La sombra emerge

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La sombra emerge

Tomé una taza de té con mis manos temblorosas y le di un sorbo, sentí una fuerte nostalgia nada más probar un poco, el sabor no era nada especial, hasta se podría decir que era mediocre, pero al mismo tiempo reconfortante. No pude evitar sonreír despreocupado mientras disfrutaba de la compañía.

—¿Qué pasa con esa sonrisa? ¿Tanto nos extrañabas?—preguntó Aoi con una sonrisa burlona.

Por su parte Gell estaba parado enfrente de mi equipamiento, analizando a detalle silenciosamente su estado.

—Oye, Hayato. ¿Dónde esta tu armadura de cuero?—preguntó Gell mientras inspeccionaba el equipo que tenía apilado en la esquina del cuarto

Por un momento me quedé viendo el techo tratando de recordar qué le había pasado.

—Ah, eso. La hizo tiritas un gato.

Gell se quedó pensando por un rato mientras terminaba de inspeccionar el armamento.

—Ya veo... Te ayudaré a comprar equipo cuando te sientas mejor, lo último que quiero escuchar es que te mueres ahí afuera.

Aoi asintió, reuní fuerzas para sentarme, aunque con dolor en las extremidades, tenía los músculos entumecidos y sentía que todo mi cuerpo temblaba acompañado por un sudor frío.

«Qué extraño, jamás había sido dañado tanto, las repercusiones de forzar el ether empeoran conforme aumenta mi control».

Aoi me ayudó a conservar el equilibrio, mientras que Gell se preparó para atraparme si caía por error. Respiré hondo para tratar de recuperar el aliento, mientras un ardor recorría todo mi cuerpo dificultando mi movimiento.

Aoi rezó mientras posaba sus manos sobre mi espalda, tras un par de minutos una luz reconfortante calmó el ardor de mi cuerpo reemplazándolo por un calor que abrazo todo mi cuerpo. Repentinamente todo mi cuerpo se retorció por un calambre y la luz del ether repelió la luz de Lumis, interrumpiendo la curación de la diosa.

Aoi gritó del asombro mientras observaba como mi cuerpo se retorcía rechazando el poder de la diosa, tras un tiempo el ataque terminó y volví a mis sentidos, me sentía mejor que antes, pero el dolor aún estaba ahí.

—Oye, Hayato. ¿Estás bien? Eso nunca había pasado.

Extendí mi mano para detenerla, casi podía ver lágrimas saliendo de sus ojos, incluso si ella no había hecho nada malo.

—N-no, no es tu culpa. Debe ser porque me he sobre esforzado, todavía no entiendo bien las repercusiones, pero esto seguramente se deba a la energía primaria que poseo.

Gell se sentó en el suelo de golpe mientras cruzaba los brazos.

—Sería bueno entender esas cosas. Bueno, de una forma u otra, no siempre estaremos ahí desde que tenemos trabajos normales a los que atender, así que trata de cuidarte por tu cuenta.

Me quedé callado, no podía asegurar que me mantendría a salvo, no podía mentir tan descaradamente. El silencio fue interrumpido en un instante cuando se escuchó como alguien golpeaba la puerta.

Aoi se levantó de golpe mientras acomodaba su túnica.

—Debe ser Jessica, iré a abrir.

Miré a Gell de reojo, él entendió al instante y fue detrás de Aoi para vigilarla. Aproveché su ausencia para tratar de controlar el ether, pero mi mano tembló con dolor y las luces se esparcieron en patrones aleatorios, mis venas se resaltaban y repentinamente sentía como si todos los huesos del cuerpo estuviesen siendo aplastados por pura presión.

Cronos: Tale of the dark adventurerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora