Epílogo.

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Han pasado tantas cosas que ni yo misma sé por dónde empezar a contar todo lo que sucedió. Supongo que intentaré hacerlo de la mejor manera posible.

Gracias a la Denuncia que pusimos mi familia, Ross y yo... Jill se fue presa. Debo admitir que la familia Lynch también nos ayudó mucho, fue una gran sorpresa saber que Rydel y Stormie también ayudaron, todos dieron un testimonio. Tengo entendido que Calum también tenía algunas pruebas en contra de ella, así que juntando todo lo que teníamos, no quedó de otra más que hacer justicia.

El día que la llevaron presa yo no quise ir, no quise ver su cara de miedo, o la que sea que haya colocado. A pesar de todo el daño que causó, no me gusta ver a las personas sufrir. Sé que puede sonar tonto, pero soy así.

Aunque no todo fue tan malo para Maia. Maia no fue cómplice, según argumentó ella no conocía las intenciones de su madre, dicen que cuando testificó lloró mucho, creó que al verse sincera la dejaron en libertad. Aunque ella decidió que no se quedaría, que no podía vivir bien después de todo lo que hizo su madre. Eso fue muy triste, pero finalmente ella se fue a México.

—...—

—Espero que algún día puedas perdonar a mi familia por todo lo que te hizo pasar —Maia lloraba a mares mientras Laura se encontraba sentada en su cama observando a su hermanastra —.  Todo debió haber sido tan difícil para ti, en serio también lo siento —los sollozos de Maia crecían cada vez más. Laura sentía un nudo en su estómago creciendo, nunca había visto tan mal a la morena —. Yo lo amaba, pero él no me amaba como yo. Fui una tonta, ¡una tonta! —exclamó llorando aún más fuerte.

Laura no soportó más y se levantó de la cama. Tomó a la morena por los hombros y la ayudó a caminar a la cama donde minutos antes ella estaba. Maia se tumbó en ella y siguió llorando amargamente. Laura intentó secar algunas de sus lágrimas, pero Maia apartó su mano con brusquedad.

—¡No deberías ayudarme! —gritó Maia algo enojada —. Te hice cosas malas, te hice pasar malos momentos y tú estás aquí como si nada. No lo entiendo.

Laura suspiró y se enderezo. Algo asustada se sentó en los pies de su cama y observó a la que había sido su hermanastra, ¿o aún lo era? Eso era un poco complicado.

—No te odio —esas palabras hicieron que el llanto de Maia cesará, la sorprendieron demasiado —. Las cosas ya pasaron y ahora lo que menos quiero es que sufras. Tú mamá está en prisión y no quiero que estés sola, si te invité a venir es porque quería decirte que hagamos como si nada hubiese pasado.

Maia creyó haber oído mal, esas últimas palabras no tenían sentido, nadie las diría. Nadie excepto... Laura. La buena y Santa Laura.

—¿Perdona? —dijo Maia incrédula.

—Necesitas compañía, no te puedes quedar sola, no aún —respondió Laura —. Quiero que vivas aquí, con nosotros. Necesitas de personas que te puedan ayudar, y a pesar de todo... yo quiero ayudarte —Maia sintió como nuevas lágrimas comenzaban a formarse en sus ojos, todo eso era demasiado para ser verdad. Aunque era algo imposible —. Quédate con nosotros.

—No puedo hacer como si nada, Laura. Mi madre le hizo demasiado daño a muchas personas. Aquí todo el mundo me odia, si me quedó aquí, estoy segura de que no seré feliz —Maia suspiró.

—Puedo ayudarte en lo que necesites, podemos arreglar los errores que cometió tú madre.

—Mis problemas puedo arreglarlos sola, no soy una niña —Maia no pudo evitar hacer puños sus manos, debido a la rabia —. Lo único que te pido es que por favor seas feliz, que él y tú sean felices. Sólo eso.

The True.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora