Capitulo 46

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Mis infiernos se apagan en su incendio.

Puedo decir con certeza cuál es el momento exacto en el que perdí la cabeza, y juro que sus labios también eran los protagonistas. Paso mis brazos por detrás de su cuello, sintiendo la calidez de su piel bajo mis dedos, y sé que nadie ha marchado con tanto júbilo hacia su propia destrucción.

Sus manos me acercan más al escritorio, invitándome silenciosamente a subir. Por supuesto, mi naturaleza sumisa ya está de rodillas ante su alteza real, Marta de la Reina. Gimo al sentir la presión de su cuerpo al pegarse en el espacio que le hice entre mis piernas, cada movimiento suyo reinventa el fuego; y luego una melodía irritante interviene.

-Mi teléfono -explico con la respiración agitada, mientras pongo mi mano detrás de su nuca y la empujo de nuevo hacia mis labios, ansiosa por continuar devorando el tiempo perdido.

-Apaga eso, es horrible -gruñe y en lugar de volver a mi boca me da ligeros mordiscos en la oreja.

Todo mi cuerpo empieza a exigir más cercanía y menos ropa de por medio. Con la vista nublada, alcanzo a ver el nombre de Claudia en la pantalla. Marta succiona con fuerza la piel de mi cuello y, en ese arrebato, en lugar de desviar la llamada, mi dedo arrastra hacia la opción de contestarla.

-Me vas a amar...

-Te llamo luego -la interrumpo buscando a tientas cómo apagar el maldito móvil para que nadie interrumpa esto.

-Estás por llegar a las veinte mil lecturas en menos de una hora, esto es sorprendente -grita emocionada.

Marta se yergue tensa y ladea la cabeza en dirección a la voz de Claudia.

-¿De qué hablas?

-Lo hice por ti, me das las gracias luego...

-No te pedí que hicieras nada... -miro a Marta nerviosa.

-Dame una copia -ordena muy seria.

-¿Fina? -pregunta Claudia.

-No sé lo que hiciste, pero bórralo ahora -le pido y cuelgo el teléfono.

Las personas lo han leído. Me mareo al pensar en ello. Intento recordar cada palabra escrita, pero una presión dolorosa en mi sien me lo impide.

Bajo del escritorio.

-Jaime se va a encargar -declara Marta- Dame una copia, ahora.

-No, me voy a encargar yo -me acerco y pongo en sus labios un beso fugaz- No puedo ir al pasado y corregir mis errores, pero sí puedo aprender y equivocarme mejor. Confía en mí.

-¿Estás segura de que deseas salvarme?

Estoy a punto de atravesar la puerta cuando escucho su pregunta. Me detengo y volteo; ella no se ha movido.

-¿Vas a estar aquí cuando regrese?

Silencio. Un silencio tan grande como la misma Aurea Mediocritas nos envuelve.

-Supongo que, conforme avance la historia, ambas preguntas encontrarán su respuesta.

En este punto, los personajes han tomado el control, y cuando eso sucede, todo se convierte en una moneda en el aire; cualquier cosa puede pasar. Me pregunto, ¿estoy realmente preparada para enfrentar otro final sin ella?

Aprieto el embrague y avanzo zigzagueando entre los autos, esquivando el tráfico de las personas que salen de sus trabajos a mitad de la tarde. No sé aún si quiero salvar a Claudia de los Heretic o si debería matarla yo misma.

Claro que no había forma de que ella supiera que Marta volvería hoy, y mucho menos podía anticipar lo que nosotras... ¿nosotras qué exactamente? ¿Qué estaba a punto de ocurrir en esa oficina? Vale, que no soy ingenua, sé que tendríamos sexo. Sin embargo, eso no resuelve mi dilema principal, ¿acaso tengo algo serio con Marta? Y aun si existiera algo entre nosotras, ¿cómo altera eso mi comprensión de la realidad? Un beso de ella, por apasionante que sea, no puede borrar ni redimir los crímenes cometidos en Animus.

MAFIN: <<Tus Ojos>>Donde viven las historias. Descúbrelo ahora