Capitulo 17

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Define amor para mí .



Un día te das cuenta que has quemado los neumáticos conduciendo sin dirección sobre los peligrosos callejones de una vida que no conoces.  

Es la tuya, supones. Eso dicen todos, pero… y cuando te vuelves una extraña para ti misma.  

Acelero.  

Son las mismas calles, las mismas casas, las mismas personas, incluso los mismos sentimientos. Yo he cambiado. Mi ceguera no es igual a la de de la Reina, ella es consciente de sus limitaciones, yo ajustaba las velocidades para transitar un camino que no puedo ver y ahora sé que si continúo de esta forma me voy a estrellar.  

No quiero morir… aún.  

Entonces freno.  

Son las mismas personas, los mismos sentimientos… ¿Qué estoy sintiendo exactamente?  

—Ya pueden retirarse.  

La profesora Pérez camina a su escritorio y veo que golpea con más fuerza de la necesaria las teclas de su laptop, ha estado de malhumor. Incluso ha concluido la clase quince minutos antes.  

No me levanto, recargo los brazos sobre mi mesa mientras veo que todos guardan sus cosas y abandonan la clase. Esther no se percata de mi presencia hasta que el último estudiante choca contra el marco al marcharse.  

—Lo lamento —se disculpa nervioso, el mal humor de Pérez intimida a cualquiera.  

Aun así, los ojos de la profesora están fijos en mí.  

—¿Necesita algo, señorita Valero?  

A ti. 

—Tengo una duda —me pongo de pie y camino en dirección a su mesa— ¿por qué de la Reina?  

Arruga la frente. 

—Con respecto a la clase —especifica irritada. 

Sonrío. Debo confesar que es mucho más guapa en su papel de profe mala.  

—De la clase nunca entiendo nada —encojo los hombros y sostengo su laptop para voltearla hacia mí y averiguar lo que ocurre— demasiados procesos.  

Presiono un par de teclas que arreglan el problema y le regreso su equipo. Esther me observa a la defensiva, con los brazos cruzados.  

—No puedo ayudarte con un tema externo a…  

—Tú dijiste que la amabas.  

—Usted —corrige en voz alta— Estamos en la universidad y le solicito que se dirija a mí de forma apropiada.  

—¿Por qué de la Reina?  

Sujeta un bolígrafo y lo pasea entre sus dedos. 

—No entiendo esa pregunta. 

—¿Por qué la amas?  

Parpadea varías veces. Supongo que no esperaba una pregunta tan directa y parece que jamás se ha planteado la respuesta que debe ofrecer ante ello.  

—El sentimiento está ahí… es todo.  

Aprieto tanto los labios que se me ponen blancos. 

—Esa no es respuesta para algo tan intenso, algo capaz de liberar la energía necesaria para crear mundos nuevos. 

Susurro sin mirarla, recordando las palabras de Marta.  

—Está o no. Eso de darle vueltas es para escritores. No hay nada trascendental en amar. 

MAFIN: <<Tus Ojos>>Donde viven las historias. Descúbrelo ahora