Capitulo 32

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 Por tu mirada. 


Me ladeo ligeramente hacia la derecha. Emboco la curva y adquiero potencia transitando veloz entre los coches hasta detenerme enfrente de Animus. 

«Paso en cinco» 

Dos flechas azules indican que el mensaje fue recibido y leído por mi madre. 

Levanto el visor del casco y bostezo. Decidí tomarme un tiempo con los estudios, redefinir mis metas. 

Estos últimos meses estudiar ciencias de la comunicación no es algo que me emocione, estoy trabajando en una heladería del centro con Claudia, ella ha mejorado, me parece una forma horrible de decirlo, pero tarde o temprano los recuerdos volverían y tuvo que enfrentarse a ellos. Decidió que también necesitaba alejarse de la universidad por un tiempo. 

Hoy es mi día de descanso y le prometí a mi mamá que vendría por ella al trabajo. Es enfermera en Animus, un centro de salud mental. Pocas veces me paso por aquí, recuerdo que de pequeña nos contaban historias aterradoras sobre el edificio, como cualquier clínica de salud mental tiene su pasado de crueldad y torturas. Confieso que me sigue pareciendo atemorizante, el asolado edificio va perfecto con cualquier filme de horror.  

Reviso mis redes sociales.  

Ya perdí la costumbre de teclear «Marta de la Reina» en el buscador, para saber si hay alguna noticia sobre ella. 

Desapareció. 

¿Fue real? 

Golpeo el tanque con el puño. No puedo estar pensando estas cosas, me lo prohibí hace meses, cuando el oficial Gutiérrez, me advirtió que ser arrestada dos veces a la semana, por allanar la mansión de Berenguer, no es ningún juego. 

Bloqueo la pantalla del teléfono y estoy por guardarlo cuando el reflejo de un símbolo llama mi atención, levanto la cabeza buscando esa imagen. 

Animus está protegida por una cerca metálica, y sobre la reja hay un ojo cuya pupila tiene forma de triángulo. 

El mismo símbolo en el anillo de Marta. 

Frunzo el ceño y levanto el teléfono para tomar una foto. 

Hago zoom y presiono una pequeña lupa en la parte inferior de la galería para buscar el significado en internet. 

Heresim: Institución o secta de carácter oculto. 

Puedo pasarlo por alto, pero los artículos tienen títulos de este tipo: 

Heresim, el sangriento ritual de iniciación. 

La secta que cometió los asesinatos más atroces. 

El poder oculto de los Heretic. 

Secta criminal.  

Bajo de la moto y me acerco a la reja. 

—Buenas tardes, vengo a visitar a un paciente —digo, presionando el comunicador del videoportero. 

—¿Nombre? —del otro lado responde una mujer malhumorada. 

Trago saliva. 

Begoña era brillante, algo peligroso si incomodas a las personas incorrectas. 

—Begoña Montes

Noto como los nervios tensan cada vello de mi brazo. 

—¿Quién solicita verla? 

Cierro los ojos y contengo la respiración. 

—Marta de la Reina. 

La mujer chasquea la lengua. 

—Aparece una nota —indica con aburrimiento— todas las visitas deben presentarse con un permiso sellado por el señor… —hace un sonido asqueroso, al parecer está comiendo— Berenguer, solo pone Berenguer, no tengo más detalles por ahora. 

El miedo me impide respirar. 

Está aquí. 

Golpeo la pared con el puño y un dolor brutal me lacera el corazón. 

—Esther Pérez —se me quiebra la voz— quiero ver a Esther Pérez. 

Ya me encargué de Esther. 

Me sostengo de los barrotes, no soporto el peso de mi propio cuerpo. Antes de obtener una respuesta la reja se abre y veo a mi madre saliendo, rápidamente la empujo de nuevo al interior. 

—¿Qué ocurre…? —pregunta confundida— vamos a... 

—Necesito entrar. 

Me sujeto de sus hombros, porque no puedo controlar los temblores de mis piernas. 

—¿Fina? 

—Trajeron a alguien aquí, hace como… cinco meses. 

—Entran y salen pacientes muy a menudo —me explica calmada. 

—Debo encontrar a alguien. 

Me llevo la mano al pecho. 

—Fina, puedes explicarme que… 

—Esther Pérez. 

Frunce el ceño, sé que el nombre le suena. 

—¿Tu profesora? 

—¿Está aquí? 

—No. 

—¿Los atiendes a todos? 

—Trabajo con los menores, pero… 

—Está aquí —camino al edificio —Ayúdame a encontrarla. 

—Espera —se me adelanta— voy a pedir informes en recepción, no entres, son pacientes psiquiátricos Fina, tu presencia los puede alterar.

La veo desaparecer en el tétrico edificio, pero si permanezco un minuto más sin hacer nada me voy a internar voluntariamente. 

Conozco a mis personajes. 

Empiezo a correr, nunca había estado en Animus. Es deprimente y nadie me presta atención, después de todo se trata de un sanatorio estatal con empleados descuidados; huele mal y solo importa que los pacientes no se maten entre ellos, el resto los tiene sin cuidado. 

—¿Esther Pérez? —pregunto a un chico con ropa blanca y gafas demasiado grandes para su cara. 

—¿Disculpe? —sostiene un portapapeles, asumo que no lleva mucho tiempo trabajando aquí. 

—Pelirroja, alta, de tetas impresionantes y un culo perfecto —es hombre, si Esther está aquí ellos la notan en el primer segundo y se lo comunican a todos. 

—Hay una mujer en el piso de arriba, pero no se llama así… 

—¿Qué habitación? —le exijo elevando la voz. 

—Noventa y…—duda, por primera vez se pregunta quién soy y qué hago aquí. 

—Tuve sexo con ella —ya sé cuánto los bloquean esas fantasías. 

—Ocho… ¿tienes autorizado…? 

Empiezo a correr, tomándolo por sorpresa. 

93… 

95… 

Empujo la puerta. 

Diablos. 

Verdes, inhumanamente verdes. 

¿Qué hicieron contigo? 

MAFIN: <<Tus Ojos>>Donde viven las historias. Descúbrelo ahora