Una abuela enojada & una nueva ayuda.

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Ya había salido de ese restaurante, era bastante tarde, podría decir que más de las nueve, o más de las diez. No lo sé, simplemente podría decir que todo me estaba saliendo mal, porque no tenía adonde ir. Admito que la forma en la que me comporte con ese idiota no estuvo nada bien, pero lo hice por desespero. ¿Por qué tendría que portarme bien y trabajar? Soy millonario, no lo necesito. Trabajar para Calum sería humillarme a mí mismo.

Mi único problema es que mi abuela realmente había congelado mi tarjeta de crédita, mi celular estaba sin saldo, no podría llamar a nadie, por mucho que lo deseara. Y... ¡no tenía ni un poco de dinero!

¿Qué podía hacer? Volver a casa no era una opción, mi madre y mi abuela se volverían locas regañándome, no es que sea algo fuera de lo normal, es sólo que eso también puede ser muy agotador, más si es frecuente.

Estaba tan perdido en mis pensamientos, que casi ni sentí mi celular, lo saque rápidamente y atendí.

—¿Hola? —más que un saludo sonó como una pregunta, porque de lo enojado que estaba no pude ver quién me llamaba, ¡qué torpe! ¿qué pasa si era mi madre?

—¡Hola, Ross! Soy Maia, llamaba para saber si querías venir al M'c Donal's ahora un rato

—¿Ahora? Pero si es tarde

—Recién salgo de la Universidad, y estoy aquí comiendo porquerías

—No estoy de humor ahora, lo siento —respondí cortando.

Realmente no quería hablar con nadie, mucho menos con Maia. Es mi novia, la respeto y le tengo cariño, pero nada más. Sería muy cínico decir que la amo, porque no sé si la amo o no, simplemente sé que somos muy distintos, ella es una chica tímida y decidida, que sabe lo que quiere, mientras yo me considero un rebelde.

—...—

—Mark, no puedo creer que Ross haya sido capaz de hacer algo así —Martina movía sus manos por su largo cabello rubio

—Pero lo hizo, Calum llamó y habló conmigo —respondió Mark —Lo hizo en hora de trabajo, y ni siquiera trabajó en todo el día

—¡Es que no lo entiendo! ¿Cómo puede ser tan estúpido? No entiendo como ninguno de mis nietos, ni mi propia hija se dan cuenta de que todo esto es por su bien, no es que quiera verlos así —negaba con la cabeza —Porque aunque este vieja, me doy cuenta de que sufren. Simplemente quiero que sepan vivir la vida, que sepan que el mundo no es fácil, que no siempre tendrán todo lo que ellos quieran en bandeja de plata, que las cosas se ganan que... —sintió una fuerte punzada en su cabeza, que la obligó a detenerse

—¡Señora Martina! —Mark se levantó de su silla y fue a ayudar a Martina, masajeando sus sienes —Debe tener cuidado y no pasar muchos malos ratos, recuerde que ya está vieja

—Lo sé, me duele pero lo sé —suspiro, alejando las manos de Mark de su cabeza —Quiero que está casa quede bien, que estás personas puedan valerse por sí mismas, no me puedo morir todavía.

—Mejor entre, y duerma un rato —Mark la ayudó a levantarse

—¿Dormir? Mark, sabes que tenemos un asunto pendiente, creo que nos esperan adentro

—Creí que lo olvidaría —Mark suspiro —¿En serio quiere hacerlo ahora?

—Por supuesto que sí, Mark.

Martina y Mark entraron a la casa, caminando hasta llegar al comedor, donde vieron a Stormie sentada en el sillón, quien apenas los vio se levantó entusiasmada.

—¡Mamá, hola! —gritó como colegiala, logrando que Martina rodase sus ojos

—¿Dónde están mis nietos? —preguntó Martina enojada

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