Capitulo 2

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Eris también es una diosa griega... la del caos.




Dos botones de su blusa están sueltos y constantemente me pregunto si la profesora Pérez es capaz de imaginar el enorme esfuerzo que hago para que mis ojos no resbalen en ese apretado escote.

-Construiremos un índice de peso informativo tomando en consideración tres variables...

Asiento cada tanto para aparentar que estoy entendiendo la actividad, más tarde Claudia, mi mejor amiga, se encargará de salvarme el trasero.

-Una vez asignadas las puntuaciones a las categorías de variables...

Es hermosa... Y, por Dios, ¡Esa boca! Me saca unos 5 centímetros de altura... quizá. Tiene 35 años, lo leí en su ficha el día que fui a llenar mi formato de inscripción.

Hago un tour completo por su cuerpo, y me quedo súbitamente sin aliento al llegar a sus ojos. Verdes, inhumanamente verdes, y siempre están rodeados por una fina línea negra que acaba en un triángulo.

-¿Tiene alguna duda?

¿Adoptaremos un perro cuando vivamos juntas o prefieres los gatos?

Esther Pérez es la mujer de mi vida desde que entré a la universidad. Y de tan mala suerte que, mi irresistible pelirroja, también es la profesora de Metodología.

-No, ninguna.

Esther me observa con una sonrisa juguetona en los labios.

-Gracias por hacer esto -murmura celestial- significa mucho para mí.

Asiento. Sonriendo como estúpida.

Un momento... un momento... ¿Qué diablos hago por ella?

Abro mucho los ojos.

-Claro, no hay problema -dudo, rogando por intervención divina.

Espero no haber prometido que la ayudaré a ocultar un cadáver. Aunque para ser honesta, por ella haría cualquier locura.

-En verdad, eres sumamente especial Fina -alarga el brazo para poner la mano sobre mi hombro, empujándome el cabello.

Me humedezco los labios y la miro fijamente. La clase ha terminado desde hace veinte minutos y en el corredor ya cesó el ruido de los alumnos que van y vienen. Esta es una situación que se repite constantemente entre nosotras. En ocasiones es la suerte, otras veces inventamos excusas absurdas; pero aquí estamos, a solas, en un salón de clases, intentando engañar al destino. Y ninguna quiere ser la primera en marcharse.

Somos imposibles. Yo existo en el hemisferio izquierdo de su cerebro y ella en la zona más ilusa de mi corazón.

-Quizá debo preguntar...

En ese momento alguien da un par de golpes en la puerta y no puedo averiguar lo que estoy haciendo por la profesora Pérez, debido a que un sujeto alto entra al salón.

-Buenas tardes, Esther. Dijeron que me estabas buscando -anuncia Méndez, con voz seductora.

Debo hacer un enorme esfuerzo para no blanquear los ojos ante su descarada coquetería.

-Eso sería todo, señorita Valero -Pérez me echa sin contemplaciones- nos vemos a las 4.

¿Qué va a pasar a las 4? ¡Mierda!

-¿Dónde dijo que...? -estoy en un lío, lo sé.

-En la librería de la plaza -me recuerda Esther inexpresiva, poniendo sus hermosos ojos sobre el hombre que ahora se acerca al escritorio.

MAFIN: <<Tus Ojos>>Donde viven las historias. Descúbrelo ahora