Final. Primera Parte.

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Raini estuvo trabajando todo el día, y después de trabajar recibió una llamada de su madre que la invitaba a pasar el resto de la tarde en su casa, ya que ahí se encontraban sus abuelos y su hermano menor. Ella aceptó gustosa. Comieron pizza en familia, conversaron de distintos temas, hablaron de sus vidas y ya más tarde, Raini decidió que dormiría ahí. Como en los viejos tiempos le tocó compartir habitación con su hermano, Rico. Pelearon un poco, ya que en la habitación de su hermano había un camarote y ambos querían dormir arriba, hubo empujones y pelea de almohadas, pero al final la ganadora fue Raini.

Al día siguiente Raini se despertó en la mañana, a eso de las siete exactas, esa era su costumbre. Siempre salía a caminar en las mañanas, o simplemente se arreglaba para ir a trabajar. Como los demás aún dormían, salió de la casa sin despedirse de nadie, después de todo, podía llamarlos cuando quisiera.

Al llegar a su casa, se sorprendió al no encontrar a Laura durmiendo como era de costumbre. Se percató de una nota que había en la mesa central y sin pensarlo mucho, la tomó entre sus manos y de inmediato reconoció la letra de su mejor amiga.

Rains:

Supongo que te debe sorprender un poco encontrar una nota mía considerando que estamos viviendo juntas. Pero cómo no estabas me pareció lo más prudente escribir algo para ti, ya que tampoco me hubiera atrevido a decirte todo esto en persona.

Decidí que lo mejor que puedo hacer es irme de aquí, quiero empezar desde cero y también me gustaría olvidar ciertos temas. Pero quiero agradecerte por todo lo que hiciste por mí, eres una chica increíble y espero que a pesar de la distancia podamos seguir siendo amigas.

Te quiere: Laura.

Raini en ese momento sólo quería golpear a Laura por haber sido tan estúpida, eso era como permitir que Jill ganara la pelea, y eso era algo que ella no permitiría. Tirando la nota al suelo comenzó a pensar en algunas cosas, tenía que encontrar a Laura y debía pensar bien todo el asunto. En primer lugar, no tenía ni la menor idea de adónde iría Laura y eso era un punto en su contra. En segundo lugar, estaba el problema de que Laura tenía dinero, pero no lo suficiente como para poder viajar, ¿qué podía haber sucedido? Todo era muy extraño. Por eso, se dio cuenta de que sólo tenía una opción.

—...—

Raini había salido de su casa con un sólo objetivo: ir a la Mansión Lynch. Y así lo hizo, fue en una micro esperando encontrar respuestas en esa Mansión a la que tanto odiaba.

Al llegar, simplemente tocó la puerta y tuvo la buena suerte de que fue Ross quién le abrió.

—¿Qué haces aquí sola? —preguntó mirando a Raini, ella suspiró —. ¿Dónde está Laura? —su voz sonaba alterada, eso hizo sonreír levemente a Raini.

Raini ingresó a la Mansión sin pedir permiso a nadie, recibió algunas miradas reprobatorias de Rydel y Stormie pero simplemente las ignoró, no tenía tiempo para tonterías.

—Laura no está en casa —Ross sintió como su corazón se aceleraba, presentía que algo malo estaba pasando —. Me dejo una nota en la que dice que va a viajar porque se rindió y necesito encontrarla —explicó.

—¡Esto tiene que ser culpa de Jill! —exclamó Ross haciendo puños sus manos, si antes odiaba a esa mujer ahora la odiaba aún más, si es que eso era posible —. Si Jill compró boletos para que Laura se vaya, eso significa que compró algo caro, sabemos como es ella.

—Pero no sabemos si va a viajar en avión o en bus y eso es un gran punto en nuestra contra —Raini se cruzó de brazos, se sentía completamente frustrada.

—Entonces no tenemos tiempo que perder —Raini observó al rubio, se veía completamente confiado y eso era un tanto extraño —. Tú ve a la Terminal de Buses, yo iré al Aeropuerto —ordenó Ross.

—De acuerdo, pero antes dame tú número de celular —Raini sacó su celular, Ross lo tomó y rápidamente creó su contacto —. Gracias, cualquier cosa te llamaré.

—Gracias por avisarme de esto —respondió sinceramente.

—Eres la única persona en la que confiaría algo como esto —dijo Raini saliendo de ahí.

Ross subió rápidamente al segundo piso, abrió la puerta de Damiano sin siquiera golpear y ahí encontró a su abuela tomando té con él.

—Ross, te he dicho que antes de entrar debes golpear la puerta —le recriminó Martina.

—No hay tiempo para modales —respondió rápidamente —. Damiano, Jill quiere enviar a su hija lejos —los ojos de Damiano se abrieron como dos enormes platos, dejó el té en la mesa y se posicionó frente al rubio —. Acaba de venir Raini a contarme, tenemos que hacer algo.

—Debemos encontrarla, no podemos permitir que se vaya —los ojos de Damiano se llenaron de lágrimas, estaba preso del pánico ya que no quería perder a su única hija. Sus manos temblaban debido al miedo.

—Pero... ¿cómo lo haremos? —Ross se sentó un momento, quería hacer algo pero no sabía exactamente qué.

—Tienes que impedir que se vaya, Ross —dijo Martina con voz suave —. Si ella es la chica a la que amas, debes luchar por ella, para que estén juntos —el rostro del rubio se ruborizó por completo ante aquellas palabras. ¿Era tan notorio que amaba a Laura? —. Yo quiero que seas feliz, y sé que esa chica te hace feliz. De cierta forma, los dos se complementan bien.

Damiano escuchaba todo atentamente. Martina desde el principio le había comentado que entre su hija y Ross había química, que ambos se ayudaban mutuamente y que su hija había logrado que él rubio cambiara su forma de ser. Se sentía orgulloso de todo lo que Laura había logrado sola, era algo admirable. Aunque como padre, no se hacía a la idea de su hija saliendo con alguien.

—¡Iremos al aeropuerto a impedir ese vuelo! —Ross se levantó con una mano en alto y salió de la habitación. Los adultos compartieron una mirada y rieron ante aquello —. ¡Damiano, ven aquí! —lo llamó con tono autoritario, aunque sinceramente se sentía un tanto avergonzado.

—...—

Mientras todo eso sucedía, cierta castaña se encontraba afirmando fuertemente su maleta mientras estaba sentada en el aeropuerto observando su boleto, en cualquier momento podrían llamarla y debía estar atenta a ello. Pero tenía ciertos problemas para concentrarse, ya que se sentía mal. Lo que Jill le había hecho era imperdonable, por eso decidió irse así como así.

Estaba dejando su vida atrás, a sus amigos y a todos los que conocía. Incluso, al amor de su vida. Se sentía triste, sola y desolada. Pero no tenía otra opción. Había considerado ir a hablar con los Lynch, pero sabía que aquello no tendría sentido. Jill conocía a los Lynch desde hace mucho tiempo, quedaría como una mentirosa y no quería eso, ya no más. Además, ellos fueron muy claros con ella al prohibirle la entrada a ese lugar.

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