Capítulo 21

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Hago ademán de levantarme, colocando una mano sobre su hombro para impulsarme fuera de su regazo. Pero en un instante, sus enormes manos se cierran de manera firme y autoritaria alrededor de mi cadera, obligándome a quedarme en mi lugar. Sus manos no son suaves; tienen callos y son ásperas.

Quiero probar qué sentirán esos dedos.

No puede ser que esté completamente mojada por mi director. ¿En qué momento me empezaron a atraer los hombres mayores? Reflexionando, me doy cuenta de que posiblemente sea porque él está buenísimo. Cualquier mujer heterosexual no dudaría en lanzarse hacia él.

Si alguna los toca, la mato.

¿Qué mierda, Raven? ¿En qué momento nos volvimos posesivas y empezamos a considerar a Draven y Lazarus como nuestros? Culpo al dark romance.

Tiene demasiada fuerza y es imposible moverme. Soy de cuerpo pequeño y él es enorme; estoy inmóvil hasta que decida dejarme ir. No se de donde tomo mi valor, pero decido mirarlo a los ojos y lo que encuentro, es una mirada intensa, llena de una seguridad que roza lo intimidante, dejándome con la certeza de que no tiene intención de dejarme escapar tan fácilmente.

— Draven. — Le digo, mirándolo a los ojos. — ¿Qué estás haciendo?

Él comienza a masajear mi cadera. Es un gesto tierno, dulce. Me desconcierta; no sabía que Draven podía ser así.

— Quería tenerte en mi regazo. — Me dice con las pupilas completamente dilatadas.

Hace un movimiento y me acerca más hacia él. No sabía que era posible estar más pegados, pero ahora mi pecho está completamente contra el suyo.

Su olor es intoxicante, adictivo, como si fuera una abeja atraída por la miel. Bueno, en mi caso, soy adicta a mi director, un hombre que con un chasquido de sus dedos podría arruinar mi futuro.

Mis pequeños senos se presionan contra su pecho caliente; puedo sentir su corazón acelerado, y sé que él puede sentir el mío y lo duros que están mis pezones a través de mi camiseta.

Me olvidé de que me puse la más horrenda que tenía, con una enorme mancha de café. Mis mejillas se enrojecen de la excitación y la vergüenza; lo que antes me parecía divertido, ahora ya no lo es.

Siento algo duro debajo de mí, rozando mi entrepierna. Sé muy bien lo que es, y si antes estaba roja, ahora estoy bordó.

Estoy sentada directamente sobre mi director, y puedo sentir cómo su polla se mueve debajo de mí. Su longitud parece perforarme, como si quisiera salir de su escondite y jugar, o más bien, destruirme. Nunca la he visto, pero puedo percibir lo enorme y gruesa que es.

Es fácil sentirlo porque lleva puestos unos pantalones holgados de algodón negro, combinados con una camiseta negra. Solo tiene puestas unas medias negras. Veo que compartimos el mismo gusto por el color negro; es superior y no pienso discutirlo con nadie.

Estamos frente a frente y, por alguna razón perversa, me siento relajada. No me muevo; simplemente nos miramos. Su mirada refleja la mía, y sé que, así como puedo ver su deseo en la suya, que es salvaje y animal, él puede ver el mío.

— Draven, ¿te das cuenta de que lo nuestro no puede ser? —le pregunto, intentando mantener la calma. Es la primera vez que le hablo sin pelear.

— Lo sé, Raven. Sé que está mal que esté completamente duro por ti, pero por alguna razón, no dejo de pensar en ti. Me levanto y pienso en ti, desayuno y pienso en ti. Desde que llegaste a mi vida, no puedo sacarte de mi mente, y no lo entiendo. Esto es algo fuerte, profundo. Estoy obsesionado, Raven. No soy un buen hombre y no creo en la moral. Desde el primer momento en que te vi, te convertiste automáticamente en mía.

LAZARUSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora