Capitulo 38

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Superando el límite de Roche .

¿Quién más está en Animus pagando el precio de los Heretic? No debería buscar la respuesta a esa pregunta, no quiero saberlo… 

O tal vez no quiero que ella me dé esa respuesta. 

No quiero hablarle. Ni verla. 

Detrás de sus labios solo hay veneno. 

Su imaginación desvariada, propia de una escritora perturbada, teje maquinaciones en la oscuridad mientras sus ojos oscuros me escrutan. Aunque limpio la sala, siento su mirada fija en mí desde las sombras. Es evidente que planea decir algo en cualquier momento, algo que intuyo no será de mi agrado. 

—Poseo información para ti, Valero. 

Aquí vamos. 

—¿Por qué supones que me interesa? —respiro profundo y me giro. 

Una oleada de reacciones sacude mi cuerpo. Mis ojos se abren de par en par, mientras siento un golpe seco en el pecho causado por el brinco de mi corazón, y mis pulmones, recién colmados de aire, se desinflan como globos de látex. 

Begoña se ha acercado a mí sin hacer el más mínimo ruido, y no estaba preparada para tenerla a escasos centímetros de distancia. 

—A cambio de un pequeño favor. 

Disimula mal una sonrisa burlona. 

—Carajo, ustedes dos… 

Mal. Mal. Terriblemente mal, Fina. 

—De nuevo perdida en tus cavilaciones sobre Marta— musita con un dejo de sarcasmo, mientras chasquea la lengua varias veces— Supéralo, ella no volverá. 

Claro que pensé en Marta y su fatal manía de acercarse sin hacer ruido. Pero no me apetece alimentar las burlas de Begoña durante esta noche. 

—Terminé con esto. 

Empiezo a recoger los insumos de la limpieza. 

—¿Hemos llegado a un acuerdo? 

—No. He dicho que no me interesa. 

—Pregunta qué favor —se moja los labios y luego dibuja una sonrisa ladeada. 

Esto no va a terminar bien para mí. 

—Vale, ¿qué quieres? 

—Llévame con Esther. 

Niego con la cabeza, ahora me siento con un poco de poder sobre ella. 

—Solo cruzas esa puerta. No debe ser difícil para una genio como tú llegar al otro edificio. Los guardias pasan la mitad de la noche durmiendo. 

—Quiero ir ahora. 

—¿Por qué no lo has hecho antes? —esa es una buena pregunta que estaba pasando por alto— Ella corrió a buscarte cuando tuvo algo de información, tú simplemente la estás ignorando. 

Begoña se acerca más y por mi propio bien retrocedo.

—No estaba consiente. 

Niego con la cabeza sin necesidad de solicitar más detalles, y me preparo para abandonar el lugar. 

—Tienes que llevarme ahora —Begoña se apresura a seguirme. 

—Imposible, Daniel sigue despierto —argumento sin detenerme. 

—Entonces distráelo. 

—¿Cómo? ¿Incendio el edificio para que se quite de la entrada? 

—Como mujer, no requieres incendiar algo para desviar la atención de un hombre.  

MAFIN: <<Tus Ojos>>Donde viven las historias. Descúbrelo ahora