Capítulo 14

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Hago ademán de levantarme, pero Lazarus sujeta firmemente mi hombro y me empuja hacia abajo, impidiéndome levantarme.

—Vas a quedarte sentada y escucharnos —dice el imbécil de Lazarus.

El lugar donde estoy sentada es pequeño y claramente no cabemos los tres. Además, ellos son enormes y no hay espacio suficiente en los cubículos para todos.

—Raven, levántate un segundo. —Ni un por favor, ni nada.

Encima de que me obligó a sentarme, ahora me ordena que me levante. ¿Quién entiende a este hombre?

—No —respondo desafiante, con una sonrisa.

—O te levantas por las buenas o por las malas, y créeme, no te va a gustar —me amenaza Lazarus.

Draven está en silencio.

—Draven, siéntate en el lugar que ocupaba el niño —le ordena Lazarus a Draven.

Draven obedece y se sienta frente a mí. Como pensé, Lazarus no cabe ahí. Ambos son enormes. De hecho, Draven tiene que sacar una pierna por debajo de la mesa.

—Raven...

—Está bien. Dios, qué mandón eres —digo, enojada.

Me levanto del asiento. Lazarus me agarra delicadamente por la cintura y, con una mezcla de autoridad y suavidad, me sienta sobre su regazo. Sus manos son firmes pero sorprendentemente cuidadosas, como si intentara transmitir una mezcla de fuerza y protección.

Me pongo roja. Estoy en el regazo de mi profesor de historia y siento algo duro. Dios mío. Mi profesor está excitado por mi. Su polla literalmente está perforando mi trasero. Puedo sentir lo enorme que es.

Aprieto mis muslos.

— No te muevas . — Dice Laz

No le hago caso y me vuelvo a mover.

Me sonrojo. Estoy sentada en el regazo de mi profesor de historia y siento algo duro. Dios mío, creo que mi profesor está excitado por mí.

Aprieto mis muslos.

— No te muevas —dice Laz.

No le hago caso y vuelvo a moverme.

— Si te vuelves a mover, te voy a meter mi polla hasta la garganta, y no me va a importar que todo el bar te vea atragantarte —dice de manera amenazante.

— Eres un imbécil, Laz. ¿No podías traerte una silla como cualquier ser humano normal?

— No. Prefiero tenerte en mi regazo.

— Y yo prefiero que no. No sé si no te has dado cuenta, pero no me gustas. Es más, me parece repugnante que ahora mismo esté encima de ti.

Me deberían dar una medalla por ser la mentirosa número uno.

— ¿Así que te repugno? — me pregunta Laz.

— Sí — digo con un tono petulante y desafiante.

— Creo que nuestro pajarito está mintiendo — habla Draven con un tono burlón.

Si antes estaba mojada, ahora tengo una cascada entre las piernas, pero mi orgullo es más fuerte.

— Primero que nada, señor director, yo no tengo dueño. Segundo, basta de decirme "pajarito"; mi nombre es Ravenna, y Raven para mis amigos, y tú no lo eres. Y por último, ustedes dos son las personas menos profesionales que conozco. Tú, Lazarus, eres mi profesor, y tú, Draven, eres el maldito director. Obviamente, me repugnan —digo.

LAZARUSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora