Ross se encontraba en su cama echado. Su mente divagaba en recuerdos de su infancia, cuando su padre estaba vivo aún. Entonces... gracias a lo que casi le sucede a Laura, no pudo evitar recordar a su padre. El día que falleció sintió tanto miedo, su corazón con suerte latía ese día. Pero ahora... pensando en lo que sucedió con Laura, sus lágrimas incrementaron, su cuerpo empezó a dar algunos tiritones notables y su corazón latía aún más rápido. Estaba claro que no soportaba la idea de vivir en un mundo sin esa castaña.
—...—
Laura se encontraba frente a Jill. Las dos se miraban sin decir ni media palabra. Sus miradas hablaban por sí solas y con eso bastaba.
—¿Qué quieres? —cuestionó la castaña cruzándose de brazos. No se mostraría de un modo amable frentr a aquella mujer tan fría.
—No me hables así, por favor Laura —Jill intentaba ser amable. Aunque en el fondo eso la mataba. No le gustaba tener que tratar con Laura, le caía mal esa chica.
—¿Qué quieres? —repitió Laura. Laura miraba fijamente a Jill, puesto que se sentía incómoda. Jill no le agradaba, mucho menos tener que estar con ella —. No me pidas un trato mejor, después de todo lo que pasó.
Jill suspiró. Tratar con Laura no era algo fácil de llevar, por eso mismo le caía tan mal. Esa chica sabía que lo que quería, y podía ser realmente terca. Mientras que Laura sabía bien que Jill podía ser malvada, con el hecho de haberla echado, le quedaba claro.
—Iré sin rodeos. Quiero que te vayas de la casa de Ross —dijo Jill sin más.
—¿Qué? —preguntó Laura sorprendida —. ¿Acaso escuché bien? —Laura estaba sorprendida, incrédula. No podía creer lo que escuchó.
—Lo que pasa es que a Maia no le conviene que vivas en esa casa —respondió Jill de modo tranquilo. Eso molestó bastante a Laura, ¿Cómo pódía tan siquiera estar hablando en serio?
—Jill, yo no voy a vivir en la calle sólo porque a ti se te ocurre que no puedo vivir con Ross —respondió Laura de modo rudo. Jill se sorprendió, no pensaba que Laura le respondería de ese modo —. No seguiré con tus locuras, lo juro.
—Soy tú madrastra, aún tengo poder sobre ti —respondió Jill con voz de mando, pensando que conseguiría hacer recapacitar a Laura.
—Puede que seas mi madrastra, pero recuerda que soy mayor de edad —Jill se quedó con la boca abierta, Laura sonrió con superioridad ante ello —. No puedes decidir por mí, no tienes derecho. Te recuerdo que me echaste de mi propia casa.
—¡Te vas a arrepentir si no me haces caso! —respondió Jill, irritada y alzando la voz.
—¡Tú te arrepentirás de haber venido! ¡Te dejo sola!
Laura se fue de ese lugar, dejando a Jill con las palabras en la boca. Volvió a la casa de los Lynch corriendo, apenas entró, se llevó una enorme sorpresa. Ross estaba parado en medio de la sala, se acercó a él, intentó hablarle, pero apenas la vio... ¡Le dio un abrazo! Y comenzó a acariciar su cabello, Laura estaba anonadada.
—Cuídate, por favor... —se separaron un poco, para verse a los ojos —, No te quiero perder —Ross volvió a abrazarla. Laura se quedó sin palabras.
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The True.
FanfictionLaura vivió toda la vida con su padre. Hasta que un día, él decidió comenzar a salir con Jill Mitchell, quién se convertiría en su madrastra. Ella a pesar de ser millonaria, quería dedicarse a estudiar algo simple: gastronomía. Simplemente quería se...