Preso de su ambición, Moon Bin pagó el precio y perdió a la persona que amaba. Está casado, tiene una familia, pero ahora, luego de 15 años, los traumas del pasado cobran vida, incluyendo la suya.
Una historia de amor trágica donde los finales felic...
Sunmi dejó a Dong Min solo, tuvieron que llegar a dormirlo porque se alteró tanto que su corazón amenazó con explotar. La omega caminó por aquel hospital tratando de entender que pasaba, tratando de organizar sus pensamientos, cuando en eso, chocó con alguien.
—¿Señora Lee? —el pediatra de su sobrina estaba frente a ella.
—Doctor, cuanto tiempo. —el hombre sintió dentro de él ciertas cosas removerse, no era fácil ver después de mucho tiempo familiares de aquel ángel a quien tuvo desde bebé bajo su cuidado.
—¿Cómo están? ¿El señor Lee se encuentra bien?
—Pues... —Sunmi le contó lo que últimamente estaba pasando con su hermano. El beta al escucharla se sintió muy mal.
—¿No han pensado en regresado a Corea? Eso podría ayudar al señor Lee.
—No, es algo que no se discute. No podemos ir a Corea, nuestras vidas ya están aquí.
—Puede que su vida esté aquí, pero si el señor Lee está suftiendo al punto de intentar quitarse la vida, lo más seguro es que se pueden buscar más alternativas.
—Fuera de Corea, ¿Qué cree que deberíamos hacer?
—Siendo sincero, solo veo esto con una opción principal, pero podría también la ayuda psicológica entrar acá.
Sunmi no encontró aquello con opción, pero al no saber que más hacer, puede que tal vez la consideraría.
Y no quería aceptar, que su hermano estaba cayendo en la locura y necesitaba una salida pronta.
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Dos días después, Seungkwan regresó a Corea. Creyó que su esposo no se daría cuenta de su viaje, pero en cuanto puso un pie en la casa, el alfa ya lo estaba esperando.
—¡Binnie! —intentó darle un beso, pero el alfa se apartó.
—¿Dónde estabas?
—Tuve un retiro en la iglesia. Olvidé decírtelo.
—¡No mientas! —el alzarle la voz solo creó pánico en el omega. —Sé perfectamente que fuiste a Japón a ver a Dong Min.
—¿Siempre sabes todo sobre ese asqueroso, no es así? ¿Qué? ¿Él te dijo? Confiesa, ¿Él te dijo que lo amenacé?
—¿Por qué haces esas estupideces? ¿No te das cuenta que no es sano? ¿No miras acaso que he estado a tu lado por más locuras que has hecho?
—¡Pero el sigue ahí! ¡Siempre jodió todo y aun sigues pensando en él!
—No cometas más idioteces.
No dijo más nada, se marchó porque ya no quería seguir escuchándolo y fue hacia la casa de San a recoger unos documentos importantes.
La verdad es que, desde la última vez que fue, no se ha vuelto a comunicar con su amigo más que ayer para pedirle aquellos documentos. De cierta manera, también se siente traicionado por él y el tener tanto acumulado le impide pensar con claridad. Tiene su alma resentida con todo aquel que jugó con su corazón y sentimientos, no podría perdonarlo.
