Al pie de la montaña

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Al pie de la montaña

El viaje continuó con tranquilidad, de vez en cuando nos deteníamos a acampar, pasamos viajando durante tres semanas, durante todo el camino me la pase entrenando mi afinidad al ether o ejercitando mi cuerpo cada que acampábamos. Pese a qué Hideaki era mi maestro, no se molestaba en entrenarme especialmente, solo me daba alguno que otro consejo a la hora de hacer mi entrenamiento físico.

El carruaje avanzaba lentamente sobre un camino nevado, debido al frío tomé la piel de un lobo y de alguna forma me las arreglé para hacer una bufanda, Hiyori ya tenía un conjunto preparado para hacerle frente al frío, tenía una bufanda plateada y una armadura hecha con la piel de una bestia.

Me recosté en el asiento mientras suspiraba, ya había superado mi depresión hace un tiempo, estaba más preocupado por hacerme fuerte, en especial tras ver un poco de la fuerza de Hideaki. Miré por la ventana, todo el terreno estaba cubierto por un lienzo de nieve tiñendo todo de blanco, el exterior del carruaje estaba congelado y cada vez que respiraba veía como mi aliento parecía volverse niebla.

Hiyori estaba frotando sus manos, al parecer tenía frío, por su parte Hideaki seguía igual que siempre, no parecía importarle para nada el gélido clima, hasta podría decirse que lo estaba disfrutando, pude notar una leve sonrisa en su rostro.

«¿Cómo puede disfrutar de este clima? En verdad es un monstruo».

Al caer la noche el carruaje se detuvo y nos calentamos alrededor de una hoguera, Hiyori parecía estar cómoda, hasta se le podía ver sonriendo mientras calentaba sus manos en la hoguera. Apoyé la cabeza sobre un tronco y miré hacia el cielo, pese a que no había nubes casi no había estrellas, el cielo estaba teñido completamente con oscuridad, solo un par de luces se atrevían a iluminarlo.

Hiyori se tiró al suelo, las placas de su armadura resonaron por toda la zona, ella también miró el cielo, sus ojos carmesíes se mezclaban con las pocas estrellas que iluminaban el oscuro cielo, parecían estar brillando mientras contemplaba el cosmos.

Tras un rato volteó a verme con curiosidad, parecía estar aburrida.

—Oye, ¿qué haces?

Suspiré, y me senté en el suelo.

—Nada en especial

Ella se levantó y tomó un trozo de madera como si fuese una espada.

—Estoy aburrida, entrenemos un rato.

Caminé hasta el carruaje y tomé una daga del equipaje, el camino en el que estábamos estaba lleno de nieve y rodeado por un bosque de árboles con una tonalidad oscura. Por suerte el terreno en el que descansábamos era bastante amplio.

Hiyori estaba quieta, su guardia se mantenía baja a propósito, ya me había acostumbrado a verla en esa postura. Ella se reducía a mi nivel, me trataba como un juguete para practicar su técnica.

Reuní pequeñas acumulaciones de energía alrededor del terreno, una variación de la explosión de ether. Con la suficiente práctica me di cuenta de que no necesitaba hacer contacto directo con la energía para manipularla. Salté hacia una plataforma que había creado y detoné todas las pequeñas esferas, la nieve se convirtió en vapor y luego en una especie niebla.

«Bien, la última vez no logré darle ni un solo tiro, pero esta vez debería poder...»

La niebla se dispersó, revelando a la chica dirigiéndose a toda velocidad hasta mi posición. Al verla acercarse dispersé la plataforma y preparé mi daga mientras caía, Hiyori dio un giro, propinándome una patada en el estómago.

Caí de lleno al suelo, aparté del impacto y la patada, encima la chica me aplastó al caer, luego simplemente caminó hasta el lado de la hoguera, relajándose con una sonrisa aliviada mientras se recostaba en un tronco.

Cronos: Tale of the dark adventurerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora