Pétalos dorados

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Pétalos dorados

La armadura qué Gell me había entregado tenía su marca personal, un emblema oculto en el interior del cuero que había sido grabado con un trozo de fiero ardiente antes de su elaboración. Como tal, constaba de:

Una pechera de cuero negro tachonado y placas de acero negro en los puntos vitales, diseñada para ocultar la cota de malla y un soporte para colgar el arco. Una cota de malla de cuerpo completo hecha con el mismo acero junto a una camisa de lino tintada de negro con mangas largas.

«¿Acaso cree que soy un asesino o algo? La gente me va a ver raro si ando usando está cosa durante las misiones. Aun así, la calidad es justo lo que esperaba».

Observé lo que quedaba en la caja, un par de brazales reforzados con acero negro laminado, hombreras, rodilleras y un cinturón con soporte para herramientas. También había un amuleto con un grabado escrito en el lenguaje antiguo de la familia de Gell, no conocía bien los caracteres, pero lo até al cinturón y luego dejé todo el equipo tirado en la cama.

Tomé la antigua cota de malla y la guardé en un compartimento de mi armario, junto a los kimonos. Luego regresé a equiparme, primero fue la camisa de lino, luego la cota de malla y por último las piezas de cuero tachonado.

Tomé la daga en mi mesa de noche y la guardé en el cinturón, luego colgué mi insignia al lado y colgué el bastón en la ranura para armas en la parte trasera de la armadura, decidí dejar el arco en el cuarto, no era más que un estorbo considerando la magnitud de mi fuerza actual.

«Aunque todavía sirve para distraerme y practicar concentración».

Salí de la cabaña para disfrutar de un poco de aire fresco, luego cerré la puerta con llave y me dirigí al pueblo, tanto la nueva armadura como la reputación que había ganado traían consigo atención indeseada.

Como siempre, el camino al gremio estaba repleto de gente yendo de un lado a otro, aunque desde la partida de mi tío mucho del personal del gremio estaba atareado llevando papeleo y liderando grupos de exploración.

«Parece que las sospechas de Hiyori cada vez son más verídicas, tengo miedo de lo que pueda pasar».

Me detuve por un momento para contemplar la plaza, el brillo de la mañana hacía parecer que el agua de la fuente fuese dorada y les daba un brillo del mismo tono. Al ver la imagen del pueblo bañado por la luz dorada, no pude evitar recordar aquella ilusión en la que todo ardía incandescentemente.

«¿Qué esta sensación de incomodidad? Algo no se siente bien».

El ambiente del pueblo estaba más seco que de costumbre, la usual emoción escandalosa de los comerciantes y aventureros había sido reemplazada por un aíre de desesperación y duda. Al ver a los aventureros con más detenimiento, podía notar como su equipo estaba más deteriorado que de costumbre, los comerciantes por su parte tenían menos productos que de costumbre y para colmo, casi nadie le hacía caso a la poca mercancía que todavía sobraba.

Desvíe mi camino hacia un comerciante de armas cuyo local usualmente estaba abarrotado por las mañanas, era un hombre endeble con un bigote bien cuidado y lentes, solo con verlo se podía saber no era un herrero o artesano de algún tipo, solo un simple comerciante y poco más.

—Disculpe señor, puedo ver que no le queda mucha mercancía, ¿qué ha pasado?

Al verme, su rostro se retorció para formar una falsa sonrisa, posó sus manos una sobre otra y las frotó mientras me observaba pacientemente.

—Puedo ver que tiene una fina pieza de armadura distinguido aventurero, ¿podría preguntarle donde la ha conseguido?

Observé la mercancía que el hombre guardaba a sus espaldas, eran espadas y dagas de hierro simples, su calidad no se comparaba en nada a las armas de acero blanco o su variante oscura.

Cronos: Tale of the dark adventurerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora