Después de pasar dos horas esperando a que me den las llaves de mi habitación, por fin las tengo en la mano. Espero que mi compañera de cuarto no sea una idiota; no podría soportarlo.
Con la maleta en una mano y las llaves en la otra, abro la puerta con cuidado. Estoy nerviosa; la idea de compartir cuatro años con alguien que no me caiga bien es un desafío que preferiría evitar.
Al abrir la puerta por completo, descubro que aún no ha llegado. Un suspiro de alivio me invade. Podré elegir la cama que prefiera.
La habitación es sencilla: dos camas pequeñas, un baño reducido y un armario grande para compartir. Me encanta. Estoy emocionada de estar aquí, cumpliendo mi sueño de convertirme en artista.
Elijo la cama al lado de la ventana. Adoro ver el sol al amanecer. Mi ropa sigue en la maleta; no tengo ganas de desempacar todavía, así que me recuesto en la cama y cierro los ojos.
—Debes ser Ravenna —dice una voz dulce.
Abro los ojos de inmediato, me incorporo y me levanto. Me acerco hacia ella y le tiendo la mano.
—¡Hola! —respondo, intentando parecer tranquila, aunque no sé su nombre, lo que me da un poco de vergüenza.
—Soy Nyx. No te preocupes, es un placer conocerte —me dice con una sonrisa sincera.
De repente, me abraza, y me quedo inmóvil, sin saber cómo reaccionar. No estoy acostumbrada a que me abracen.
—¿Ya elegiste tu cama? —me pregunta con curiosidad.
—Sí. Pero si la quieres, puedes quedártela —le digo, sintiéndome un poco incómoda.
—No te preocupes, es toda tuya —responde riendo, y su risa me contagia.
—Genial —le sonrio, sintiéndome un poco más relajada.
—¿Qué estudias? —me pregunta.
—Arte. ¿Y tú? —le pregunto. Me intriga saber más sobre ella.
—¡Lo mismo! Espero que nos toquen algunas clases juntas.
Me doy cuenta de que, a pesar de que ella irradia calidez, yo soy completamente opuesta; mi hermana siempre dice que soy fría como el mármol. Tal vez deba intentar abrirme un poco más.
—Vamos a recorrer las instalaciones —me invita Nyx—. ¿Te gustaría?
—¡Claro! —respondo, sintiendo un destello de entusiasmo.
Mientras caminamos, no puedo evitar pensar que quizás este sea el comienzo de una gran amistad. Con Nyx a mi lado, tal vez esta experiencia en la universidad sea más llevadera de lo que imaginaba.
Recorriendo el pasillo, Nyx me cuenta sobre ella. Me dice que proviene de una pequeña ciudad en el sur, donde las montañas no son tan imponentes como las de Alaska. Disfruta del arte, especialmente de la pintura, y sueña con exponer alguna vez en una galería famosa.
—Me encantaría ser parte de una gran exposición algún día —dice con entusiasmo, sus ojos brillando con la pasión que siente por el arte. Su energía es contagiosa, y me encuentro sonriendo genuinamente.
—Eso suena increíble —respondo—. Yo siempre he querido explorar diferentes estilos y técnicas. Tal vez podamos inspirarnos mutuamente.
Ella asiente, y seguimos caminando. Al salir al patio central, me quedo boquiabierta. La universidad se extiende ante nosotros como un castillo encantado. Las grandes torres góticas se elevan hacia el cielo, y el sol da un brillo dorado a las piedras antiguas. Entre las construcciones, hay jardines cuidadosamente cuidados, con flores de vivos colores que contrastan con los grises y marrones de la edificación.
—Es hermoso, ¿verdad? —observa Nyx, notando mi asombro.
—Es mágico —respondo, sintiendo que mis nervios comienzan a desvanecerse. Aquí, en este lugar tan especial, puedo dejar atrás las sombras de mi pasado.
Mientras seguimos explorando, pasa un grupo de estudiantes, todos riendo y chismeando. Nyx les saluda con la mano, y ellos le responden con sonrisas. Esa facilidad que tiene para conectarse me deja un poco impresionada; a mí me cuesta más abrirme a los demás.
—Tú también puedes hacerlo, Raven —me dice Nyx al notar mi timidez—. No eres fría; solo necesitas tiempo para adaptarte.
Sus palabras son un bálsamo para mis inseguridades. La verdad es que siempre he tenido muchas barreras, sobre todo desde lo que ocurrió en Nueva York. Pero aquí, lejos de todo, siento la oportunidad de ser quien realmente soy.
Finalmente, llegamos a la sala de arte, un espacio luminoso con grandes ventanales que dejan entrar la luz natural. Las paredes están adornadas con obras de estudiantes, cada una reflejando una historia, un mundo.
—¡Mira esto! —exclama Nyx, señalando una pintura abstracta llena de colores vibrantes—. Creo que representa una lucha interna, ¿no crees?
—Definitivamente —digo, sintiéndome inspirada—. Me encantaría intentar algo similar.
Pasamos el rato admirando las obras de otros y hablando sobre nuestras propias visiones artísticas. A medida que se desarrolla la conversación, me doy cuenta de que, quizás, no todo en esta nueva vida será tan complicado.
Quizás Nyx es una amiga que no esperaba encontrar, y tal vez, este lugar se convertirá en el hogar que siempre soñé. A medida que nos despedimos de la sala, siento una chispa de emoción. Estoy aquí, y por fin tengo la oportunidad de empezar de nuevo.
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LAZARUS
RomanceYo huyo de mi pasado. Huyo lo más rápido que puedo. La Ravenna que era antes murió ese día. Por suerte, fui aceptada en una universidad extremadamente exclusiva; no cualquiera puede entrar allí. Lo que nunca esperé fue que el dueño de la universidad...