Capitulo 33 (2da. Parte)

191 16 0
                                    


Inspiración y Crímenes.


-Ha llegado; su aroma inconfundible impregna el aire apenas cruza el umbral de la habitación -la voz de Marta es decidida y enérgica al narrar- Algo perturbador ocultan los cítricos matices de su perfume, algo que solo logré apreciar cuando ya era excesivamente tarde, cuando me había inmerso en los intrincados senderos de sus muslos, en la oscuridad insondable de una gruta que ha aniquilado a cuantos osados exploradores se...

-¿No deberías estar escribiendo? -la interrumpe Esther, acercándose sigilosamente por detrás.

-Solía entregarme a ese acto antes de que entraras a mi despacho sin invitación -murmura la escritora sin voltear a ver a la intrusa.

Pérez posa sus manos en los hombros de Marta y, con delicadeza, se inclina para besar la pálida piel de su cuello.

-Desde luego -comenta la pelirroja con ironía, descubriendo la hoja en blanco frente a de la Reina- Te encierras a fingir que escribes mientras yo debo soportar a Jaime. Eres famosa, podrías pagar por esto y no tendríamos que llevarlo a todas partes.

Marta encuentra irresistibles los pucheros de Esther. Con una sonrisa, sujeta suavemente su mano y la invita a colocarse frente a ella.

Aunque se había propuesto dedicar el día a su próxima obra, la realidad es que ha pasado la mitad del tiempo durmiendo y la otra mitad tratando de reconciliarse con la inspiración.

-Esperaba que usaras estas vacaciones para dedicarte a tu propia novela -señala de la Reina.

Son amantes de toda la vida, y aun trata de disimular que Pérez la enloquece de todas las formas oscuras que caben en la imaginación. Pero pierde en el campo de batalla constantemente, esta tarde no es la excepción y Esther traza su sonrisa más altanera.

-Mi obra puede presumir de un mayor avance -declara siguiendo la conversación de la rubia mientras se sienta sobre sus piernas- ¿Necesitas una musa?

Ahora, con el escote de Esther más cerca, Marta es lo suficientemente perspicaz para darse cuenta de que el nuevo libro tendrá que esperar un poco más.

-¿Me usarás para iniciarte en el género erótico?

-Rechazaría involucrarme en algo tan deplorable, incluso si las musas decidieran abandonarme saltando al Cráter de Hverfjall.

-Escribir sobre sexo no es una tarea que cualquiera pueda llevar a cabo con maestría... -Eso no es tan sorprendente -la provoca Esther, dejando cada palabra sobre los húmedos labios de la rubia.

-Me disculpo. Para la creación de novelas eróticas se precisan dos cualidades fundamentales; poseer nula imaginación y ser físicamente repugnante.

Esther sonríe mientras de la Reina la toma por el cuello y se adentra en su ser, comenzando por su boca. Cuando los labios de estas dos mujeres se unen, el mundo bajo sus pies se consume en un fuego abrasador.

Luego buscará un refugio; tal vez se dirija a la Isla Bouvet por unos meses. Allí, finalmente podrá empezar el maldito libro y encontrar la claridad que tanto ansía.

O tal vez Jaime tiene razón y lo que realmente necesita es recordarse a sí misma que es una escritora, que tiene el poder de dominar la página en blanco.

Si tan solo pudiera estar más cerca, apreciar en primera persona las emociones más intensas; dolor, miedo, vergüenza, ira...

Inesperadamente Esther levanta las caderas y la rubia pierde el equilibrio, yéndose hacia un lado.

-¿Qué... mier...da te pasa? -Pérez suena afónica.

De la Reina se relame los labios y la examina, analizando cada detalle de sus expresiones. La pelirroja está más pálida de lo usual y en su cuello emergen marcas rojas.

-¿Sigues metida en eso? -Esther la mira con dureza.

-No sé de qué hablas...

-¿Vas a matarme para invocar a las musas?

Marta niega con la cabeza, tratando de restarle importancia. Desde que Esther descubrió su participación en la secta, constantemente la relaciona con esos criminales, ¿o escritores?

Da lo mismo, hace tiempo dejó de enviarles dinero, solo son ebrios resentidos con la crítica. Ella en cambio es una verdadera artista, (¿lo es?) Han pasado dos años desde su última novela. ¿Acaso Marta de la Reina se ha quedado sin ideas?

-Eres demasiado delicada -sentencia la rubia evadiendo el tema de los Heretic, y se acomoda la ropa.

-No va a terminar bien. Ya te estás volviendo loca.

-Siempre he sabido lo que hago.

-¿Lo sabías ahora? ¿El plan era asfixiarme para contarlo en tu próximo libro?

-Es tu comportamiento el que da la impresión de tener tendencias psicopáticas -apunta Marta- ¿Por qué no sales de aquí y me consigues a una mujer que sepa tener sexo?

-Vete a la mierda.

-Largo, tengo trabajo que hacer.

-Perdiste tu genialidad para contar mentiras y eso no se recupera llenándote las manos de sangre -expone Esther antes de marcharse.

De la Reina camina hacia el sofá que se encuentra junto a la ventana y observa por unos segundos el hermoso paisaje de la playa; luego baja los ojos hacia la insolente hoja en blanco y empieza a escribir.

«Su piel estaba demasiado caliente, nada podría advertirme que caminaba hacia la muerte con pasos agigantados. Claro, si en aquel momento me hubiera preocupado por fijar mis ojos en los suyos, habría captado su mirada asustada como una primera señal de alarma. Después, sus manos, intentando desesperadamente liberarse de mi agarre con uñas demasiado frágiles para someterme. Y aunque escuché el leve ronquido proveniente de su garganta, demandando el paso de aire, decidí ignorarlo...»

Cuando dejas de ver, deja de importar.

Los Heretic tienen razón, a las musas hay que usarlas y luego, por el bien de la narración, asesinarlas.





MAFIN: <<Tus Ojos>>Donde viven las historias. Descúbrelo ahora