Capítulo 32: El Confesionario de la Inmortal

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Capítulo 32: El Confesionario de la Inmortal

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El campo de batalla, antes un caos de poder maldito y hielo, se encontraba en un inquietante silencio. Los cuerpos sin vida de los aliados caídos, el polvo de Kenjaku y los fragmentos helados de Uraume yacían desperdigados por doquier. En medio de la desolación, Tengen se tambaleaba, herida gravemente, con la sangre manchando su ropa y su inmortalidad desmoronándose rápidamente. Su respiración era irregular, su pecho subía y bajaba con dificultad. Pikachu, a su lado, luchaba por mantenerse en pie, aunque sabía que sus fuerzas estaban al borde del colapso.

Tengen lo miró con una mezcla de dolor y culpa, sus ojos llenos de una tristeza profunda que había reprimido durante siglos.

—"Pikachu..." —murmuró con una voz casi inaudible, el peso de los siglos cayendo sobre ella—. "Antes de irme... debo decirte la verdad."

Pikachu, jadeando y cubierto de heridas, logró arrastrarse hasta ella, inclinándose para escucharla. Tengen hizo una pausa, como si cada palabra que estaba a punto de pronunciar fuese una carga insoportable.

—"Hace mucho tiempo, cuando yo aún creía en el bien del Jujutsu... cuando pensaba que el poder podía usarse para el bien... fue cuando le enseñé a Sukuna. Él... era joven entonces, no el monstruo en el que se convirtió. Pero... me equivoqué."

Sus palabras resonaban como dagas en el aire. Pikachu escuchaba en silencio, mientras el frío viento soplaba entre los escombros. Tengen, la mujer inmortal que había sido testigo de la historia misma, dejaba escapar sus secretos más oscuros.

—"Debí detenerlo. Debí ver lo que iba a suceder... pero era mi arrogancia, mi creencia de que podía guiarlo. Sukuna, al principio, solo buscaba conocimiento. Pero con el tiempo, esa sed se convirtió en poder, y el poder se convirtió en maldad. Yo... lo creé. Y nunca lo detuve."

Pikachu sintió un nudo en el estómago. Las palabras de Tengen, cargadas de arrepentimiento, resonaban en su mente como un eco interminable.

—"Y no fue solo él..." —continuó Tengen, su voz rompiéndose—. "Kenjaku... Kenjaku fue mi amiga una vez. Compartíamos sueños, ideas... pero cuando vi en lo que se estaba convirtiendo, en lo que estaba dispuesta a hacer para alcanzar sus objetivos... la dejé marchar. No hice nada para detenerla. Y por eso, tantas vidas se han perdido. Por mi cobardía, por mi inacción."

Sus ojos, ahora húmedos por las lágrimas que rara vez derramaba, se encontraron con los de Pikachu.

—"Tú, Pikachu... has luchado con más valentía de lo que yo jamás podría haber soñado. Has dado todo por tus amigos, incluso cuando no tenías nada más que dar. Y ahora, por mi culpa, estás al borde de la muerte. Si tan solo hubiera sido más fuerte... si hubiera actuado antes, ninguno de ustedes habría tenido que sufrir."

Pikachu, con el cuerpo adolorido y la mente nublada por el cansancio, sintió una mezcla de compasión y dolor por Tengen. A pesar de todo lo que había pasado, de todos los errores que había cometido, su arrepentimiento era real. Ella había visto caer el mundo alrededor de ella y no había hecho nada para evitarlo. Pero Pikachu sabía que culparse ahora no cambiaría el pasado.

Con su último aliento de energía, Pikachu acercó su pequeña pata al cuerpo de Tengen. Sabía que la inmortalidad de Tengen estaba en su fin. Su regeneración fallaba, su cuerpo colapsaba, y cada segundo la acercaba más a la muerte. No obstante, Pikachu no podía dejar que muriera con tanto dolor en su corazón.

Con un brillo débil en sus ojos, Pikachu comenzó a concentrar la poca energía eléctrica que le quedaba. Sus rayos, antes poderosos y fulminantes, eran ahora apenas chispas. Sin embargo, con una determinación inquebrantable, dirigió toda su fuerza hacia Tengen, con la intención de sanar sus heridas y restaurar su cuerpo moribundo.

—"No... no lo hagas..." —dijo Tengen, al darse cuenta de lo que estaba haciendo—. "Pikachu, no debes..."

Pero Pikachu ya había tomado su decisión. Sentía que su propio cuerpo cedía bajo el esfuerzo. Su energía se desvanecía rápidamente, pero no le importaba. Si su último acto en este mundo podía salvar a alguien, entonces valía la pena.

El cuerpo de Tengen comenzó a brillar suavemente, regenerándose poco a poco. Las heridas mortales que la habían consumido empezaron a cerrarse, y su respiración se volvió más estable. Pikachu, sin embargo, sintió cómo su propia vida se apagaba. Cerró los ojos, sintiendo que el peso de la batalla finalmente lo vencía.

Mientras caía en la oscuridad, vio una figura acercándose. Era el Ángel de la Muerte, el mismo que una vez lo había resucitado. La figura se cernía sobre él, con alas majestuosas y una presencia que inspiraba tanto paz como respeto.

—"Es hora de partir, pequeño guerrero," —susurró el Ángel con una voz suave—. "Has cumplido con tu misión."

Pikachu, incapaz de moverse o hablar, simplemente asintió mentalmente. Sabía que había hecho todo lo que pudo. Había luchado hasta el último aliento. Y ahora, finalmente, podría descansar.

El ángel extendió su mano, y Pikachu, sintiéndose en paz por primera vez en mucho tiempo, la tomó. Juntos, comenzaron a ascender, dejando atrás el mundo de los vivos.

Mientras Pikachu se desvanecía en la luz, Tengen, ahora completamente regenerada, abrió los ojos, consciente de lo que había sucedido. Miró hacia el lugar donde Pikachu había estado y dejó escapar una lágrima.

—"Gracias... pequeño héroe," —murmuró con un susurro, sintiendo el peso de su sacrificio.

El alma de Pikachu había partido, pero su legado, y el de todos aquellos a quienes había salvado, permanecería para siempre.

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Fin del Capítulo.

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Capítulo siguiente : Dios, perdóname

Pikachu en Jujutsu KaisenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora