Hombre muerto

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Hombre muerto

En el campamento hablaban sobre la aparente incompetencia de los aventureros de Murim, en todo el lugar solo rondaban aventureros de rango dorado en adelante, con un par de curanderos y magos de rango plata que se mantenían en el campamento, unos como fuente de agua limpia y otros como hospitales ambulantes.

—Al menos no es tan deprimente como el puesto de Murim —pensé en voz alta.

Estaba sentado en una banca de madera, cerca de la carpa donde residía el contacto de Hiyori. Tomé una de las brochetas de carne y le di un mordisco, por mientras, observaba a Kai entrenando bajo la dirección de Hiyori.

Como hablaban sobre chi no podía entender nada, fuera del ejercicio físico que ya conocía de primera mano, eso gracias a la instrucción de Hideaki. Tomé otro bocado mientras observaba el campamento, pese a las heridas y el ambiente causado por la bruma escarlata, todos mantenían una sonrisa, bebían y comían como si de una fiesta se tratase.

—¿No es demasiado pacífico? —comenté mientras comía.

Astor, el cual observaba detenidamente el entrenamiento de nuestros compañeros, logró escucharme. Estaba al otro lado de la mesa cuidando de la niña y obligando al Jilk a comer algo. Volteó a ver hacia el Sur, donde se encontraba el campo de batalla, y mientras bebía algo de agua empezó a hablar.

—Sonríen incluso en la adversidad... Es algo que hacen para no volverse locos, aunque, de por sí, para la multitud todo el que lleve insignia de aventurero es un desquiciado —comentó con voz rasposa.

—Supongo que no durará mucho tiempo —respondí.

—No, en cualquier momento marcharemos al campo de batalla —expresó para luego ver a la joven maga. —Preferiría que Merry no estuviese involucrada en todo esto.

La joven maga se mantenía cabizbaja, el Jilk ni se atrevía a mirarme al rostro y Astor se encontraba deprimido. Éramos un grupo algo deprimente en comparación al resto, pero quizá, eso era porque no nos conocíamos.

No hablamos demasiado, él conversaba con la maga mientras yo continuaba comiendo, lo último que quería era que el hambre nos debilitara. Por suerte, el campamento Acadiano tenía suministros suficientes, como se desplazaban desde altas distancias montando a aquellos semidragones conocidos como guivernos, se podían permitir transportar suministros y refuerzos con un margen de error aceptable.

Al menos, eso era la información que había recopilado al escuchar las conversaciones del lugar. Se mantenían hablando sobre temas estratégicos y se distraían hablando sobre tonterías.

La trivialidad duró hasta el sonar de una campana, en ese momento todos los aventureros del campamento se armaron. Hiyori dejó su pose relajada, colocó su mano derecha sobre el mango de su espada y caminó lentamente hasta la salida del campamento.

No tardamos en seguirla. Astor tiró una jarra de licor al salir corriendo con su espada, arrastrando a la maga consigo. Merry, la hechicera, dejó caer un zapato cuando Astor se la llevó arrastrada, Kai por su parte se llevó al Jilk.

A diferencia de ellos, me lo tomé con calma, recogí la lanza y me aseguré de que tanto las dagas como las púas de acero estuviesen en su lugar. Cuando los vi cerca de la salida, invoqué las alas para ponerme a su lado en un santiamén.

Hiyori me observó de reojo en cuanto llegué.

—No desperdicies tus energías, guárdalas para el combate —comentó mientras señalaba el frente de batalla.

No había pasado ni un minuto y ya estaba sucediendo una masacre, todos los aventureros que no hace mucho estaban conversando con tranquilidad ahora se encontraban luchando con sus vidas en juego.

Cronos: Tale of the dark adventurerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora