Capitulo 39

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Al final del cuento tendré que devorarte.


Estoy empezando a aceptar que soy tan lenta como Begoña señala cada vez que hablo. Correcto, siempre asumí que los secretos oscuros de Marta yacen en Animus; pero ellas están decididas a embarcarse en una misión desquiciada hacia la fosa, el sótano situado en el edificio principal.

Un laberinto de corredores intrincados, flanqueados por puertas que ocultan los ecos de los primeros pacientes de Animus, de una época cuando prácticas como la trepanación y las terapias de shock eran habituales.

Es lo que narran las leyendas urbanas que circulan por la ciudad, y mi madre lo confirmó en parte, especialmente al describir su arquitectura, pensada para que escapar no sea una tarea sencilla. 

 Ahora, ese par espera que me una a su descenso para buscar "información", un eufemismo que sospecho utilizan para esquivar el hecho de que realmente no tienen ni idea de qué es lo que buscan. 

Claudia palmea su cabeza pensativamente. En cuanto salí del trabajo, corrí a su casa para contarle todo y terminé despertándola al adueñarme de la mitad de su cama. 

—No entiendo nada, ve más despacio —me pide mientras exhala un profundo suspiro— Estabas con Begoña, de la cual, por cierto, prometiste alejarte. Luego se colaron a la habitación de la profesora Pérez, pero no la encontraron ahí, estaba en la oficina del… ¿hermano de Marta? 

—Parece que es el director de Animus. 

—¿Y tú no lo sabías? —se muestra confundida. 

—¿Cómo iba a saberlo? 

—Trabajas ahí. 

Ha sido bastante tonto de mi parte no indagar más sobre el personal antes de involucrarme. 

—No me hicieron un banquete de bienvenida —le respondo con ironía— hasta ayer pensé que Gertrude era la cabecilla de ese imperio. 

—¿Por qué tu madre no lo mencionó? 

Me muerdo el labio. Mi madre sabe, al menos en parte, lo que hago. Entiende suficiente como para saber que es peligroso, pero no tanto como para comprender todo lo que implica estar envuelta en esta historia, una que muy probablemente termine con mi nombre entre los archivos de pacientes. 

—Cree que solo estoy ahí para estar cerca de Esther. Y no he vuelto a mencionar a Marta frente a ella —un nudo se forma en mi garganta— Además no se lo puedo preguntar ahora. Me involucré con una paciente zombi, y allané la oficina de su jefe. 

Claudia se acaricia el mentón, recapitulando mentalmente todo lo que le revelé esta mañana. 

—¿Cómo reaccionó la profesora Pérez cuando te vio? 

Aprieto los labios. Sinceramente, esperaba algo más que un simple "Fina". Quizás un "vete a la mierda, Begoña, déjanos solas" hubiera sido fenomenal. 

—Buscaba a Begoña—le recuerdo, encogiéndome de hombros como si me diera igual— Nada más importa ahora que la ha encontrado. 

Mi amiga me mira y se le escapa un “ouuu” 

—Era de esperarse —digo a la defensiva, no quiero dar pena— Además yo la dejé primero. 

"Dejar" quizás no sea la palabra adecuada; simplemente, elegí a Marta. Aunque tampoco es que Esther me diera alguna vez la certeza de querer ser ella la elegida. Lo admito, vivía en un poliamor imaginario. 

—Han pasado muchos años, las personas cambian todo el tiempo. No se va a enrollar con Begoña a la primera —trata de consolarme. 

—Esa química y complicidad no se fracturan con el paso del tiempo, quizá todo lo contrario. 

MAFIN: <<Tus Ojos>>Donde viven las historias. Descúbrelo ahora