Capitulo 29

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Mi hogar ya no es un sitio, eres tú.


Es extraño estar en mi habitación y no sentirla como mía. No sé qué diablos sucede, solo estuve un mes viviendo con Marta, ¿por qué toda mi vida me parece ahora una puesta en escena? 

Claudia no se parece a mi amiga, el abrazo de mi madre fue el saludo de un extraño y hay un hueco en mi pecho que no deja de crecer entre más tiempo paso lejos de Aurea Mediocritas. 

Me revuelvo entre las sábanas buscando ese distintivo olor a tabaco, pero no lo encuentro y entonces puedo entenderlo. Yo era un cachorro de tigre que fue atrapado desde que nació, me mantuvieron en la cómoda jaula de un zoológico acompañada por el público y los cuidadores, conocer a Marta fue un vistazo al mundo salvaje, escribiendo en su despacho me sentí libre por primera vez. 

Yo crecí aquí, pero pertenezco allá. A las letras, a la salvaje soledad de la novela que está en mi teléfono.

Me levanto decidida y abro la puerta, mi madre viene entrando y tropezamos 

—Fina... —para ella también soy una desconocida, lo veo en sus ojos— te buscan en… 

Salgo rápido, creyendo que encontraré a una guapa rubia, pero en su lugar está una chica alta, de cuerpo atlético y rostro afilado. 

—Carmen —saludo indiferente. 

Carmen se gira y me contempla de arriba abajo. 

—Hola, me da gusto volver a verte. 

Me dio una paliza, no puedo decir lo mismo. 

—¿Qué haces aquí? 

Suspira y mueve las piernas nerviosa. 

—Estaba preocupada, desde lo que pasó con Claudia… —se retuerce los dedos, nunca la había visto así antes— nadie sabía nada de ti… 

—Tengo un empleo —informo cortante. 

—Eso dijo tu madre —se muerde el labio— es algo relacionado con la profesora Pérez. 

Levanto la barbilla, mientras la estudio con desconfianza. 

—¿Estás aquí para hablar de Esther? 

—Sí —niega con la cabeza— lo cierto es que… me preocupaba que estuvieras con ella. 

—Esther tiene a alguien, no te hagas falsas ilusiones. 

—No es nada de eso —explica enseguida y se rasca la cabeza— en realidad me preocupaba por qué… debo decirte la verdad. 

Me cruzo de brazos. Si quería mi atención ya la tiene, aquí pasa algo. 

—Habla. 

—Nunca me acosté con ella —revela en voz baja y me mira a los ojos. 

—Una parte de mí sabía que alardeabas. ¿Algo más? 

Desvía la mirada, indecisa. 

—El problema es que ella me pidió que lo hiciera. 

Arrugo la frente. El mundo ha decidido volverme loca, contándome las cosas a medias. 

—Desarrolla mejor tu historia, niña. 

Se muerde el labio con tanta fuerza que lo veo palidecer bajo sus dientes. 

—No alcanzaban mis créditos para aprobar Metodología, me sacarían del equipo… —tuerce la boca— ella me pidió que creara ese rumor y que llegara a tus oídos. A cambio de algunos puntos. 

MAFIN: <<Tus Ojos>>Donde viven las historias. Descúbrelo ahora