Capítulo 11

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DRAVEN

— ¿Dónde demonios estabas? —me pregunta Lazarus.

— Cerrando un contrato con un inversionista para la universidad —miento.

Lazarus es como un perro detrás de un hueso; no descansa hasta saber la verdad.

— ¿Qué inversionista? —Por su tono de voz me doy cuenta de que no se lo está creyendo.

— Un italiano, Lazarus, Marco Russo. —Qué fácil se me da inventar nombres. Sonrío internamente.

— No me mientas, Draven, porque te juro que te voy a dar un puñetazo. Sabes que no me gusta que me mientan. Sé que estuviste en su habitación.

— Está bien, sí estuve en su habitación, pero fue para ponerle cámaras en su dormitorio y poder vigilarla de cerca. —No digo mis verdaderas intenciones porque Lazarus se va a enojar.

Me dirá que no necesito distracciones, y tiene razón, pero no dejo de pensar en esa chica, mi pajarito.

Lazarus me mira seriamente. Su mirada es indescifrable.

— No está mal la idea, pero es arriesgado lo que hiciste. Nos puedes meter en muchos problemas, Draven —me dice aún enojado y tenso.

— Creo que deberías ir a acostarte con una mujer; se te ve muy tenso, Laz.

Bromeo.

— Vete al demonio, Draven. Quiero que me mandes el enlace de las cámaras; yo también quiero vigilarla —me dice seriamente.

Este desgraciado también está encaprichado con mi pajarito.

— No, es mi pajarito; consíguete otra para ti.

— Draven, mándame el maldito enlace. No puedes vigilarla las 24 horas del día. Estamos metidos en este lío los dos.

— Está bien, pero ella es mía.

Lazarus rueda los ojos, y puedo ver una chispa de celos, pero dura un segundo.

— Quédatela, a mí no me gustan tan jóvenes —me lo dice con tal convicción que podría creerle si no lo conociera, pero sé la verdad; le gusta tanto como a mí, y eso es raro.

Nosotros no tenemos novias, solo encuentros casuales. Generalmente hacemos tríos; las mujeres nos ven y no pueden decidirse entre nosotros dos. Es que, mírennos, estamos buenísimos.

— Como digas —digo burlonamente.

— Imbécil, hablo en serio, no me interesa esa mujer.

Agarro mi celular, busco su contacto y le envío el enlace de las cámaras.

— Listo. Todo tuyo. Espero que no te masturbes pensando en Ravenna.

— Y yo espero que no vuelvas a hacer algo tan estúpido como esto.

Decido ignorarlo.

Laz es una persona muy irritable y terca. Es imposible discutir con él; es del tipo de personas orgullosas e indescifrables, nunca sabes lo que está pensando.

— Voy a ducharme —le aviso.

— No dejes semen en la ducha —me dice el arrogante de Lazarus.

Lo ignoro nuevamente y camino hacia mi habitación. Al llegar, me desvisto hasta quedar desnudo. Tengo unos abdominales impresionantes. Muchas mujeres salivan al verme

Caminé por el pasillo hacia el baño, tratando de calmar mi mente inquieta. Al abrir la puerta, me encontré con un espacio enorme y elegante, lleno de mármol brillante. Hay un gran jacuzzi en una esquina que llama la atención.

Cruzando el piso frío del baño, llegué a la ducha. Encendí el agua y elegí que saliera fría, buscando calmarme. El agua cayó sobre mí, despertándome con su frescura.

Pienso en Ravenna y, al instante, mi polla se endurece tanto que parece que va a explotar. Me duele. Tengo que hacer algo al respecto.

Agarro mi miembro con la mano izquierda y empiezo a mover mi miembro de arriba abajo, prestando especial atención a la punta, que es la zona más sensible.

No voy a tardar mucho en llegar al orgasmo. Pienso en Ravenna, en sus labios oscuros, su cabello, su aroma, cómo debe verse desnuda. Quiero probar su cuerpo y hacerla mía, marcándola con mi semen..

Voy a ir al mismísimo infierno.

Vuelvo a pensar en Ravenna y me corro. Chorros de semen salpican la pared. Gimo de placer. Pensé que masturbarme saciaría mi deseo por ella, pero estaba muy equivocado; esto es solo el comienzo..

Apago la ducha y tomo una toalla suave, ni me molesto en limpiar mi semen, que se joda Laz. Me seco rápidamente antes de salir del baño. Camino de regreso a mi habitación, donde la cama king size domina el espacio. Es enorme, casi dos metros de ancho. Me quedo desnudo y me meto en la cama, tomando el iPad para ver a Ravenna.

—Es un imbécil, Nyx —escucho a Ravenna decirle a su compañera de habitación.

Apreto el puño con furia. Ella debería estar viviendo solo con nosotros. Raven es mía.

—¿Quién? —pregunta Nyx, riendo.

—Josh. Me invitó a una cita, le dije que no y sigue insistiendo.

Ese Josh está muerto.

—Es solo una cita, GothRavenna. Ve, diviértete un poco —dice Nyx, levantando sus cejas de forma divertida.

Pienso también en cómo deshacerme de Nyx, pues no quiero que le meta ideas tontas a mi chica. Ella es mía, y posiblemente también de Lazarus, pero él es demasiado terco para admitirlo.

—Está bien, le voy a confirmar —responde Ravenna, aunque no parece del todo convencida.

Apago el iPad y golpeo la cama con mi puño, lleno de rabia. Si llega a tocar a mi chica, le cortaré la mano.

Voy a darte una lección, Ravenna. Aprenderás que solo tendrás ojos para mí, que solo me necesitarás a mí, que solo estarás conmigo.

Me duermo pensando en todo lo que quiero hacerle.

LAZARUSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora