Capitulo 42

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Tengo una debilidad por las artistas psicópatas. 


Nunca has tenido la sensación de que las cosas van a salir terriblemente mal y aun así las haces. 

Si estuviera escribiendo esta historia las tres nos detendríamos frente a la puerta de la fosa, sopesando mentalmente todo lo que podría salir mal tanto si bajamos como si nuestra ausencia arriba es descubierta. 

Alguien sugeriría un plan más elaborado, o lo hubiera hecho en algún punto a partir de que Begoña puso las llaves en nuestras narices y dijo, «mañana vamos» sin duda Claudia sería la protagonista que detiene cualquier locura para hacer un diagrama en su Tablet y enlistar todos los posibles fallos que pudiesen surgir. 

Yo solo negué con la cabeza y pregunté, «¿Qué pasará si nos echan de menos?» 

A lo que Begoña respondió: «Nos encargaremos de eso cuando ocurra.» 

Estoy ignorando su espíritu aventurero. Se conocieron en un rincón remoto del mundo, desentrañando secretos que después incorporarían en sus obras. Begoña se especializaba en desvelar antiguas civilizaciones olvidadas, mientras que Esther acompañaba a Marta en la exploración de historias dignas de ser contadas, aunque fuera parcialmente. Esther incluso afirmó un día que las verdaderas musas de de la Reina eran las putas y el alcohol. 

Aun conociendo el pasado de ambas se me encoje el estómago al mirar que Begoña introduce la llave en la cerradura y entran como si fuera una ida al cine. 

«Nos encargaremos de eso cuando ocurra.»  

Si claro, ya quiero ver cómo te vas a encargar. Me van a correr, van a joder a Esther y tú seguirás reinando entre los muertos vivientes como sin nada. Eso si es que salimos vivas de la fosa… 

Y esta vez sí desearía que fuera capaz de leer la mente para atormentarla con mis reclamos. 

—Un escenario digno de de la Reina—murmura Begoña. 

Busco mi teléfono para activar la linterna, aunque en realidad no importa. Lo único que alcanzo a ver es un pasillo interminable que se ramifica en múltiples direcciones. Es cierto lo que decían, la fosa es un verdadero laberinto. 

—Cada corredor parece idéntico al anterior, con ecos de pasos antiguos resonando en el aire húmedo y pesado. La sensación de estar atrapada en este entramado subterráneo es ineludible —narra Esther. 

Begoña la mira y sonríe. 

—No está mal. Aunque, Marta siempre se las ingenia, para sonar considerablemente pretenciosa. 

—Yo les diré como lo describiría Marta —me pongo al frente del camino con la linterna en alto, casi esperando descubrir algún letrero en las paredes— Conseguí que tres idiotas descendieran a la fosa, un oscuro laberinto diseñado para confundir. Desde mi posición superior, observé cómo la débil luz de sus linternas luchaba infructuosamente contra la penumbra, iluminando apenas las húmedas paredes cubiertas de musgo. Sabía que pronto se perderían, un espectáculo deliciosamente predecible. 

—No te equivocaste, pelirroja —murmura Begoña— Es igual a ella. 

Tuerzo el ceño y giro para mirarlas. 

—Una vez te lo dije, ella estaría bien contigo porque se parecen —me dice Esther pasando por mi lado— Lo descubrí el primer día de clases. 

Un nudo aprieta mi garganta mientras intento tragar. El primer día de clases yo lo recuerdo como el mejor día de mi vida, porque estuve frente a ella una hora completa. Sin embargo, para Esther, sus ojos solo tenían espacio para su eterna nunca-ex, Marta de la Reina. 

MAFIN: <<Tus Ojos>>Donde viven las historias. Descúbrelo ahora