La respuesta que he encontrado

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La respuesta que he encontrado

La chica esperaba pacientemente mi respuesta. Por mi parte, simplemente recordaba cada uno de los sucesos que habían pasado antes de abandonar la aldea. El viaje me había templado, sentía que algo dentro de mí era diferente, aunque no lograba notarlo.

Apreté mis manos mientras recordaba la fría sensación de las medallas que me entregaron aquel día. Cerré los ojos, Hiyori esperaba pacientemente. Suspiré tras pensarlo un poco.

—No lo sé, pero, yo si lo considero mi amigo.

Hiyori parecía estar triste, sus ojos estaban distantes y su cuerpo se notaba tenso.

—¿Cómo es él?

Me detuve a pensarlo un momento.

—Un poco estúpido, impulsivo, confiable, obstinado... o quizá determinado. Eso es lo que podría decir de él.

—Ya veo.

Su cabello se había caído tapando parte de su rostro, parecía un poco alterada, de hecho, era algo rara verla despierta en la noche.

—Oye, ¿estás bien?

Hiyori se fue a caminar.

—Si, solo recordé algo.

Hiyori se acostó a dormir, pero a mi ya se me había quitado el sueño. Sin nada mejor que hacer fui a una zona apartada y formé lentamente la formulación rúnica que se me había enseñado. Una luz brillo alrededor de todo mi cuerpo, un ether desbordante que era incapaz de controlar, una voz familiar susurró a mis oídos.

—Ignis.

«¿Qué ha sido esa voz? No me digas... ¿Shyun? Con que formulación rúnica Ignis. Supongo que no suena tan mal».

Canalicé el ether alrededor del círculo rúnico, organizar el ether en los caracteres específicos era un método lento en comparación a una sola runa, sin duda el poder era compensado por su complejidad.

Paso tras paso recordaba cada carácter y su significado, mis manos danzaban al compás del ether, guiando su luminiscencia y siendo guiadas por ella. Cada trazo preciso consumía mi sanidad lentamente, formaba caracteres rúnicos y los unía cuidadosamente a través de la runa de unión.

El fuego resultante ardía lentamente y tenía un brillo extremadamente tenue, se podría decir que aquella llama no era más que una triste imitación del verdadero fuego. Poco a poco la luz traída por esa triste imitación era consumida por el mundo.

Tras un par de horas estaba completamente exhausto, no era mentira que el ether imponía un fuerte peso sobre el cuerpo, en especial operaciones así de complejas. Sentía como sangre empezaba a correr por mi nariz, algo a lo que ya me había acostumbrado, pasé mi dedo sobre ella y decidí detenerme.

«No quiero excederme, de momento esto es más que suficiente, aunque...».

El amargo recuerdo de mis derrotas invadió mi consciencia, apreté el puño y caminé hasta la posada que Hideaki había rentado. Mis compañeros de viaje estaban durmiendo plácidamente, a diferencia de mí, honestamente no tenía sueño en absoluto.

Me quedé arrecostado en la pared por un rato, hasta que no pude soportar el aburrimiento y salí nuevamente. Deteniéndome en el mismo lugar que había dejado justo hace un momento.

Sin querer forzar más la resistencia al ether de mi cuerpo decidí hacer ejercicio tradicional. Trescientas lagartijas, lo mismo en sentadillas, tomar el bastón y tratar de replicar los movimientos que usaba Feng al empuñar su lanza y por último atacar versátilmente con una sola daga o dos de ellas.

Cronos: Tale of the dark adventurerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora