Capítulo 51.- Negándose a la verdad

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Ariadne



     Isabella podía ser muchas cosas, pero sabía cómo cumplir sus promesas, y lo hizo al pie de la letra.

     Solicitó un órgano de tubos a Lucrezia y al Cardenal de Mare, y, como había anticipado, en pocos días el instrumento llegó a la residencia.

     Obtener un órgano de tubos no era una tarea sencilla ni barata; estos instrumentos, hechos de una mezcla compleja de estaño y plomo, requerían años de trabajo de herreros y artesanos, además de un ensamblaje meticuloso en el sitio de instalación. Sin embargo, tratándose de un pedido de Isabella, el Cardenal no escatimó en recursos, entregando cientos de ducados para acelerar la entrega, mientras que Lucrezia habilitaba una de las salas de oración en el ala oriental para que el instrumento fuese instalado.

     El día en que los trabajadores llegaron a la casa para ensamblarlo, Arabella los miraba desde la barandilla del segundo piso, confundida y un tanto dolida. Ella misma había pedido un órgano en muchas ocasiones a su madre, solo para ser rechazada. Pero Isabella solo tuvo que pedirlo una vez para que el lujoso instrumento apareciera en la casa, a pesar de que ni siquiera entendía cómo tocarlo.

     —¿Por qué Isabella puede tenerlo y yo no? —murmuró Arabella, sus ojos estaban fijos en los trabajadores que se apresuraban en el anexo este.

     Me acerqué a ella en silencio y observé el montaje junto a ella.

     —Finalmente, lo ha conseguido: un órgano de tubos —comenté en voz baja.

     Arabella no respondió al instante, solo me miró con sus ojos llenos de duda antes de asentir levemente.

     —¿Te hace feliz tenerlo aquí? —pregunté.

     La pequeña negó con la cabeza, y al fin habló, resignada y con un brillo de tristeza en su mirada.

     —No lo sé —dijo en un susurro—. ¿Por qué Isabella dijo que solo aceptaría mi petición si publicaba mi canción con su nombre? ¿No es eso algo malo?

     La observé con comprensión.

     —No todas las personas son buenas —le respondí con suavidad.

     Arabella se mantuvo en silencio, así que insistí:

     —¿Realmente vas a darle a Isabella la misa que has compuesto?

     Frunciendo el ceño, Arabella respondió.

     —¿Cómo no podría hacerlo?

     —El órgano de tubos ya está aquí. Si decides no darle la partitura, ¿qué puede hacer? ¿Pedir que lo desinstalen?

     Por primera vez, los ojos de Arabella brillaron con una chispa de alegría.

     —Eres muy graciosa, Ariadne —dijo, riendo.

     Pero, poco a poco, esa risa ligera se tornó amarga.

     —Mi hermana no me dejará en paz —suspiró la niña, con tristeza—. Mamá me regañará si peleo con Isabella.

     Le puse una mano en el hombro, tratando de consolarla.

     —Arabella, a veces es necesario luchar contra las injusticias. Nada cambiará si no lo intentas, si no hablas o haces algo al respecto.

      Mientras le decía estas palabras, me di cuenta de que también eran para mí, como si necesitara recordarme lo mismo.

     —Arabella, las personas que te hacen esto solo se preocupan por sus propios deseos. No importa cuánto quieras ser amada por ellas, no recibirás nada a cambio... Lucrezia... mamá, solo ama a Isabella.

     Arabella me miró, confundida.

     —Pero Isabella es mi verdadera hermana, ¿no es así? Y mi mamá... aunque sea injusta contigo, conmigo no es así.

     La miré con seriedad, dispuesta a que comprendiera la realidad.

     —¿Por qué crees que el órgano, que te negaron tantas veces, apareció tan pronto como Isabella lo pidió? Todos saben que ella no tiene el menor interés en la música...

     Arabella apretó los puños, y su frustración parecía aflorar.

     —Nuestros padres son así. Incluso los profesores solo se enfocan en el avance de Isabella, sin importar mis necesidades o las tuyas.

     Me arrodillé junto a ella para que me mirara directamente a los ojos.

      —Si mantienes la boca cerrada y lo aceptas en silencio, nunca sabrán lo que está mal. ¿no ves que Isabella te está usando? Ella no sabe nada de música, pero aun así te ha robado tu obra.

      De pronto, Arabella retrocedió, abrumada.

     —¡Basta! —gritó, apartándome bruscamente—. La partitura... de todas formas, no tenía ningún valor real, así que la estoy usando para algo. No creo que mi hermana mayor sea capaz de hacerme daño.

     Su rostro se llenó de lágrimas, y sus palabras sonaban como si intentara convencerse a sí misma.

     —Es que... si le doy la partitura, Isabella volverá a ser buena conmigo, y lo mismo ocurrirá con mamá.

     Su voz temblaba de frustración y confusión mientras me señalaba con su pequeño dedo, su rostro cubierto de lágrimas.

     —Deja de decirme esas cosas. No critiques a Isabella solo porque ella es mejor que yo. Mi mamá me ama. Yo sí soy una verdadera hija de Mare, no como tú.

     Con su última frase, Arabella se dio la vuelta y se marchó rápidamente, sus sollozos resonando en el pasillo mientras se limpiaba las lágrimas con furia.


Si prefieres escuchar este capítulo, ¡tenemos una versión en audio disponible!

https://youtube.com/@librosdemilibrero?si=-gm6PjX_9xRVgfr1

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¡Nota!

Esta novela es una adaptación realizada por mí, una fan, para compartirla con otros seguidores que deseen leerla en español. Dado que no está fácilmente disponible en nuestro idioma, o a veces no se entienden ciertas partes, me tomé la libertad de traducirla y adaptarla para todos nosotros.

No persigo fines de lucro; simplemente quiero rendir homenaje a la obra original, y disfrutarla junto a ustedes.

Pd. Trataré de actualizar todos los días😅🤭

En Esta Reencarnación Yo Seré La Emperatriz,  Hermana MíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora