Capitulo 48

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Las mejores historias salen cuando uno se quiebra.

Marta y Begoña son dos figuras enigmáticas y despiadadas, marcadas por sus delirios de grandeza. Durante años cometieron delitos en su secta de escritores, pero incluso para ellas, la rutina de la maldad se volvió monótona. Conscientes de que su brillo creativo se desvanecía y que las musas ya no respondían a su llamado, decidieron crear el acto final más dramático de sus carreras: desaparecer sin dejar rastro. 

No estaban dispuestas a manchar sus reputaciones con trabajos mediocres. Así que, en un giro típico de su audacia, optaron por borrarse del mapa, reinventándose bajo nuevos pseudónimos. Este cambio les permitió seguir creando y explorando nuevas ideas, manteniendo viva su pasión por la escritura sin el peso de sus nombres anteriores.

En esta nueva fase anónima, aunque privadas de la gloria pasada, encontraron una libertad distinta, una que les permitía publicar sin las expectativas y las críticas que antes las encadenaban. 

Pero había un cabo suelto: Esther.

A diferencia de ellas, Esther amaba los reflectores, la vida sobre el escenario. Y aunque la querían, sabían que no había manera de hacerle entender la radicalidad de su plan. Begoña simplemente “desapareció” sin dejar rastro, mientras que Marta tuvo que orquestar un acto lo suficientemente dramático como para justificar su propia "muerte" escénica. Era un final que necesitaba ser tan teatral como la vida que había llevado. 

Tal vez el plan inicial era nunca volver a encontrarse. Pero entonces, yo interferí en la historia. 

—El paso del tiempo no te ha sido indulgente —es lo primero que dice Begoña. Sin embargo, obedece a Marta y pone distancia entre nosotras. 

—Fina, vámonos —ordena. 

—No puedes entrar aquí, rompiste las reglas. 

—El juego se acabó —argumenta tajante— Fina, vienes conmigo. 

—No parece que esté interesada en ti; te has vuelto aburrida —dice mientras se aproxima a Marta.

Esta vez, mis instintos si despiertan y me interpongo en su camino. 

—No te acerques a ella —le advierto. 

—Subestimas a mis personajes —apunta de la Reina con un tono irónico. 

—Tampoco se trata de ti —espeto. Francamente, estar en medio de las dos se siente como hacer equilibrio sobre una cuerda floja. 

—Te explicaré todo, pero no aquí… 

—Ella no necesita que se lo expliques. Ya sabe lo que sigue —Begoña me mira— Piensa un poco, tienes talento… 

—Debes ir a tu dormitorio —le digo con firmeza y luego me dirijo a Marta— Esta misma noche vas a ordenar que Esther sea liberada —suspiro— Luego tú y yo nos iremos a Aurea Mediocritas. Y sinceramente, espero que nunca volvamos a coincidir todas en el mismo lugar. 

Begoña se ríe a carcajadas, mientras Marta aprieta los labios y sacude la cabeza en desacuerdo. 

—Quieren que mates a una. Es el único final posible —Esther entra a la habitación y se acerca a mí— Las personas que leyeron tu libro harán preguntas. Lo que diferencia la realidad de la fantasía es tu habilidad para deshacerte de un cadáver. La existencia de las tres valida toda la historia.  

Mis ojos se abren de par en par y siento cómo mi corazón se detiene por un instante, mientras mi mano se cierra firmemente alrededor del arma que Esther acaba de depositar en ella. La frialdad del metal contra mi piel envía un escalofrío a través de mi cuerpo, marcando la gravedad del momento. 

MAFIN: <<Tus Ojos>>Donde viven las historias. Descúbrelo ahora