Capítulo 16

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DRAVEN

Me encuentro sentado junto a Lazarus en un sillón de terciopelo negro, con detalles tallados que evocan gárgolas.

—¿Sabías que Pajarito tiene una hermana gemela? —pregunté, rompiendo el silencio y observando la reacción de Lazarus.

—Obviamente —respondió él, con una mirada astuta—. La estuve observando todo el día después de lo que sucedió en el bar. No puedo sacármela de la cabeza. Nunca me había pasado algo así. Es tan fuerte, tan poderosa, mi obsesión por Ravenna.

Lazarus, sentado a mi lado, parecía tan intrigado como yo. Era evidente que, al llegar a casa, había estado espiando a nuestra misteriosa mujer.

—No. Tenemos que investigarla. Debemos
saber todo sobre ella. Algo malo le debe haber sucedido para dejar a su hermana gemela —dijo Lazarus, confundido.

—Sí, voy a llamar a Edward. Él se encargará de investigarla.

—Draven, tú eres el dueño y director de la universidad. ¿No deberías tener sus datos?

—Amigo, en el formulario de inscripción no les pregunto por su vida personal. Lo único que me interesa es que estén lo suficientemente calificados para la exigencia de mi universidad.

—A ella le diste una beca completa, eso no lo sueles hacer. Solo a dos personas se la diste, y una murió —dijo Lazarus suavemente, con un tono que contrajo mi corazón y despertó una furia interna.

—¿Cuántas veces te he dicho que no hablemos más de ese tema? —respondí, mi voz tensa por el recuerdo amargo.

—Lo que pasó no fue un suicidio, y lo sabes —insistió Lazarus.

—Cállate, Lazarus, o te juro que te daré un puñetazo.

—Está bien, voy a dejar el tema, pero me sorprendió saber que había una nueva alumna becada. ¿Por qué la elegiste? —preguntó, ahora con curiosidad genuina.

—¿Sinceramente? Tenía un currículum impecable, sus notas eran excelentes, y tenía un promedio de diez.

—Ahora dime la verdad, Draven. Tú y yo sabemos que las notas te dan lo mismo.

—Eres realmente irritante, Lazarus, ¿te lo han dicho? —pregunté, levantando una ceja.

—Varias veces, pero las mujeres suelen amarme —contestó con una sonrisa egocéntrica—. No me cambies de tema, dime la verdad.

—Me recordó mucho a ella, ¿está bien? ¿Podemos dejar el tema? —dije, dejando traslucir un poco de mi vulnerabilidad.

Nos miramos fijamente por un momento, ninguna palabra necesaria.

—No había notado el parecido antes, pero son parecidas —admitió Lazarus.

—Lo sé, pero Ravenna es diferente. No sé, Laz, tiene algo especial. Nunca me he sentido así por nadie —admití, abriéndome un poco más con él.

—Draven, a mí me gusta nuestro cuervo, pero no podemos dejar que entre en nuestras vidas. Es una debilidad que no podemos permitirnos —advirtió Lazarus, con un tono protector.

—Como digas —respondí con desdén.

—Aunque eso no nos impide jugar con ella. Vamos a tener que tener cuidado, no queremos manchar nuestra reputación.

—Me voy a dormir, Lazarus. Trata de dormir tú también —concluí, levantándome del sillón.

Fui hasta mi habitación, el pasillo tiene la misma vibra antigua de siempre. Al entrar, las luces suaves hicieron que todo se sintiera misterioso, pero cómodo. Mi cama king size, con su cabecero tallado y sábanas negras, me esperaba. Me dejé caer sobre ella, dejando que el cansancio del día y todo lo que Ravenna había despertado se apoderaran de mí.





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RAVENNA: ¿Es necesario, Lazarus?
LAZARUS: ¿Estás celosa, Cuervo?
RAVENNA: Imbécil.
DRAVEN: Gracias por leernos. Nos vemos en el siguiente capítulo.

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