Capitulo 22

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Que alguien me salve, a veces despierto y soy yo. 


Digna no está en la cocina ni en el jardín. Me acuesto sobre la banca donde me he quedado dormida varias veces y, aunque intento caer en los brazos de Morfeo, mi cerebro crea escenas entre Marta y Esther a una velocidad desenfrenada. Quisiera tener la habilidad de desconectarme por un momento, mis emociones se sienten como un error, pero cuando estoy con alguna de ellas todas las dudas se desvanecen.  

Esto va a doler.  

Ya lo sabemos, no tendrá un final feliz para mí. No soy la protagonista y mis problemas no se resolverán milagrosamente con el poder del amor. 

Veo mi mano, enrojecida y temblorosa. 

Ellas duelen, y yo no corro. 

Estaba ebria en casa de Carmen, pero recuerdo perfectamente las palabras de Esther.  

Creo que me he enamorado de ti. 

Y estaba asustada cuando Jesús me subió al auto, pero de la Reina fue sincera.  

Cuando tú estás tengo sentimientos que solo han sido descritos en los libros. 

¿Yo he sido clara?  

A mí me gustas tú. Se lo dije a Pérez, dos veces. 

Nitlaokoya ipampa ahtak. Se lo confesé a Marta.  

Entonces, ¿por qué estoy aquí y ellas allá? 

¿Qué lugar ocupaba Begoña? 

Cuando el cielo se pinta de un naranja opaco, termina el efecto del analgésico y debo enfrentar la horrible sensación de pequeñas navajas abriéndome la carne. Camino hacia el borde de la piscina y los destellos amarillentos sobre el agua cristalina me hacen pensar en el fuego de la chimenea.  

Imagino una gota de sudor cayendo por la blanca piel de Marta mientras Esther prueba su cuerpo centímetro a centímetro. 

Aprieto mi mano herida y suelto un grito de dolor. 

El sonido de sus besos se reproduce más alto de lo normal, acompañado por los gemidos que sobrepasan cada muro de la casa cuando Pérez viene de visita. El lenguaje de placer que sus cuerpos han inventado para comunicarse me sube la temperatura y un deseo intenso se refugia en mi sexo. 

Agobiada por la dirección que han tomado mis pensamientos me empiezo a quitar la ropa y salto al agua. Está fresca, es una caricia placentera para mi quemadura y mis músculos se relajan. 

De la Reina y Pérez están juntas, su relación es una catástrofe nuclear que pone en peligro todo a su alrededor, y yo he quedado atrapada en el centro. Si alguien me pide una explicación es porque jamás ha perdido la cabeza por alguien y yo he perdido más que eso por ambas. 

Sí, tal vez soy un pasatiempo. Pero es hora de admitirlo, también me estoy divirtiendo. 

Y sí, va a doler, siempre es por dolor que uno llega al placer. 

Contemplo la quemadura en mi mano. 

La demencia fue creada para los escritores. 

Tarareo Planeador de Love Of Lesbian mientras floto con los ojos cerrados, despreocupada. La oscuridad de la noche protege mi cuerpo de miradas curiosas.  

—Debería tener heridas.  

No logro acostumbrarme a los pasos de fantasma de de la Reina y me sobresalto. 

MAFIN: <<Tus Ojos>>Donde viven las historias. Descúbrelo ahora