Trotamundos
Cuando abrí los ojos estábamos saliendo del bosque, desperté justo a tiempo para contemplar cómo nos alejábamos. Me levanté del asiento y asomándome por la parte trasera del carruaje pude contemplar al resto de la caravana.
En uno de ellos descansaban unos guardias, sentados en la parte trasera del vehículo mientras charlaban entre ellos. Regresé al interior y tomé algo de carne seca junto a una cantimplora llena de agua.
Fui a sentarme cerca del borde y empecé a comer mientras contemplaba los campos repletos de pasto alto y verde cuya forma era irregular debido a la gran cantidad de colinas que se podían contemplar.
El camino sobre el que pasábamos se veía bien cuidado, seguramente por ser una ruta comercial. Todos los mercantes que viajaban en la caravana tenían ojos rasgados y vestían ropas típicas de Murim, sin darme cuenta me estaba adentrando cada vez más en una tierra desconocida.
En cuanto terminé de comer suspiré y fui a guardar la cantimplora, me entretuve viendo como las nubes se iban desplazando conforme nos movíamos, también pulía mi equipo para tratar de mantenerlo en buen estado.
La herrera tenía razón, no cuidaba de mi equipo, honestamente, seguía pensando que era mejor reemplazarlo en cuanto su condición estuviera cerca de un punto irreversible. Terminé de pulir todo y lo coloqué en una esquina del carruaje.
El tiempo pasó volando conforme nos movíamos, el sol empezó a ocultarse y los carruajes iban disminuyendo el ritmo de poco en poco. Cuando el sol finalmente se ocultó y llegó la noche se detuvieron a acampar, mientras los guardias contratados vigilaban los alrededores.
Decidí no salir y quedarme a comer dentro del carruaje. Aunque poco valió mi decisión, el comerciante con el que viajaba se había emborrachado y de una manera agresiva y a su vez amable me hizo salir del carruaje para festejar con ellos.
Aparentemente en Murim no se puede rechazar la invitación a tomar de los mayores.
Tomé una copa de vino de arroz que me entregó el comerciante y algo incomodo bebí junto a su personal para festejar las buenas ventas que habían tenido en el pueblo anterior.
—Oye chico, ¿eres el aventurero oscuro no? Muéstranos uno de esos trucos de magia de los que hablaban en el pueblo—dijo un guardia que regresaba de su patrullaje mientras se servía algo de licor.
Algo dudoso usé la formulación rúnica de siempre, invocar la llama que usaba como linterna y luego avivé su fuego.
—¿Algo así?
El observó la llama y luego sonrío.
—No, no. Ya he visto a otros magos hacer eso, muéstrame algo sorprendente. No te preocupes por atraer bestias, mi equipo tomará las riendas si algo sale mal.
El comerciante ni se molestó por la actitud del aventurero, lo más seguro es que ya hubieran trabajado juntos cientos de veces. Suspiré y luego con un simple pensamiento Shyun se encargó de formar las alas de Sylph.
—Está bien, pero no me culpen si pasa algo malo.
El guardia sonrío de oreja a oreja mientras me veía ascender.
—¡Da un buen espectáculo chico, este viaje necesita emoción!
Extendí las manos y concentrándome repliqué la formulación rúnica llamas de ifrit en cada una, sin dudar vertí el flujo de ether sobre ambas mientras volaba y con el flujo constante de llamas que estaba sosteniendo se formó un efecto similar a las alas de un ave.
Hice un par de acrobacias mientras giraba y luego descendí jadeando, había moderado el consumo de ether, pero incluso así el mantener un flujo constante por tanto tiempo era agotador.
ESTÁS LEYENDO
Cronos: Tale of the dark adventurer
FantasyHayato Endou es un joven de la aldea Momozono, el cual sueña con ser un gran aventurero del que se cuenten historias y leyenda. Cuando su solicitud de ingreso al gremio es aceptada inicia su travesía como aventurero, viajando por las tierras en busc...