La sombra en la que te convertirás
Antes de intentar preguntarle algo a Shyun decidí descansar un rato, todavía no me había recuperado por completo de los efectos adversos del sobreuso de ether, no quería que se acumularan lentamente hasta dejarme destrozado.
«No recuerdo cuanto tiempo tuve que dormir la última vez. Descansaré en cuanto lleguemos al pueblo, creo que bastará con un día».
Suspiré mientras me relajaba y con ello las llamas que mantenía con mi fuerza mental se iban desvaneciendo, en cuanto esa luz espiritual abandonó el carruaje, solo quedó la oscuridad que consumía el camino y la tenue luz lunar que permitía ver solo un poco de este.
Cerré los ojos para tratar de descansar, pero pesé a todo el entrenamiento que se supone debió haberme desgastado, no sentía cansancio alguno y mi mente tampoco podía permanecer tranquila.
No solo estaba alucinando con la sombra de ojos verduzcos, sino que al tratar de dispersar aquello, recuerdos horrorosos de lo sucedido en la mazmorra o durante el asedio al pueblo me atormentaban.
«Definitivamente es mejor mantener la mente ocupada... me pregunto cuando falta para que lleguemos al pueblo».
Suspiré mientras trataba de mantenerme cuerdo, para evitar pensar revisé mi equipaje para hacer un inventario. No quedaba mucho, unas cuantas tiras de carne seca, una cantimplora casi vacía y un cambio de ropa.
«Debí tratar de recuperar las cosas que dejé en la montaña, soy un estúpido».
Tras ordenar lo poco que me quedaba revisé el monedero, sonriendo al ser recibido por el brillo de las piezas doradas. Guardé el monedero en uno de los bolsillos del cinturón. Para mantenerme cuerdo conté todo lo que había en el monedero.
—Veintidós piezas de oro y cinco de plata. Viajar es muy caro, no quiero ni imaginarme lo que le costó al maestro Hideaki ese carruaje en el que solíamos desplazarnos.
Cuando salió el sol y los carruajes se detuvieron pude respirar tranquilo, había sobrevivido a los pensamientos intrusivos por casi toda una noche. Al salir del carruaje, observé el pequeño pueblo al que habíamos llegado. Tuve que ayudar al comerciante a cargar un par de cosas hasta un carruaje con compuerta diseñado para funcionar como una tienda ambulante.
El personal se encargó de montar todo y el comerciante se sentó dentro del carruaje a esperar clientes. Sin mucho decidí caminar por el pueblo, aunque antes de marcharme fui detenido por el comerciante.
—Antes de que te vayas, recuerda regresar antes de que caiga la noche, solo estaremos aquí durante un día—dijo el comerciante mientras detenía mi avance tomándome del hombro.
—Está bien—respondí.
Me alejé de la caravana para observar el pueblo, apenas y se podía ver a un par de adultos lavando ropa y uno que otro par recogiendo fruta de los pocos manzanos que podían vislumbrarse en el lugar.
«¿Así que aquí viven de eso? Lo dudo, es muy poca fruta como para que vivan de forma estable».
Tras un tiempo caminando por los alrededores y contemplando la grama que rodeaba toda la zona, extendiéndose por las colinas y deteniéndose solo en las montañas o asentamientos, pude vislumbrar a un niño cubierto de hollín saliendo de una de las casas del pueblo.
Contemplé la vivienda con cautela y al hacerlo pude notar un signo escrito en el idioma natal de Murim. No podía entender lo que decía, apenas y lograba reconocer las letras.
«Me pregunto qué significa».
En eso, fui sorprendido por el guardia de ojos rasgados, quién se detuvo a un lado mío para observar el letrero.
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Cronos: Tale of the dark adventurer
FantasyHayato Endou es un joven de la aldea Momozono, el cual sueña con ser un gran aventurero del que se cuenten historias y leyenda. Cuando su solicitud de ingreso al gremio es aceptada inicia su travesía como aventurero, viajando por las tierras en busc...