necesidad de que luchemos directamente. Mis maldiciones te aplastarán."

Las maldiciones, enormes y llenas de odio, rugieron mientras se abalanzaban hacia Pikachu. Sus ojos brillaban con hambre maldita, y sus cuerpos deformados vibraban con poder.

—"¡Thunderbolt!" —gritó mentalmente Pikachu, y una descarga de electricidad salió disparada de su cuerpo, alcanzando a las primeras maldiciones que lo atacaban.

El rayo golpeó a las criaturas con fuerza, pero a pesar de que algunas se desintegraron por completo, otras siguieron avanzando. Kenjaku sonrió. La batalla estaba diseñada para desgastar a Pikachu, para debilitarlo lentamente hasta que no quedara nada.

—"No será tan fácil, Pikachu. Esta vez, no estás peleando contra un solo enemigo. Estás luchando contra un ejército."

Pikachu saltó al aire, evitando el golpe de una maldición que intentaba aplastarlo con una enorme garra. Disparó un Rayo hacia el suelo, electrocutando a las maldiciones que se acercaban, pero las criaturas seguían saliendo del suelo, una tras otra, como una marea interminable.

Kenjaku observaba desde la distancia, sus manos moviéndose con elegancia mientras manipulaba a las maldiciones con precisión. Pikachu comenzaba a cansarse; su energía no era infinita, y Kenjaku lo sabía.

—"Mírate, luchando desesperadamente, pero no puedes detenerme," —dijo Kenjaku, alzando la voz por encima del rugido de las maldiciones.

Pikachu jadeaba, su cuerpo brillante con electricidad, pero sus reservas estaban disminuyendo. Si no encontraba una manera de detener el flujo interminable de maldiciones, todo estaría perdido. Sabía que no podía seguir luchando de esta manera. Kenjaku tenía el control total de la situación.

—"No puedes ganar si sigues luchando a su ritmo," —se dijo a sí mismo. —"Debo detener a Kenjaku, o esto no terminará nunca."

Reuniendo todas sus fuerzas, Pikachu esquivó otro ataque y comenzó a correr directamente hacia Kenjaku. La electricidad envolvía su cuerpo, formando una esfera de poder puro. Voltiocambio. Un rayo de luz explotó a su alrededor mientras se lanzaba hacia su verdadero objetivo.

Kenjaku alzó una ceja, sorprendido por la repentina ofensiva directa. —"¿Acaso crees que puedes alcanzarme?"

Pero Pikachu no tenía intención de simplemente alcanzarlo. Su objetivo no era solo derribar a las maldiciones, sino atacar a la fuente del mal.

—"¡Ahora o nunca!" —pensó mientras toda la energía acumulada en su cuerpo explotaba en un ataque de Electrocañón dirigido a Kenjaku.

El impacto fue devastador. La electricidad rasgó el aire y alcanzó a Kenjaku con una fuerza abrumadora, rompiendo su concentración y dispersando parte de las maldiciones que lo rodeaban.

Pero Kenjaku no cayó tan fácilmente. Con un movimiento de su mano, creó una barrera de energía maldita a su alrededor, absorbiendo parte del impacto, aunque tambaleándose bajo el poder del ataque de Pikachu.

—"Impresionante... pero todavía no es suficiente."

Antes de que Pikachu pudiera reaccionar, Kenjaku activó su Expansión de Dominio.

El espacio alrededor de Pikachu cambió de inmediato. Todo se oscureció, y de la nada, enormes manos negras surgieron del suelo, atrapándolo. Dentro de la expansión de Kenjaku, las maldiciones lo rodeaban completamente, cada una más gigantesca y aterradora que la anterior. No había escapatoria.

—"Dentro de mi dominio, Pikachu, soy omnipotente. Aquí, tu derrota es segura."

Las manos malditas comenzaron a apretar, estrujando a Pikachu. La electricidad chisporroteaba, pero no podía liberarse. La presión era insoportable. Kenjaku lo miraba desde lo alto, su sonrisa más amplia que nunca.

—"Y ahora, pequeño héroe, será el final."

Pikachu, sintiendo cómo su energía se agotaba y el dominio lo oprimía cada vez más, cerró los ojos un segundo, intentando encontrar una chispa de esperanza. La batalla había sido larga, el cansancio lo dominaba, pero no podía rendirse. No ahora.

Recordó a los amigos que había jurado proteger, las tierras que necesitaban su fuerza. El alma de Pikachu aún brillaba, aunque todo estuviera en su contra.

Y entonces, algo cambió.

Una ráfaga de viento invisible recorrió el dominio, interrumpiendo brevemente el control de Kenjaku. Pikachu sintió cómo una nueva energía emergía de su interior. Era diferente, más intensa y primitiva que antes. Una combinación de la fuerza eléctrica que siempre había dominado, pero con un toque de lo que alguna vez fue la energía maldita de Sukuna, ahora purificada y controlada por su propia voluntad.

Pikachu abrió los ojos, y su cuerpo comenzó a brillar nuevamente, pero esta vez, con un poder nuevo y devastador.

—"¡No terminarás conmigo, Kenjaku!" —pensó mientras liberaba una descarga de energía pura que hizo temblar el dominio entero.

Kenjaku, al ver el nuevo poder que Pikachu había desatado, dio un paso atrás, sorprendido.

La batalla real había comenzado.

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Pikachu en Jujutsu KaisenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora