Capitulo 6

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Mato a la princesa y me quedo con el dragón.





—Son tópicos que funcionan para tranquilizar al lector —argumenta Claudia. 

—Y límites creativos para el escritor —tomo nota de mi humilde aporte. 

Arrojo un libro más a la pila que ojeamos, nos encontramos trabajando en el proyecto de teoría y práctica del relato. Se supone que debemos hacer una investigación que servirá de base a la hora de construir una historia original. Pero a medida que leemos solo encontramos barreras, y empiezo a pensar que escribir es como uno de esos dibujos donde cada color tiene asignado un número. Al final el artista todo lo que debe hacer es seguir las instrucciones y pintar algo que ya se ha visto cientos de veces. 

—Funciona. Huérfano, símbolo de bondad, nombrado héroe 500 años atrás por un mago; casualmente tiene amigos listos para salvarle el trasero en cualquier momento, se lía con el personaje más guay de la historia, y obviamente jamás muere —mientras habla Claudia va haciendo una lista— supongo que lo original es la aventura que vive este chico. Así lo prefieren todos. 

—¿Original? —mascullo, rascándome la mejilla y bostezando— generalmente tiene una misión, aparece el malo y enfrenta dos o tres problemas que resuelve con el poder mágico del amor. Este proyecto es estúpido y fácil. 

—Vamos a lo romántico. Una chica se enamora de su profesora, se fuga con ella todas las tardes y tiene una mejor amiga que le salva el culo haciendo su proyecto de literatura —resume Claudia. 

—Mi trabajo es real —miro la hora en el teléfono— y llegaré tarde si continúo con esta basura. Hagamos una lista con lo que no debe faltar en una historia, investigamos sobre eso y lo de escribir es sencillo. 

Claudia no parece muy convencida, sin embargo, tampoco quiere seguir perdiendo el día en la biblioteca, por tanto, ambas tomamos caminos distintos. Ella seguro terminará la tarde en la habitación de alguna conquista, yo mirando una oficina cerrada. 

¿Por qué eres tan huraña, Marta de la Reina? 

Recuerdo las palabras de Digna: No es fácil dejar que entre a tu vida una persona que no podrás conocer jamás. Ella no sabe de qué color son tus ojos, tus expresiones al hablar y no sabrá cómo encontrarte si luego te marchas. 

Yo no soy de las que se va. Imaginarla sola me tortura de formas inenarrables. 

Adelanto en zigzag a dos o tres coches, acto seguido, meto la tercera, el rugido de la moto rompe el aire. Cuando estoy frente al portón, pongo mi dedo anular sobre la cerradura y esta se abre despacio. 

Al menos mi aburrido empleo me permitirá pensar en la puta historia de literatura. 

Voy directo a la cocina. Un tanto impaciente por averiguar si Marta ha respondido mi nota, pero los ánimos se me van al piso cuando Digna me dice que no le ha pedido escribir algo para mí y sale al jardín a regar sus plantas. 

 Por ahora tengo mis propios problemas, ya pensaré más adelante en cómo resolver la vida de de la Reina.

Busco lápiz y papel en mi maleta, con el propósito de continuar el planteamiento de Claudia, mientras disfruto de las galletas que Digna ha horneado. 

Un héroe sin padres, con una misión, un enemigo y un interés amoroso. 

Lo único que yo comparto con un héroe es la muerte de mi padre y mi no tan secreta obsesión con la profesora Pérez. Si alguien escribiera esta historia ni siquiera sería un cliché interesante, tengo un desarrollo a medias. 

MAFIN: <<Tus Ojos>>Donde viven las historias. Descúbrelo ahora