Capitulo 15

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No puedes casarte con alguien que acabas de conocer. 

La puerta negra que bloquea el acceso al despacho de Marta me parece mucho más grande que antes.  

Trago saliva sintiendo como la oscuridad del ébano hace vibrar con más intensidad los átomos que forman mi piel. 

Después de morir las cosas cambiaron entre nosotras. Ahora hay veneno en mis venas, sed de sangre y ella.  

Mi delirio y mi condena. Siempre ella.  

Corre. 

Extiendo el brazo, poniendo mi índice sobre la cerradura, y el olor del tabaco me golpea sin piedad cuando la puerta se abre. 

—Falta sangre —digo de pie en el umbral. 

Silencio. 

—Si bien es un recurso que necesitarás en el desarrollo de la historia no lo puedes usar a la ligera. 

—Nunca es demasiado si se trata de vampiros —opino recargándome en el marco. 

—Precisamente. Si necesitas recordarles cada dos segundos que estás hablando de vampiros entonces cuentas mal tu historia. 

Tiene puesta una blusa de manga larga y sus dedos juegan sobre un cigarrillo apagado.  

—Explícalo —camino, quedando cerca del chaise longue. 

—¿Cuántos libros has leído a lo largo de tu vida? 

Miro al techo, bueno, no los he contado, aun así, sé que podría enumerarlos fácilmente. 

—Cinco, tal vez seis… 

—Asumo que eres guapa, de otra manera no puedo justificar que estudies una carrera universitaria siendo tan beocia. 

Sus insultos me arrancan sonrisas bobas. 

—Ve al grano, de la Reina. 

—Toma un libro del estante —ordena con su deliciosa voz. 

Voy hasta el librero y cojo el primero que está a la mano, uno de pasta negra con el nombre «Marta de la Reina» adornando el lomo. 

—Que no sea mío —adivina y volteo los ojos. 

—¿Por qué…? 

—Obedece. 

Resoplo y lo pongo en su lugar para tomar otro. 

—Ana Karenina, de León Tolstói —murmuro abriendo el pesado ejemplar. 

—Ahora busca cuántas veces en la narración se describe que respira, come o se asea. 

Frunzo el ceño y miro a Marta. 

—Tiene como 500 páginas… 

—No es esa la información que solicité. 

—Tengo sentido común, eso no debe aparecer más de 4 o 5 veces y dudo que especifique si respiran o no, porque… 

Silencio. Mi cerebro resuelve las ecuaciones que hacen girar el mundo. 

—¿Por qué? —me apremia asumiendo que he entendido la lección. 

—No es necesario recordar en cada capítulo que un personaje debe comer tres veces al día —digo, dejándome caer en el sofá— Y si escribo sobre vampiros mi trabajo es crear el baño de sangre en sus mentes sin tener que mencionarlo. Debería darles vida… identidad… y deseos que no requieran palabras. Eres brillante, Marta. 

MAFIN: <<Tus Ojos>>Donde viven las historias. Descúbrelo ahora