Capitulo 34

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El desastre que te acerca a la correcta.


Mi pesadilla tiene un rostro.

La he besado.

Le hice el amor tantas veces que agoté los sinónimos de sexo, deseo, humedad y éxtasis.

Imaginé numerosos futuros a su lado, pero en ninguno de ellos me vi sosteniendo una daga afilada sobre su pecho.

Quiero contar una historia mejor, una en la que sigo el camino de la justicia y la verdad. Lo cierto es que me enamoré de la Escritora y hay dos finales posibles. Es fácil suponer que uno conduce a mi muerte y debo advertir que no tomaré el camino que lleva a la suya.

¿Seguimos adelante?



-El turno de noche es considerablemente más tranquilo y relajado -explica Gertrude.

La supervisora de enfermería se endureció con los muros de Animus; el traje oscuro le agrega un toque de misterio a su apariencia y su tono de voz es firme y autoritario. No se necesitan presentaciones, la ves y lo sabes. Ella manda aquí.

-Siempre hay un guardia en la recepción y Daniel hace recorridos constantemente. Los enfermeros se turnan. El miércoles está Rita.

Señala a una mujer anciana que atraviesa el pasillo de enfrente. Da la impresión de que un soplo de aire podría quebrarla en mil pedazos.

-No tienes permitido acceder a las habitaciones -ya van tres veces que lo repite en nuestro trayecto al armario de limpieza- Durante las noches se lleva a cabo la desinfección de las zonas comunes.

Todos me pidieron que no lo hiciera. Mi madre, Claudia, incluso Carmen, quien ahora también forma parte de mi círculo más cercano. Hay una complicidad sincera entre las tres, una conexión que no sé cómo empezó.

Me perdí demasiado estando en...

No pienses en ella, no pienses en ella.

Inhalo profundamente, intentando alejar los recuerdos. Sin embargo, sé que no podré mantenerla fuera de mis pensamientos por mucho tiempo. Es en Animus donde se desarrolla la historia más perturbadora que Marta de la Reina ha escrito.

Marta de la Reina.

Ese nombre alborota el enjambre de mariposas perturbadas que se refugian en mi estómago.

Gertrude me entrega las llaves y al abrir el armario de limpieza un chirrido escalofriante interrumpe el silencio sepulcral del pasillo; al adentrarme en el pequeño y claustrofóbico espacio, mis sentidos se agudizan. Los estantes están repletos de suministros abandonados y cubiertos de polvo, testigos del olvido y la negligencia.

-Debes tener un especial cuidado con las llaves. Estás en una clínica psiquiátrica, no cometas el error de olvidarlo. Cualquiera de estos objetos puede ser peligroso en manos de un paciente.

-Claro, me mantendré alerta.

Los labios de Gertrude se tuercen en un gesto de escepticismo, y me analiza cuidadosamente mientras aseguro la puerta del armario. No va a disimular que me considera incapaz de realizar un simple trabajo de limpieza, pero necesitan personal y soy su única opción, en realidad nadie está desesperado por conseguir un empleo aquí.

Animus evoca un sentimiento de temor y oscuridad. Sus muros son testigos de numerosas historias que han aterrorizado a la comunidad durante mucho tiempo. Cuando accedes al interior cualquier leyenda urbana se justifica fácilmente. Las paredes presentan manchas y grietas, como si estuvieran cediendo al paso del tiempo. Los lamentos distantes y los murmullos ininteligibles de sus inquilinos llenan el aire, incrementando mi inquietud.

MAFIN: <<Tus Ojos>>Donde viven las historias. Descúbrelo ahora