No puedo creer que el imbécil de Laz me besara de esa manera y luego me tratara como si fuera un papel desechable. No puedo dejar de pensar en el, y también en Draven.
La rabia y la frustración me invaden, y aunque intento calmarme, no puedo evitar sentir que hay algo más profundo en todo esto.
Algo dentro de mí está cambiando, y, sinceramente, no sé si quiero que eso pase.
Cuando decidí venir aquí, tenía un plan claro: estudiar, graduarme y destacarme en mi carrera como artista. Pero ahora, estos dos hombres parecen estar arruinando todo. No se dan cuenta, pero hay una conexión que no puedo explicar, algo que he empezado a sentir en relación a ellos. No sé qué es.
Durante mucho tiempo, me sentí sola, perdida, sin saber quién era ni cuál era mi propósito. Estaba a la deriva, como si flotara en una balsa en medio del océano. Pero ahora, Draven y Laz empiezan a parecerme mis salvavidas, y eso no me gusta. A pesar de que me esfuerzo por convencerme de lo contrario.
Casi olvido mencionar a Nyx, mi gran amiga, que jamás imaginé que encontraría aquí.
Me cuesta hacer amigos. Nunca me he considerado buena en ello. Siempre me ha dado un poco de envidia ver cómo todos parecen tener miles de amigos mientras que yo apenas contaba con algunos. A menudo me preguntaba si había algo mal en mí que me impedía conectar con los demás. Durante mi época en la preparatoria, pasaba casi todo el tiempo con mi hermana; ella era mi única amiga. Esta situación me hizo sentir insegura y, en ocasiones, llegué a cuestionar mi valía y si habría algo que me hacía menos digna de amistad.
Sin embargo, todo cambió cuando conocí a Nyx. Me sorprendió profundamente poder establecer una conexión tan genuina con ella. A diferencia de mis experiencias anteriores, nuestra amistad floreció de una manera que nunca había imaginado.
Cuando llené el formulario para ingresar a esta universidad, nunca pensé que realmente me aceptarían. Es tan exclusiva que solo unos pocos privilegiados logran hacerlo. No importa cuán rico seas; lo crucial es tener algo especial en ti. No sé qué vieron en mí, y esa es la voz de mi baja autoestima hablando en mi interior.
Sé que necesito aprender a quererme a mí misma, porque si no lo hago, no podré perdonar lo que tengo que perdonar, y nunca estaré dispuesta a abrir mi corazón a nadie. El dolor en mi pecho persiste, y no entiendo cómo estos dos hombres han logrado colarse en mi vida sin previo aviso. Ni siquiera les di permiso, pero de alguna extraña manera, han logrado entrar.
"Los sentimientos no se pueden controlar, simplemente hay que dejarlos fluir de manera natural", me recuerda mi mente, un consejo que parece tan difícil de seguir en este momento.
— ¡Cállate! —le respondo en voz alta, frustrada con esta discusión interna.
Tumbada en mi cama, busco en mi bolso la dirección que me pasó Lazarus. Arrugo el papel con furia al recordar cómo me engañó, cómo logró que sintiera tantas cosas y luego me desechara como si nada hubiera pasado.
Sin pensarlo, tomo las llaves de mi coche con impulsividad y me visto con mi ropa de pijama: una camiseta que tiene una mancha de café del tamaño de un plato (gracias a mí y a mi torpeza matutina) y unos pantalones holgados con murciélagos. Mis Converse negras, que apenan se mantienen unidas debido a los agujeros, completan el look. Me miro al espejo y tengo que reírme.
¡Soy un verdadero desastre! Pero, al diablo con las apariencias. Si Laz piensa que puede deshacerme como si nada, lo haré lucir como un tonto cuando me vea así, lista para acabar con la situación en mi maravillosa indumentaria de pijama.
Son las 9 de la noche, y no esperen menos de mí. Sin embargo, sigo preocupada por Nyx; ella aún no ha vuelto, y no tengo manera de comunicarme con ella. Esto se ha convertido en una razón válida para conseguir mi teléfono.
Salgo de mi residencia, busco mis llaves del coche y lo abro. Me siento en el asiento del conductor. Es un Honda Civic, un lindo coche todo negro que personalicé con pequeños murciélagos colgando en algunos lugares. El interior aún huele a nuevo, sumando a la sensación de libertad que me parece prometedor .
Arranco el motor, y con el corazón latiendo fuerte, me dirijo a la dirección que me dejó Laz, decidiendo que esta vez no me dejaré manejar por el miedo. Esta vez, seré yo quien tome el control.
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Frunzo el ceño. ¿Dónde me mandó Lazarus? Esto es el sueño de cualquier chica gótica como yo. Dios, ¡lo que daría por vivir aquí! El lugar parece sacado de la era victoriana, que definitivamente es mi época favorita. Cada rincón tiene ese aire misterioso y encantador que tanto me fascina.
De repente, una imponente reja aparece frente a mí. Estoy a punto de tocar el timbre cuando, de un modo casi mágico, las rejas se abren solas. Claramente, estaban esperándome. "Estos hombres son realmente controladores", pienso, sintiendo un escalofrío que recorre mi espalda.
Aparco mi coche y, Dios mío, amo mi Honda, pero hay un Audi R8 aparcado junto a mí. Es el sueño húmedo de cualquier amante de los coches. La mera presencia de ese auto de lujo intimidante hace que mi pequeño Civic se sienta como un niño triste en el patio de la escuela.
Me acerco a la entrada de mis sueños y, como si el lugar tuviera vida propia, se abre automáticamente. ¡Esto es surrealista!
— Pasa, pajarito, es hora de jugar —dice Draven con una sonrisa lobuna, que tiene un aire entre seductor y amenazante. Me detengo por un segundo, sintiendo una mezcla de calentura, furia y nerviosismo. ¿Qué tipo de juego se ha propuesto para mí?
DRAVEN: Comenten y denle like. Gracias por leernos.
LAZARUS: ¿Ahora estás feliz?
DRAVEN: Nos vemos. ¡Las quiero!
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LAZARUS
RomanceYo huyo de mi pasado. Huyo lo más rápido que puedo. La Ravenna que era antes murió ese día. Por suerte, fui aceptada en una universidad extremadamente exclusiva; no cualquiera puede entrar allí. Lo que nunca esperé fue que el dueño de la universidad...