Capitulo 44

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Estás muy loca, mi amor.



Eleva la mandíbula con una elegancia innata, permitiendo que el humo de su cigarrillo se disperse lentamente en el aire, como si pintara una neblina de misterio alrededor de su figura. Su cabellera rubia, intensa y vibrante, fluye en cascadas sobre sus hombros, enmarcando un rostro de rasgos delicados y una tez pálida que resalta la profundidad de sus ojos.

Y todas las mierdas del olvido se van por tierra cuando me doy cuenta de que mi cerebro y mi corazón no están ni cerca de seguir la misma ruta. Todos estos días pensando que había logrado desintoxicarme de ella resultaron ser solo una farsa, un autoengaño elaborado. Porque ahora, con cada latido acelerado, mi corazón insiste en recordarme que Marta de la Reina es un mal que no se cura.

-Sabías que vendría -murmuro sin atreverme a dar un paso más dentro de su estudio.

-No existe otra razón para que me encuentre aquí en este momento -dice mientras apaga su cigarrillo en el cenicero y se levanta. En su mano sostiene un bastón, que claramente no necesita para moverse por su oficina; la conoce tan bien como me conoce a mí.

Verla me produce un escalofrío inexplicable, como si estuviera frente a una figura imponente esculpida en un enorme bloque de hielo.

-¿Dónde estabas? -pregunto, mirándola con cautela. Siento una horrible opresión en el pecho, como si en cualquier momento ella pudiera estallar en pedazos y desaparecer de nuevo.

-Con todo lo que has explorado, vienes a plantearme la pregunta más insípida imaginable...

-No estoy para tus juegos, Marta. -doy algunos pasos largos para plantarme frente a ella- te fuiste sin dejarme siquiera...

-Justificar tu traición.

-Pedirte una disculpa.

-¿Eso que soluciona?

-Nada. Pero te disculpas cuando le haces una estupidez a la persona que amas y si es que te aman de vuelta entienden que no puedes ser perfecta.

-Adelante, ilústrame, ¿por qué vas a disculparte? ¿Por entregarle mi libro a Esther? ¿Por haberme mentido?

-El que anticipes mis diálogos con tu brillante genialidad de escritora lo estropea todo, puedes por un segundo salirte de tu papel de Marta de la Reina.

-¿Mi papel? Date cuenta de que me estás pidiendo que me transforme en alguien que no soy, todo para que tú te sientas mejor contigo misma.

Me pongo las manos en la cintura y sacudo la cabeza.

-Cállate, de verdad, te lo pido. Deja de hablar así por dos segundos.

Aunque nos separan escasos 40 centímetros, nos comunicamos a gritos y ahora ya no sé quién está más furiosa.

-Si pensaras más como escritora, serías capaz de articular algo razonable sin exigir que modifique el tono de esta conversación.

-Solo te pido que lo hagas diferente.

-¿Y cómo esperas que actúe, Fina?

-Como mi novia.

Mi propia respuesta me toma por sorpresa. Marta gira la cabeza ofuscada y luego clava sus ojos en mí, juro que se siente como si me mirara por dentro.

-Confiaba en ti. Me traicionaste. Perdón si no interpreto el papel que más te consuela.

-Solo te pido hablar sin tener que pasar nuestras palabras por un editor de texto, quiero el primer borrador de Marta de la Reina -doy un paso más hacia ella.

MAFIN: <<Tus Ojos>>Donde viven las historias. Descúbrelo ahora