Ariadne
—Si necesitas ayuda, no dudes en contar conmigo —dijo Isabella.Ante mis ojos apareció la hermosa rosa de San Carlo, la joya más preciada del cardenal de Mare.
Era Isabella, que se veía más joven y más bella. Como cualquier joven de 17 años, su rostro angelical estaba adornado con esa misma falsa sonrisa. A diferencia de Lucrezia, ella sabía cómo ocultar su disgusto por mi presencia en su hogar.
—Ya que somos hermanas, puedes contar conmigo. Te seré de gran ayuda.
Por un instante, esbocé una sonrisa tímida, un gesto involuntario. “No te dejes engañar por esa sonrisa,” me recordé de inmediato. Su belleza, realmente, era abrumadora.
Isabella era como un diablo disfrazado de ángel. Como ese pez monstruoso que habita en las profundidades del océano, que atrae a sus presas con una luz engañosa, distrayéndolas de su horrible rostro. Así era ella: bella y dulce por fuera, pero en el fondo, tan oscura como una criatura del abismo.
Debía repetirme eso a cada segundo si quería tener alguna posibilidad de sobrevivir esta vez.
Sutilmente, coloqué mis temblorosas manos a mis costados, deseando que ella no notara el pánico que aún me provocaba su presencia. Mi mente no podía olvidar la imagen de su gran sonrisa mientras su soldado moro me atravesaba las entrañas.
—Gracias —respondí con cortesía.
En mi primera vida, había anhelado llevarme bien con esa dulce, sonriente y perfecta hermana mayor. Isabella lo había sido todo para mí; mi hermana, amiga, confidente, la persona más cercana a mí; la sentía tan mía que llegué a pensar que mi vida le pertenecía. Viví cuidándola y sirviéndole, convencida de que era tan cálida y agradable como su sonrisa. Pero cuando me clavó el cuchillo en la espalda, esa misma sonrisa cálida aún adornaba su rostro.
Con su mirada dulce, Isabella dio ligeros pasos desde el umbral hasta situarse frente a mí; de manera autoritaria, como solía hacer, tomó mis manos temblorosas y las llevó cerca de su pecho. Al sentir su tacto, me recordé las incontables veces que me dejé dominar por ella, prometiéndome que esta sería la última.
—Siempre quise hacer tantas cosas si tuviera una hermana cercana a mi edad —dijo con su voz chillona—. Tomar el té juntas, ir de compras, visitar a la modista… ¿Te gustan la ropa o las joyas?
—Creo que es demasiado para mí —respondí, soltando sus manos. Trataba de no parecer grosera ante mi padre, pero si permanecía un segundo más así, acabaría perdiendo la cordura.
—Como prefieras, pero me gustaría que me llamaras hermana de ahora en adelante —dijo Isabella, sonriendo con tranquilidad. Aunque parecía una súplica, su voz denotaba autoridad.
—Hablas como lo haría una hermana mayor de verdad.
Una voz aguda se oyó desde el rincón.—¿Por qué dices que ella es nuestra hermana? No lo puedo aceptar.
—Arabella—dijo Lucrezia, un tanto apenada. No por mí, sino por el cardenal.
Frente a mí tenía a la menor de mis hermanos, Arabella de Mare: la niña destinada a un futuro trágico.
Si prefieres escuchar este capítulo, ¡tenemos una versión en audio disponible! Puedes encontrarla en
https://youtube.com/@librosdemilibrero?si=-gm6PjX_9xRVgfr1
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¡Nota!Esta novela es una adaptación realizada por mí, una fan, para compartirla con otros seguidores que deseen leerla en español. Dado que no está fácilmente disponible en nuestro idioma, o a veces no se entienden ciertas partes, me tomé la libertad de traducirla y adaptarla para todos nosotros.
No persigo fines de lucro; simplemente quiero rendir homenaje a la obra original, y disfrutarla junto a ustedes.
Pd. Trataré de actualizar todos los días😅🤭
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En Esta Reencarnación Yo Seré La Emperatriz, Hermana Mía
RomansaEl reino Etruscan se tiñe de sangre cuando César, el hijo ilegítimo del rey, conspira con su prometida Ariadne para usurpar el trono de su medio hermano, Alfonso. A pesar de la devoción de Ariadne por el nuevo rey, su fe se hace añicos cuando él la...