En busca del filo carmesí

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En busca del filo carmesí

Tras la comprobación rutinaria de mi identidad, los guardias me dejaron ir, no tarde mucho en separarme del grupo del comerciante, aunque temporalmente, ya tenía la confianza necesaria como para querer viajar con ellos, dependería de como terminaran las cosas en ese lugar.

«Es aproximadamente una semana para que terminen todo el papeleo e investigación sobre mi persona, ¿no? Mejor aprovecho el tiempo que me queda para encontrarme con la espada carmesí. Pero primero...».

Observé la medalla plateada con la máscara y guiándome con un mapa de la ciudad colocado cerca de un cartel de peticiones cerca de la entrada a la fortaleza, pude darme una idea de donde estaba situado el gremio.

Lo cierto es que la ciudad no era similar a ninguna en la que hubiese estado antes. Había un camino que conducía directo al castillo y luego lo rodeaba, claro, el castillo estaba rodeado por una fosa para evitar intrusos. El camino conectaba la entrada en el sur con la del norte, junto a las torres de vigilancia.

En general, las murallas de la ciudad tomaban una forma más bien redondeada que rodeaba cada lugar a los alrededores y no había ningún asentamiento que no fuesen carpas militares a sus afueras.

Seguí el camino tratando de no tropezar con la multitud que iba caminando de un lado para otro, entre los cuales abundaban aventureros y soldados del lugar. A diferencia de otros lugares que había visitado, el comercio no parecía estar en su auge, como mucho un par de herrerías, panaderías y restaurantes muy separados entre sí.

«Ciertamente, tal y como decía el mapa, este lugar no posee un distrito comercial, nunca había presenciado semejante cosa».

Continué hasta llegar a la intersección que rodeaba el castillo, desde ahí solo pude maravillarme, la muralla se extendía tan alto que la tortuga que avistamos parecía pequeña en comparación, haría a cualquiera sentirse pequeño estando enfrente.

Me golpeé el rostro ligeramente para regresar a mis cabales y continué con mi camino, rodeando el castillo por el camino de la izquierda. Tuve que evitar a un par de niños que iban jugando por ahí y a sus padres preocupados por no poder seguirles el paso, también logré ver como unos guardias detenían a un hombre que se había robado un collar de plata.

El lugar era bastante tranquilo, al menos no sentía que algún par de malvivientes trataría de asaltarme al girar por la esquina. Tras un par de minutos caminando, finalmente me encontré frente al dichoso gremio, era una estructura grande, dividida en cuatro edificaciones rodeando un campo de entrenamiento en el centro.

Nada más acercarme a las puertas del gremio, un aventurero enmascarado me detuvo, tomó mi medalla de plata sin avisar y tras verla con detenimiento me la regresó tirándola de forma brusca.

Tras aquello, pude entrar sin problemas solo para ver una fila en la recepción. Iba a ser molesto tener que esperar y para peor, era lo suficientemente grande como para abarcar una buena parte del salón.

En cuanto pude observar el interior con detenimiento, no pude evitar maravillarme. A diferencia de cualquier gremio que hubiese visitado anteriormente, este no contaba con mesas o algún servicio de tal estilo, en cambio, solo era una recepción bastante limpia, un salón casi vacío de no ser por unas bancas presumiblemente de espera y varios tablones divididos según el rango de aventurero.

La fila, por su parte, se iba moviendo lento pese a tener a tres recepcionistas operando. Los rangos de los aventureros que tenía a la vista oscilaban entre el bronce y el dorado, no había señales de rangos más altos.

El reloj que estaba cerca de la pared de los recepcionistas sonaba cada segundo con fuerza, ese sonido mezclado con la espera estaban empezando a desesperarme, gracias a su tictac molesto e incesante pude calcular que ya había pasado una media hora esperando y la fila apenas iba por una cuarta parte del salón.

Cronos: Tale of the dark adventurerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora