El título que se te ha otorgado

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El título que se te ha otorgado

Tras dejar el gremio, recorrí las calles de aquella aldea a pasos agigantados, antes de que me pudiese dar cuenta, me encontraba en el centro de la ciudad. Extendí mi mano hasta mi bolsillo izquierdo, en él estaba la petición de cacería.

«¿Así que cazar Kobolds eh? Es bueno que traiga instrucciones para poder identificarlos».

Guardé la petición en uno de mis bolsillos y continúe caminando hasta la salida este de la aldea. Como de costumbre, las hostigosas miradas de los residentes no faltaban.

Con cada calle que pasaba iba creciendo mi incertidumbre, si bien podría notar fácilmente a algunos cuantos Kobolds, según los datos del gremio estos podían imitar voces humanas y algunos pocos entre ellos no solo poseían la inteligencia necesaria para engañar con facilidad a los aventureros, más bien podían llegar a sobrepasar al humano promedio.

«Me pregunto si podré evitar sus engaños, según los rumores, normalmente se necesitaría de un grupo de aventureros de rango bronce para acabar con un nido. El poder no es un problema, pero, evitar ser engañado es otro».

Como de costumbre me perdía en mis pensamientos y llegaba hasta mi destino sin darme cuenta. Tras las puertas barricadas de la entrada este del pueblo se extendía un frondoso bosque de hojas carmesíes que tiñó el ambiente con la misma sensación de muerte que se podía sentir en la mazmorra.

Nada más darme cuenta de aquello, respiré hondo mientras concentraba el ether a mi alrededor para formar formulaciones rúnicas atadas a mis pies.

—Sylph, Aleph. Combinación, potencia, redirección de salida en dirección a la planta de los pies. Todo listo.

«¿Uh? ¿Esa voz es?».

Antes de que pudiese reaccionar la formulación rúnica fue activada y las ráfagas de viento me impulsaron rápidamente dentro de la arboleda, no sabía bien en que podrían aparecer los Kobolds, pero lo más seguro era que sus nidos se ocultarían en las profundidades del bosque.

—Shyun, ¿esa voz fue cosa tuya? No parecía humana—pregunté mientras detenía el hechizo de viento.

—¿Puede escucharme señor? No pensé que eso fuera posible—expresó sorprendida.

—Así que ahora puedo escucharte hablar… ¿en serio murmuras mientras estoy formando runas?

—¿Quién crees que se encarga de evitar que tus runas se conviertan en garabatos?

—No discutiré eso.

Nada más empecé a caminar por el bosque Shyun se quedó callada, seguramente no quería molestar. Por mi parte analicé mis alrededores tam pronto como pude.

Conforme me iba adentrando las hojas de la arboleda engullían la luz del sol y con cada paso todo se volvía más oscuro. El suelo estaba repleto de ramas ruidosas, hojas caídas y alguno que otro par de rocas, mientras más oscuro se volvía todo más se alteraban mis nervios.

Ya podía sentir el filo de las armas improvisadas de aquellas bestias humanoides sobre mi cuello, aunque no tenía una forma real de saberlo, algo dentro de mi podía sentir la sed de sangre que desprendían aquellas criaturas.

Doy un paso, una leve respiración se escucha a lo lejos, doy otro paso, puedo escuchar un líquido cayendo sobre el suelo, uno más, las ramas tras las árboles crujen, un último paso, unos ojos amarillos brillantes aparecen entre la oscuridad.

Dos, cuatro, ocho, dieciséis… No paran de aparecer. Esos brillantes ojos me observan desde la oscuridad, me analizan, están esperando el momento adecuado para matarme.

Cronos: Tale of the dark adventurerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora