— Draven, yo no juego contigo ni a las damas. — Le respondo de manera inteligente, recordando lo que mi madre solía decirme: que eso me traería problemas. Y aquí estoy, desafiando a mi director, quien podría despedirme en un instante.
Bien hecho, Raven. Dice mi mente.
Draven parece perplejo, probablemente no se esperaba mi respuesta.
— Pajarito, no hablaba de jugar a las damas; hablaba de un juego más íntimo, más salvaje. — Me dice descaradamente.
¿Este hijo de puta me está insinuando lo que creo que está insinuando?
— Sí, Raven. Quiero tenerte debajo de mí, follarte duro toda la noche y hacer que te corras todas las veces que tu cuerpo resista. — Su tono es provocador y descarado.
Lo dije en voz alta. Mis mejillas automaticamente se ponen rojas.
— Te das cuenta de que eres mi director, ¿verdad? — Le digo, intentando recordarle cuál es su lugar en esta situación.
Aunque por dentro, una parte de mí anhela saber cómo se sentiría. Realmente, hay algo malo en mí.
— Eso lo vuelve más excitante, pajarito. Vamos, no te vas a quedar en la entrada todo el día, ¿o sí? — Su sonrisa desafiante me hace temer lo que vendrá.
Al cruzar el umbral de su casa victoriana gótica, me topo con una decoración digna de una película de terror. Las paredes están adornadas con tonos oscuros y los candelabros de hierro forjado cuelgan del techo, creando una atmósfera misteriosa.
— Veo que te gusta mi casa. — Dice Draven, con una sonrisa que parece más un gesto de triunfo.
— Es increíble. — Confieso, todavía deslumbrada. — Espera un minuto, ¿tu casa? Ese hijo de puta, tan controlador.
— En verdad, es nuestra casa. Laz vive aquí también, solo que todavía no ha llegado; está haciendo unos encargos. — Me aclara con una sonrisa.
Me había olvidado que vivían juntos.
— Espero que esos encargos sean legales. — Le respondo sarcásticamente,
— Si eso te hace dormir mejor... — Me dice, burlón. — Te imagino durmiendo desnuda. ¿Sabes lo que haría, pajarito, si durmieras conmigo?
No le respondo. Prefiero que siga hablando y revelando sus pensamientos.
— Mi desayuno sería comerte el coño todas mis mañanas. Tu sabor en mi lengua sería en lo único en lo que podría pensar durante el día.
Mi cuerpo está en llamas porque quiero que lo haga.
En vez de contestarle, le digo: — ¿Podemos seguir caminando?
Él sonríe victorioso. Logró lo que quería: ponerme nerviosa.
— Adelante, — dice, haciendo un movimiento con su brazo como indicándome que camine. Su gesto es a la vez cortes y dominante.
Finalmente, llegamos a la sala, donde hay un sofá enorme con un diseño de gárgola tallado en los brazos. El tapizado es de un suave terciopelo negro que invita a sentarse, mientras que las gárgolas en los extremos parecen vigilarnos. Al sentarnos, él elige un extremo, y yo me siento en el opuesto.
No sé qué podría llegar a hacer si estuviera cerca de él. Cuando estoy con Draven o Laz, me desconozco completamente. Siento que soy otra persona. Me ponen muy nerviosa, pero es un nerviosismo extraño, caliente, como si me convirtiera en alguien que no soy.
Todo lo que me dijo solo logró que me mojara. Estoy extremadamente excitada por él; pienso en dormir junto a él y lo anhelo. Lo deseo y no quiero. Los odio por hacerme sentir así.
Draven se levanta para acercarse a donde estoy. Se sienta a mi lado, dejándome solo la esquina del sofá como espacio. ¿Es que este tipo no puede estar sin contacto físico o sin ponerme nerviosa?
— ¿Qué estás haciendo, Draven? — Odio mi tono de voz; suena nervioso. No puedo evitar sentirme intimidada por él.
— ¿Estás nerviosa, pajarito? — Lo miro, y él, con un gesto bastante dulce, mueve un mechón de mi cabello que había caído sobre mi oreja.
Es un gesto que me sorprende. Las mariposas en mi estómago son difíciles de ignorar, pero en realidad, no son mariposas; son más bien dinosaurios lo que siento.
— Nunca. — Le respondo, intentando sonar segura. Si hay algo que he aprendido, es a no mostrarle miedo a los lobos, y Draven y Lazarus son dos lobos hambrientos... por mí.
Una parte de mí se siente intrigada. ¿Qué mujer no querría que dos hombres mayores y atractivos quisieran estar con ella?
Es el sueño húmedo de cualquier lectora de dark romance, pero vivirlo es algo completamente diferente.
Tengo muchos problemas para confiar en la gente, y mi miedo es que, si me abro a ellos, podrían romperme el corazón. Prefiero mantener la guardia alta y evitarlos, porque estos dos son del tipo que te manda directamente a terapia.
Draven se inclina hacia mí, rompiendo la distancia que he intentado crear. Su rostro está tan cerca que puedo sentir su aliento, que es frío y electrizante al mismo tiempo.
Su olor es intenso; huele a hombre, a madera y a tabaco. Nunca pensé que el olor del tabaco pudiera resultarme adictivo. Este hombre me va a arruinar.
— Imagina lo que podríamos hacer juntos, sin ropa...
Su aliento frío recorre mi piel, causando escalofríos.
— Me lo imagino y realmente no creo que puedas hacerme llegar al orgasmo. — Le digo, disfrutando de provocarlo. — Tampoco creo que seas un buen besador; eres de esas personas que solo son pura palabrería, pero que en el momento del acto me decepcionan.
— Veo que tienes mucha experiencia. — Su tono cambia, y ese cambio sí me da miedo. De estar coqueto, pasa a sonar gruñón en cuestión de segundos.
Un momento. ¿Draven está celoso?
Voy a molestarle un poco. Realmente solo he tenido dos besos, y tres si contamos a Laz. Me humedezco solo al recordar ese beso; su sabor es tan electrizante, magnético. Es adictivo.
— Muchísima tengo. — Lo provoco. — Por eso sé detectar cuando alguien es un mal besador. — Le miento, disfrutando de la tensión.
No tengo idea de cómo es un mal besador; solo quiero fastidiarlo por todos los momentos de intimidación que me ha hecho pasar.
— Ponme a prueba, entonces. — Me dice, desafiándome.
Lo miro y puedo notar que está completamente tenso. Me encanta que esté celoso por mí. Dios, soy una histérica. No lo quiero, pero me gusta que se ponga celoso al pensar que he estado con otro.
— No, gracias. No hago caridad. — Le respondo con una sonrisa pícara.
— Pajarito, estás caminando por un sendero peligroso. Sé detectar mentiras y sé que, si ahora mismo metiera mi mano entre tus piernas, estarías chorreando por mí.
Al instante, me sonrojo. Este maldito no puede estar dos malditos segundos sin intimidarme.
— Veo que te tienes mucha confianza. Lástima que estás en lo incorrecto.
En un movimiento ágil, Draven se inclina hacia mí. Con firmeza pero sin brusquedad, me agarra de la cintura y me levanta, colocándome suavemente en su regazo.
DRAVEN: Justo cuando se me iba a dar, me cortan la escena. No es justo.
RAVEN: Sos muy fantasioso, Draven.
DRAVEN: Dejen muchos likes y comentarios; quizás puedan convencer a mi pajarito de que ella es mía.
RAVEN: ¿Puedes dejar de molestar a nuestras lectoras? Adiós, chicas. Espero que hayan disfrutado el capítulo.
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LAZARUS
RomanceYo huyo de mi pasado. Huyo lo más rápido que puedo. La Ravenna que era antes murió ese día. Por suerte, fui aceptada en una universidad extremadamente exclusiva; no cualquiera puede entrar allí. Lo que nunca esperé fue que el dueño de la universidad...