Capítulo 4

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Luego del bochornoso encuentro que tuve con Draven, me escondí en mi habitación y no salí por días. Me daba pánico cruzármelo.

Él es el dueño de la universidad. Me puede echar en segundos. Me sorprende que no lo haya hecho ya. No voy a tentar a la suerte otra vez. Voy a mantener un perfil bajo y no voy a llamar la atención.

—Raven —Nyx me tira un almohadón que me golpea en la cara—. Vamos a llegar tarde, ¡vamos!

Saco el almohadón de mi cara y me paro rápidamente. Elijo del armario un conjunto gótico: una blusa negra de encaje con mangas largas y una falda de vinilo que llega hasta las rodillas. Completo el look con mis botas altas de cuero y un corset negro que acentúa mi figura.

—¿No te parece que es demasiado? —me pregunta Nyx. Ella va vestida con un vestido blanco y un ligero maquillaje que resalta sus rasgos.

Mi cara está cargada de maquillaje, y decidí ponerme mi labial favorito: uno que es burdeos, tirando a violeta uva. Favorece mucho mi pálida piel.

—Nunca es demasiado en la moda —le digo con seguridad.

Ella se ríe.

—Está bien, GothRaven. A partir de ahora te voy a llamar así.

Salimos de nuestra habitación y caminamos hacia donde están nuestras aulas. Por suerte, no es necesario usar el auto; el edificio está cerca del de residencias.

—Tienes que conocer a mis amigos. Te van a caer fabulosos, en especial Josh. Creo que podría gustarte —hace un gesto gracioso.

—Sinceramente, no estoy interesada en encontrar pareja, Nyx. Estoy bien sola. Quiero enfocarme en mí, en los estudios y terminar la carrera —le digo con determinación, y es cierto.

Ya tuve una relación y fue una pesadilla.

Raven, no pienses en eso, me digo internamente.

—No te hablaba de que te pusieras de novia, tonta, pero puedes tener sexo con él —me dice, haciendo gestos cómicos con los ojos.

—No, gracias. No me gusta el sexo casual —respondo. Nyx debe pensar que soy una mojigata, pero no lo soy; simplemente no quiero salir con nadie. Estoy en mi mejor momento y quiero estar sola.

—Está bien, aguafiestas —me dice divertida—. Por cierto, ya llegamos al salón. Aula 666. Gracioso, ¿cierto? —me dice irónicamente.

—Oye, me gusta el número, le da personalidad —le respondo convencida.

—El número del salón concuerda con el profesor: Lazarus Nightingale. Dicen que es el diablo en persona. Solo 3 de 50 alumnos aprueban su materia. Dicen que el año pasado una chica intentó coquetear con él y él la rechazó de una manera tan grosera que se cambió de universidad.

—Guau. Eso es impresionante...

—Más que impresionante, es aterrador. También dicen que es extremadamente guapo —me dice Nyx.

Entramos al aula y todavía el profesor no ha llegado, así que tenemos tiempo para acomodarnos cómodas. Hay dos asientos libres en el centro, así que vamos a por ellos.

Tienen una perfecta vista al pizzarrrón.

—¿De verdad es tan guapo? —le pregunto a Nyx.

—Cuando lo veas, vas a entender. Está para comérselo.

—Lo dudo —me río—. Voy a sacar mis cosas.

Agarro mi bolso, saco mi laptop y la pongo sobre la mesa. Me quedo tildada, mirando un punto fijo.

Una puerta cerrándose bruscamente me saca de mi estado y miro a la persona que acaba de cerrar la puerta.

Creo que me he enamorado. Dios mío, en esta universidad todos están buenos. Este hombre parece esculpido por una deidad.

—Te dije que estaba buenísimo —me codea Nyx.

—¡Silencio! —dice el profesor Lazarus.

—Bueno, si tenías razón... —le digo a Nyx.

—Dije silencio —mira, y Lazarus me está mirando fijamente.

Creo que acabo de tener un orgasmo visual. Este hombre es hermoso: tiene el cabello castaño, ojos azul celeste que brillan intensamente, labios anchos y pómulos marcados. Está vestido con un traje que le ajusta perfectamente, enfatizando su atractivo.

—Lo siento —le digo.

—¿Usted es? —me pregunta, con un tono enojado. Su rostro denota que está molesto.

—Ravenna, señor —me sonrojo.

Este hombre es igual a Draven, no para de mirarme fijamente.

—Presta atención o lárgate de mi clase —me responde con desdén y se pone a escribir algo en la pizarra.

—¿Es así de cabrón siempre? —le pregunto a Nyx.

No me llega a contestar porque la interrumpen.

—Señorita Waverly, lárguese de mi clase.

—¿Qué? No entiendo qué hice de malo —le contesto.

Eso parece sorprenderlo. No mucha gente se debe animar a responderle.

—¿Me estás desafiando? —me pregunta.

Este hombre me intimida tanto como Draven, pero a diferencia de él, se nota que Lazarus tiene un peor carácter.

—No, señor, pero no dije nada.

—¿Me estás tratando de mentiroso? —pregunta, mirándome de arriba abajo.

Me sonrojo. Es raro, porque por un segundo veo un destello de deseo en su mirada, pero dura solo un instante. Lo disimula rápidamente.

—No, señor, por supuesto que no. Ya me voy —digo.

Estoy por apagar la laptop cuando él me interrumpe.

—Quédese, pero deje de hablar en mi clase. No me gustan las chicas que no se portan bien.

Me sonrojo.

LAZARUSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora