Día caótico

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Día caótico

Faltaban unos seis días para marchar al campo de batalla y un día para la cita con Shizu. La brisa de la mañana acarició mi mejilla mientras bebía sake en la posada, no recordaba cuando me había despertado y mi cabeza dolía un poco. Por suerte ya se me estaba pasando la resaca y dejando de lado la copa de sake, decidí dejar de tomar en lo que quedaba del día.

—Dos copas no harán daño. Debería salir a tomar algo de aire —susurré mientras me cambiaba a un conjunto tradicional del lugar, según había escuchado se le decía hanbok.

Como era costumbre, me proporcionaron uno de color negro, no tenía razones para quejarme, pero no pude evitar suspirar al recordar que mi apodo fue ganado por mi vestimenta.

Antes de irme, contemplé el usar la cota de malla de la armadura, pero al final decidí no usarla, pues técnicamente la ciudad era un lugar seguro, claro está, fuera de algún que otro matón al cual podría derribar sin siquiera esforzarme.

Caminando sin rumbo, disfruté de respirar aire limpio, aunque hacía algo de frío, como la ropa que usaba generalmente era cálida, no había notado aquello. Mientras caminaba pude escuchar gritos de furor provenientes del gremio.

Para cuando llegué hasta el lugar, pude ver que todos estaban reunidos en el campo de entrenamiento, evité a la multitud, elevándome con las alas de Aleph para ver lo que sucedía.

Para mi sorpresa y disgusto, el líder del recién formado grupo al que me uní estaba golpeando al personal del gremio y el resto de aventureros, esperé expectante en un intento de comprender la situación, en eso vi que un hombre maltratado estaba escondiéndose detrás de él.

Descendí a su lado a la mayor velocidad que pude, para observar con detalle, sin importar como lo viera, estaba protegiendo a un pobre hombre moribundo, así que, aunque me causaría problemas a futuro, decidí tratar de ayudarlo.

—¿Por qué te metes en problemas Kai? Hoy quería relajarme y ni siquiera tengo un arma a mano, eres un desastre—expresé disgustado.

Él mantuvo sus armas en alto y solo me hizo una seña, apuntando al suelo con la mirada.

—Bueno, lo que digas, eres el jefe.

Formé una flecha de Sylph y la disparé al suelo para crear una cortina de polvo, claro, eso no detendría ni de broma a los aventureros de alto rango, pero le dio a Kai el tiempo suficiente como para poner a salvo al hombre moribundo. Aunque eso implicara tirarlo a la esquina de un muro desde la cual podríamos evitar que se amontonaran al luchar.

Al ver a los aventureros no pude evitar suspirar, era imposible que pudiéramos ganar una trifulca contra todo el gremio. Conforme el peso muerto fuese puesto a raya, los poderosos sé interesarían en nosotros y en ese momento seguramente seríamos tirados en el calabozo del lord de la zona.

—¿Y, por qué quieren lastimar con tanto fervor a este hombre? —pregunté mientras volteaba hacia el herido, solo para quedarme callado al verlo. —¿Qué demonios? —expresé. Lo que vi dejaría aturdido a cualquiera, Kai estaba protegiendo a un hombre de cuya cabeza sobresalía un prominente cuerno, idéntico a de aquellos que estaban invadiendo cada ciudad.

A aquellos que destruyeron nuestro hogar.

Aparté la mirada disgustado y al ver a la multitud enfurecida, entendí que no tenía más remedio que ayudar a mi compañero a salvar a una de esas bestias inmundas que derramaron sangre por doquier. De solo pensarlo me daban ganas de vomitar.

Al ver a la multitud acercarse formé las runas para crear un ataque de fuego similar a la flecha de Sylph condensada. La flecha formada por fuego incandescente quemó el aire a su alrededor y la multitud sudó, tanto por miedo como por calor.

Cronos: Tale of the dark adventurerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora