Capítulo 1 - Conociendo a los suegros
-Mi querida niña, ¿qué es eso que he oído sobre tu relación con Naruko Uzumaki? Estoy avergonzada. Esa cosa está por debajo de ti.
-Hinata miró a su madre con sorpresa. Hitomi Hyuuga era rubia y voluptuosa, grácil y hermosa. Su cuerpo era femenino y sus rasgos delicados. Tenía una expresión de severa desaprobación que no empañaba su belleza, aunque le daba un aspecto aterrador a los ojos de su hija.
-¿Qué? -dijo la niña, sin saber cómo responder. No había sido especialmente reservada en su cita con Naruko, pero tampoco le había dicho a nadie a dónde iba. Si bien Naruko no era vista con la misma desconfianza o animosidad que una vez, cuando era más joven, Hinata sabía que no todos en su familia aprobarían que la hija mayor del jefe del clan tuviera relaciones carnales con el jinchuuriki del Kyuubi. -M-Madre, yo...
-Eres preciosa para mí, Hinata. El tono de Hitomi era frío, pero sincero en lo que dijo. -Eres mi querida hija mayor, y me duele mucho pensar que te degradarías de esta manera.
-Yo... estoy segura de que no sé lo que quieres decir con eso, madre -dijo Hinata. -Naruko es solo...
-¿Crees que no te vigilaría, querida? ¿Por tu propia seguridad? -interrumpió Hitomi. -No es un secreto para mí. El byakugan lo ve todo, y mis ojos superan a todos los demás en nuestro clan.
Hinata se mordió el labio.
-Naruko no es la zorra, madre -dijo-. Ella es su propia mujer.
-¿Crees que soy una patán ignorante, querida? Por supuesto, conozco bien la distinción entre jinete y corcel, inquilino y anfitrión, bijuu y jinchuuriki. Hitomi resopló y le hizo una seña a su hija para que la siguiera. -Se dio la vuelta y el dobladillo de su fino kimono de seda se levantó media pulgada mientras se erguía un poco más derecha. Su postura era impecable, pero cambió su postura de mujer normal a algo más autoritario. Ejerció su presencia, casi un aura visible y una presión palpable. Hinata comenzó a seguirla reflexivamente-. Pero los jinchuuriki no son dignos de nosotras. Al menos, una como ella lo es. Si fuera la Gran Madre, sería una cosa. Pero ella es un mero fragmento, una sombra retorcida y descolorida. No se puede ver nada de la antigua sangre en ella, y su madre ya era de un linaje degradado y bastardo.
-Hinata se acobardó ante las palabras, el tono y la postura de su madre. Se retorció las manos, volviéndose dócil a sus espaldas. Amaba a su madre, porque había sido una de las pocas personas que le habían mostrado amabilidad durante toda su infancia, pero también le temía. Conocía bien las obligaciones de la piedad filial y no desafiaría a su madre en nada.
En nada menos que esto.
Aún,Pasaron varios segundos antes de que tuviera el coraje de alzar la voz:
"La amo, madre. ¿Por qué tienes que hacerme elegir entre tú y ella?"
Hitomi chasqueó la lengua y se detuvo frente a la puerta de su estudio privado.
-No sabes nada mejor, hija mía. Con el tiempo, aprenderás a ver más allá de esos sentimientos. Pero hasta entonces, te prohíbo que abandones este recinto.
Hinata se quedó helada.
-No puedes...
-¿Me desobedecerías? Hitomi se giró para mirar a Hinata. Sus ojos habían cambiado y la luz de ellos acobardó el desafío momentáneo de su hija. -Sé que te crié mejor que esto.