Capitulo 27

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Ponme una máscara y te digo la verdad.


Un repiqueteo de tacones sobre el mármol delata que Esther ha entrado al despacho. Enderezo la espalda y empiezo a doblar una hoja mirando en dirección a Marta, no existe la más mínima perturbación en ella, la luz que entra por la ventana me permite ver a detalle su expresión y esta se mantiene inalterable, pero sé que su sentido del oído está súper desarrollado y también sabe que Pérez está aquí.

-Vaya que han cambiado las cosas -Esther levanta las cejas y me mira sentada detrás del enorme escritorio de madera. Ocupando el lugar de de la Reina.

¿Qué ha pasado con la profesora Pérez?

Ha transcurrido casi un mes desde la última vez que vino, cuando "discutieron" y Marta nadó conmigo en la piscina. Con todo el tema de Begoña, mi libro y lo buena que es de la Reina en el sexo olvidé por completo que hay una pelirroja que me trajo aquí para ser la carnada. Misión que podría clasificarse como exitosa.

-Buenas tardes, profesora Pérez -me levanto apenada y guardo el papel en el bolsillo trasero de mis vaqueros.

-Veo innecesario preguntar cómo estás -se acerca y pone su mano en mi hombro, inclinándose para darme un sonoro beso en la mejilla.

Miro de reojo a Marta, la única turbación es que ha ladeado ligeramente la cabeza. Pero no necesita arrugar la frente, ni apretar los puños; identifico este movimiento simple como una advertencia y doy un paso atrás para evitar cualquier contacto con Pérez.

Así funcionan las cosas. No porque me haga una escena de celos, no porque aquello la altere, no por lo que pueda crear su imaginación. Lo hago porque la respeto, los pequeños roces de Esther me calientan la piel, pero ella es mi reina de fuego y no quiero más llamas que las de su cuerpo.

-Fue terrible lo de Claudia—Pérez deja su bolso sobre el escritorio, ya no intenta acercarse.

La miro sin entender.

-¿Claudia?

No sé de qué está hablando. Pero hay un dejo de pena en su voz, ¿intenta jugar conmigo?

Esther entrecierra los ojos y me mira como su fuera una niña a quien debe explicarle porqué su pequeño hámster no ha despertado en todo el día.

-¿Has hablado con tus compañeros? -pregunta preocupada- ¿con tu madre?

A ambas pregunta respondo sacudiendo la cabeza. He permanecido demasiado tiempo en el mundo de Marta. Admito que me desconecté por unas semanas, ¿qué tan grave puede ser? Necesitaba tiempo y espacio para escribir mi libro, la soledad en Aurea Mediocritas me brinda tales cosas. Es lo que alguna vez le dije a Marta, salir de mi propia piel y dejar de ser yo misma. Estas vacaciones han sido eso, un descanso

-¿Claudia está bien?

Esther suspira por la boca.

-Al parecer decidieron darse otra vuelta por Atlantis hace una semana y la atacaron... le está costando recuperar la memoria.

Un momento. Un momento.

Esto no está pasando, Esther intenta sacarme de aquí, es obvio.

Claudia está bien, es mi mejor amiga, si algo le hubiese ocurrido, yo...

Desbloqueo la pantalla de mi teléfono, en estas semanas la única aplicación que uso es la de notas y el diccionario, que ocupo con frecuencia para entender mejor los insultos de Marta.

Mi madre a escrito cientos de veces, me agregaron a un chat grupal con varias chicas de la escuela y algunas jugadoras de voleibol, entre ellas Carmen, enviaron textos por separado para avisarme que a mi mejor amiga la han...

Llego al último mensaje que recibí de Claudia.

«Me ha invitado Mateo a Aston, ojalá estuvieras aquí para decirme lo idiota que soy por aceptar»

Cierro los ojos y me llevo una mano a la frente, recordando aquella madrugada, cuando Claudia me llamó porque ese cretino la dejó sola en medio de la nada.

En esa ocasión mi teléfono tenía el sonido activado y pude llegar a tiempo.

-Lo lamento -dice de nuevo Esther y pasa su mano detrás de mis hombros para estrecharme contra su cuerpo.

Interiormente lo agradezco, porque me han quebrado y en cualquier momento caeré hecha pedazos.

Estoy muda, inmóvil. Espero despertar con el alivio de haber escapado de una pesadilla. Pero las manecillas del reloj siguen girando, el mundo asqueroso en el que estoy, es el mundo real.

-¿Dónde está? -me muevo veloz hacia la puerta.

-No.

La voz grave de Marta me envuelve la columna vertebral y consigue asustarme lo suficiente para que no pueda dar un paso más.

-Es mi mejor amiga.

-¿Eres médico?

Arrugo la frente y miro en dirección a Esther buscando alguna pista sobre lo que ocurre aquí.

-Debo saber cómo está.

-Herida y sin recuerdos -sostiene el bastón con fuerza y se mueve en dirección a su escritorio- si necesitas más detalles, Esther te los proporcionará.

¿Esto está sucediendo realmente?

-Quiero verla.

-No interpretes un papel que se escapa a tu desarrollo. Tu historia transcurre en esta oficina. Pretendes correr a ella porque la violaron, no porque te importa. Olvida eso, no eres un personaje arquetipo, fuiste planeada con otro fin.

Hay un nudo en mi garganta que me asfixia.

Muevo la cabeza despacio y cierro los ojos durante un segundo.

-Ten cuidado con lo que dices -interviene Esther, dirigiéndose a de la Reina.

-No puedes entrar a esta oficina, te lo advertí -dice sentándose detrás de su escritorio- Fina ven acá.

Parpadeo varias veces y sin decir nada camino a la salida.

-Esa no fue la orden -Marta eleva su tono.

Sostengo la puerta y giro para verla una vez más.

No interpretes un papel que se escapa a tu desarrollo.

-Yo no soy parte de tu puto libro -espeto con frialdad- Vete al diablo.

Y antes de escuchar algo más abandono esa lúgubre oficina.

Me dirijo al estacionamiento, ahí está el mercedes de Marta, pero no hay rastro alguno de mi moto. Miro los enormes muro del edificio con la horrible sensación de que si entro de nuevo no podré escapar y me echo a correr asustada. No me detengo hasta que respirar se vuelve doloroso.

¿Dónde está mi motocicleta?

¿Estaba de vacaciones o siendo la prisionera de una escritora demente?

Doblo el cuerpo colocando las manos sobre mis rodillas y respiro profundo varias veces. Frente a mí hay una larga y solitaria carretera, me tomará como tres horas llegar a la ciudad, pero no importa, necesito despegarme de la oscuridad de de la Reina por un momento.

Cruzo los brazos sobre mi pecho y sigo caminando.

Llevo semanas a su lado, olvidé a mi madre, a mi mejor amiga, olvidé incluso que en cinco días terminan las vacaciones y debo regresar a la universidad.

No interpretes un papel que se escapa a tu desarrollo.

Estoy en su historia. Pero no es para nada romántico, soy un personaje, no su coprotagonista.

Pasé tanto tiempo en su universo que ahora me siento como una turista de mi propio mundo.

Y lastimaron a Claudia.




MAFIN: <<Tus Ojos>>Donde viven las historias. Descúbrelo ahora