Ayuda, disculpa & rabia.

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Estoy desesperado, llevo días en un terreno abandonado, ya no sé qué hacer. Antes había algo de comida en el lugar, pero ya se ha acabado.

He pensado en buscar a Laura y decirle que estoy vivo, que sólo mentí para que pudieran usar el dinero de mi seguro a su favor, pero... ¿Con qué cara lo haría? Ya me separe, no creo que me disculpen después de haber hecho algo tan feo.

Voy caminando por la calle hasta que llegó a un Restaurante, me acercó y las personas me ven de modo feo, es obvio, debo parecer un indigente. Decido irme, pero alguien me toma de los hombros.

—Señor, se ve muy mal —dice con preocupación un joven preocupado por mí. Tiene un sándwich en la mano, lo ve y luego me mira a mí, asiente y me lo entrega —. Espero que le guste el sándwich de carne, lechuga, tomate y un poco de mayonesa.

—Muchas gracias —respondo tomando aquél sándwich y dándole una gran mordida. Estaba delicioso, incluso mi estómago gruño.

—Pase, tome asiento.

Aquél joven de cabellos castaños claros me tomó del brazo y me guió hasta una mesa. Yo le di las gracias y me senté a comer, él se sentó frente a mí.

—¿Por qué está solo y en tan mal estado? ¿No tiene familia? —pregunta mientras me mira con mucha preocupación.

—Es una historia realmente complicada.

—Entiendo, ¿Necesita ayuda?

—Creo que sí, he estado viviendo muy mal. Pero no tienes porque preocuparte —le digo con sinceridad.

—Tengo un amigo que ya no usa un departamento, podría llamarlo y pedirle que lo arregle para que tengas donde dormir, yo te ayudaría con la comida —dijo ese joven sonriendo, subía y bajaba las cejas.

—¿En serio haría eso por mí sin conocerme? —preguntó sorprendido. Nunca pensé que la vida me guiaría con un joven tan bueno.

—Sí, por supuesto —respondió sonriendo y palmeando mi espalda —. No se preocupe, que después de éste día, estará bien de nuevo.

—Muchas gracias, le prometo que buscaré un trabajo para poder agradecerle de algún modo con dinero —respondo con una afirmación.

—Por ahora no se preocupe de nada, lo hago sin pedir nada a cambio —respondió ese joven que tendrá más o menos la edad de Laura, levantándose y despidiéndose. Sonreí. Le agradezco a Dios que me éste dando una oportunidad para volver a comenzar, buscar trabajo será difícil sin papeles que comprueben mi nombre o que soy una persona, pero sé que algo se me ocurrirá.

—...—

—¿Qué quieres, Lynch?

Me adentró en la habitación de Ross porque él me lo pidió. Me quedó parada en medio de la habitación y me cruzo de brazos. No confió tanto en él.

—Siéntate —me pide y yo estoy por sentarme en la cama, pero él niega con la cabeza, deteniéndome —. En el suelo —me aclara.

—¿Qué? ¿Por qué en el suelo? —pregunté asombrada. No me gusta la idea de sentarme en el suelo, por algo existen las camas.

—Sólo hazlo, es por una buena razón.

No sé si me convenció su tono amoroso, o la seguridad que de un momento a otro Ross me transmitió. Pero por esa razón, le hice caso sin objetar.

Ross se separó un poco, abrió su armario y sacó algo. Pude distinguir que se trataba de una maleta.

La acercó hasta ponerla frente a nosotros dos, porque él se sentó frente a mí.

—Es tú maleta, la tengo desde ya sabes cuándo... —yo asentí, aún recordaba el día que nos conocimos, que mala impresión me llevé de él —. Quiero pedirte perdón por el modo en el que te he estado tratando, pero si quieres sinceridad, pensaba que eras una ladrona.

Me sorprendí porque se disculpó conmigo, ¿Acaso Ross Lynch era de esos chicos que pedían perdón? Vi su rostro y sus ojos estaban brillando, parecía arrepentido, aunque tenía el ceño fruncido. Me reí debido a eso.

—Sé que llamarte ladrona no es la mejor forma de pedir perdón, entiendo que te rías —dijo riendo también, yo sólo asentí —. No tienes que decir nada ahora, entiendo que esto te haya tomado por sorpresa.

—Gracias por comprenderme —dije con sinceridad. Él asintió.

Vi mi maleta, la abrí enseguida. Lo primero que vi fue un hermoso corbatín de color rojo y en ese preciso instante, mis ojos se iluminaron. Quería llorar, pero no me daría el lujo de llorar en frente de Ross, no confiaba en él cómo para hacerlo.

—¿Qué pasa? Te ves distinta —dijo Ross, que se veía un poco preocupado, como si hubiese notado que ahora me sentía triste.

Suspiré y sonreí sin ganas, lo miré a los ojos, con un poco de rabia.

—El día que supuestamente me darías mi maleta, fui con desesperación a pesar de la hora, porque ese día era el cumpleaños de mi padre y necesitaba su regalo —le comenté con la voz quebrada, tomé el corbatín rojo y se lo enseñé, él me vio con el ceño notablemente fruncido —. Quizás, sino hubiese ido a ese encuentro, mi padre aún viviría —finalicé entrecerrando los ojos, con evidente enojo.

Ross abrió los ojos con suma sorpresa, no se esperaba esas declaraciones por mi parte.

—Yo... —Ross abrió la boca, pero no dijo nada, no pudo.

—Y el día que me viste de noche, trabajando fue el día en el cual mi hermanito pequeño desapareció —le conté, tenía mucha rabia. Pero aunque no quería, mis ojos se llenaron de lágrimas que fueron imposibles de contener.

—Yo trabajaba porque quería que mi hermano y yo tuviésemos una mejor vida —exclamé con dificultad entre lágrimas —. Pero no conseguí eso, es más, ahora ni siquiera puedo encontrarlo.

—Oye, tranquila —dijo Ross.

Ross se acercó un poco a mí, tomó mi rostro y limpió con mucho cuidado una de mis lágrimas con el torso de su mano.

—Encontraremos a tú hermano —me asegura, yo quiero objetar pero él se adelante a hablar —. No importa lo que tengamos que hacer, juntos lo encontraremos. Es una promesa.

Ross se acerca a mí, me abraza y con cariño acaricia mi cabello. La verdad es que me siento muy confundida.

Ahora Damiano tiene a alguien que lo ayudará, yo creo que se lo merece, después de todo, todo lo que hizo fue por su familia. Es una lástima que no tenga idea de lo que Jill hizo con sus hijos. En fin. Ross finalmente le pidió perdón a Laura, pero ella se dejó llevar por sus sentimientos y le dijo de todo a Laura. Aunque al menos, Ross se siguió comportando tierno. ¡Aww!

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