Capítulo 22

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Como puedo, y torpemente, me levanto del regazo de Draven para encarar a Lazarus. Dios, este hombre es hermoso. Todos los días está radiante, pero hoy lleva un elegante traje que se ajusta perfectamente a su cuerpo. La tela resalta cada uno de sus músculos, desde los poderosos pectorales hasta la definida línea de su cintura.

Miro un segundo hacia Draven, que está completamente relajado en el sofá. Él se sienta con las piernas abiertas y ambos brazos apoyados en la parte trasera del sofá, mostrando su tono musculoso y su postura despreocupada. Su expresión es serena, como si no hubiera pasado nada, y la tranquilidad en su rostro me sorprende.

Bajo la mirada y encuentro la mancha húmeda que dejé en el pantalón de Draven, que es realmente visible. Me sonrojo.

— Pajarito, después de todo lo que hicimos, ¿te sigues sonrojando? —me dice con un tono pícaro.

Lo ignoro y vuelvo a enfocar mi mirada en Lazarus, que en lugar de mirar mis ojos, está observando otra cosa. Sigo su mirada y me sonrojo aún más.

Dios, soy patética.

Lazarus está mirando mis senos, y se le ve hambriento. En lugar de correr y cubrirme, decido quedarme parada, mostrándole que no me intimida.

— Aquí arriba, Lazarus —le digo—. Mis ojos están acá.

Con ambos brazos en la cadera, trato de mostrar confianza, aunque en el fondo no me siento tan segura. Mantengo la postura firme, y una pequeña sonrisa desafiante juega en mis labios.

— Cuervo, ya sé dónde están tus ojos; solamente estaba mirando algo que no me imaginaba encontrar —responde con una sonrisa traviesa.

— ¿Viste lo lindos que son sus senos, Laz? —le pregunta Draven, como si disfrutara de la situación.

— Son hermosos. Te envidio por haberlos probado antes que yo —confiesa, y su tono hace que mis mejillas se sonrojen aún más.

— Hice que se corriera con solo comérmelos —le cuenta Draven con un aire de satisfacción.

Estos hombres, Dios mío.

— Yo hoy la besé —declaró Lazarus

— Tiene un sabor único. Es como una droga, su sabor; cada vez quieres más. Nos estamos volviendo adictos, Laz —le confiesa Draven.

Me cansé de batallar conmigo misma. Estoy completamente mojada por mi profesor y director.

Aunque, acabo de recordar el verdadero motivo por el cual estoy aquí.

— Lazarus, dame mi celular —le ordeno.

— Ni un "por favor", ni nada. ¿No te enseñaron modales, Cuervo? —bromea.

Lentamente, Lazarus camina hacia mí, acercándose tanto que estamos a sólo dos milímetros de estar pecho contra pecho. La cercanía intensifica la tensión en el aire, y mi corazón late con fuerza mientras lo miro a los ojos.

— ¿Por qué debería ser amable si hoy me trataste horrible en clase? —le digo, enojada y un poco herida.

— Yo te advertí que no hablaras con ese niño y me desobedeciste. Quiero dejarte algo claro, Cuervo: tú me perteneces, eres mía y también de Draven. Somos dos hombres que no compartimos. Lo que hice hoy en clase fue para demostrarte que si lo vuelves a ver, te voy a castigar. Y, Raven, créeme cuando te digo que no te va a gustar —me dice el imbécil.

Él realmente cree que puede decirme qué hacer.

— Yo no recuerdo haber concordado que era tuya o de Draven, así que puedo hacer lo que quiera. Si me quiero follar a Josh, lo voy a hacer —le digo desafiante.

LAZARUSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora